Cuando usted esté leyendo estas palabras, seguramente el Presidente Gabriel Boric ya esté dando (o haya dado) su última cuenta pública en el salón de honor del Congreso. Se trata del discurso con el que marcará las líneas gruesas de un legado que ya parece haberse jugado, y de los nueve meses y medio de gobierno que le restan, por supuesto acortados por la elección presidencial y parlamentaria de noviembre.

Si el año pasado Boric intentó instaurar la idea de que su administración había logrado “normalizar” la compleja situación política, económica y de convivencia en la que se encontraba el país cuando en 2022 entró a La Moneda, en el oficialismo apuntan a que esta vez su discurso apuntará a los propios. En 2024 también lo hizo: anunció sorpresivamente un proyecto de aborto legal que recién presentó esta semana, le puso urgencia al proyecto de eutanasia, insistió con realizar una reforma al impuesto a la renta y aseguró que iniciaría un proceso de diálogo para presentar un proyecto de negociación ramal. Pero para hoy se espera que releve nuevamente el tema del aborto y otras banderas importantes de su sector. Incluso algunos apuestan a que Boric redoble sus críticas hacia Israel -que ya había realizado en su cuenta de 2024-, incluso rompiendo relaciones con ese país a partir de la grave situación humanitaria en Gaza.

¿Cuánto de lo que escuchemos hoy tendrá que ver con la campaña oficial para las primarias que ya empezó? ¿Cuánto tendrá que ver con la mezcla de orgullo y frustración que ya nadie esconde en las filas del Frente Amplio por un gobierno al que no le quedó otra que girar -para muchos en exceso- hacia la moderación? Seguramente son elementos que están tomando en cuenta en La Moneda. Habrá que ver cómo reaccionan Carolina Tohá (PPD), Gonzalo Winter (FA), Jeannette Jara (PC) y Jaime Mulet (FRVS) a la alocución, justo en momentos en que comienzan a marcar diferencias entre sí y la administración Boric.

No podemos soslayar el hecho de que la última cuenta pública del Presidente se dé en medio del escándalo que destapó Contraloría por el mal uso de licencias médicas por parte de funcionarios públicos. Con un método simple, la institución que dirige Dorothy Pérez reveló la falta de ética y también la impunidad en la que quedaban estas acciones. Cabría esperar que el gobierno dé una fuerte señal de condena y no sólo de apurar los sumarios pendientes: quizás es un buen momento para iniciar una conversación en serio sobre la necesidad de reformar el empleo público.

Que tengan una buena semana.