Ingrid Bachmann:“La mujer está tan invisible que cuando no está, no se dan cuenta”

Foto: Andrés Pérez

La especialista en género y académica de la Universidad Católica analiza el escenario actual del feminismo en Chile, la situación de la mujer en un contexto de elecciones políticas y el impacto de la pandemia: “Esto no es un tropiezo, es una caída de varios escalones”, dice. Una mirada global, crítica y con perspectiva de género de cara a un nuevo 8 de marzo.


Hace tiempo que Ingrid Bachmann se ha posicionado como una voz relevante en la conversación sobre género y feminismo. Periodista y magíster en Lingüística de la Pontificia Universidad Católica de Chile y doctora en Periodismo de la Universidad de Texas, pasó de la redacción de los medios de comunicación a la investigación, hasta ganarse un puesto en la academia, desde donde hoy observa con lupa lo que pasa social, cultural y económicamente con las mujeres. Actualmente, Bachmann es académica de la Escuela de Periodismo UC, donde imparte clases y levanta investigaciones. Dentro de las últimas se encuentra “Género y noticias”, artículo que es parte de la Enciclopedia Internacional de Género, Medios y Comunicación de la International Communication Association, asociación de la que forma parte.

Dentro de la gama de temáticas que ha investigado, la periodista se destaca en el vínculo de lo político y lo femenino, y en el análisis de medios y género. En 2018 publicó “Aproximaciones feministas a la teoría e investigación de medios” junto a dos académicas estadounidenses y tres años más tarde continúa sumando artículos de género a su repertorio.

-Durante la pandemia se evidenciaron situaciones como la alta carga doméstica de las mujeres y la vulnerabilidad del empleo femenino, que según la CEPAL generó un retroceso de más de una década en la participación laboral de las mujeres en América Latina y el Caribe, ¿cómo deberíamos enfrentar este retroceso?

Esta pandemia demostró la vulnerabilidad de las mujeres. Basta que llegue un virus para que retrocedamos 10 años, porque las mujeres están desprotegidas y porque necesitan instancias de apoyo. Para enfrentarlo primero hay que entender las razones: en parte tiene que ver con que las mujeres han sido de las primeras que optaron o tuvieron que salir del mercado laboral, en el sentido de que alguien tenía que quedarse con los niños en la casa y las mujeres son las que normalmente tienen o el trabajo con menor remuneración y tiene más asociado el rol de hacerse cargo de los niños. Entonces ¿cuál es el problema de fondo de esa salida? ¿Por qué las mujeres son prescindibles para el mercado laboral? Y ahí aparece la pregunta de por qué no se nos valora en nuestro trabajo. Hay que entender cómo una crisis nos hace retroceder tanto y a este nivel, porque no es que el desempleo nacional cayó a niveles de diez años, es la participación femenina, son diez años, una década en que se había avanzado bastante. Esto no es un tropiezo, es una caída de varios escalones. Con esa distinción clara hay que generar políticas públicas y tomar decisiones para poder recuperarse, porque si lo dejamos naturalmente no va a tomar ese rumbo. Debes hacerlo deliberadamente; desde premiar el empleo femenino, hasta el acceso a guarderías, al cuidado de niños, la coparentalidad

- ¿La sala cuna universal debería entrar dentro de esta agenda de género de pandemia?

Ya era un tema antes de la pandemia porque es una de las barreras de acceso que tienen las mujeres y aunque es ilegal me consta que a muchas mujeres los empleadores le preguntan si planean tener hijos, lo que te pone en una posición desigual. También se debería tomar en cuenta a la mujer en los rubros principales de los planes de reactivación económica, porque hay bastante evidencia que la inclusión de la mujer en ámbitos en los que no estaban son aportes. Por ejemplo, las mujeres en la minería. En realidad, tener mujeres en una empresa no debería ser tema, como si tuviéramos que convencer a la gente de contratarnos; pero está demostrado que hay mejoras en todo tipo de.

-Dentro del libro “Aproximaciones feministas a la teoría e investigación de medios”, propone que el feminismo varía según la geografía. ¿Cómo es el feminismo chileno?, ¿que lo identifica si lo comparamos con otros países?

A mí me gusta hablar de feminismos, porque no es uno, tiene variaciones, aunque todos se preocupan del estatus cultural, político, social y económico de las mujeres y promueven la igualdad. Ahora, en Chile el feminismo que más se ve es de variantes más radicales, revolucionarias en cuanto a las tomas de universidades; más liberal en el sentido de que busca dar mayor libertades a la mujer en el más amplio sentido de la palabra, de que no haya opresión por ninguna parte: haga lo que quiera, sea lo que quiera, muévase como quiera, camine como quiera.

-En general, dentro de los movimientos de reivindicación se ven distintas posiciones, unas más diplomáticas y graduales, y otras con manifestaciones más radicales o de choque ¿cómo impacta esa dualidad a la causa feminista?

Estas nuevas generaciones tienen una conciencia feminista más fuerte, mucho más que mi generación cuando era universitaria, pero también hay una mayor intolerancia, entonces cuando algo les molesta lo hacen ver y por eso las marchas, las manifestaciones. El feminismo es una resistencia, es resistirse al patriarcado que lleva milenios, es resistirse al sexismo, entonces hay un punto en que nos aburrimos y que este grupo dice “si por el conducto regular no me están oyendo, hay que hacer algo”. Si le preguntas a las miles de mujeres que han marchado los últimos cinco años para el 8 de marzo yo creo que varias de ellas no dirían que se definen como feministas, pero todas han pasado por la experiencia de ser víctima, de sentirse discriminado y la acción colectiva pasa

por entre otras cosas que al no ser escuchados salen a marchar, a hacer otro tipo de acciones y hay algunos que no las van a compartir, algunos van a decir que hay que hacer lobby en el congreso y que eso es lo más efectivo, otros te van a decir que hay que hacer las dos cosas porque el lobby va a funcionar cuando vean que somos miles de votantes, o diferentes tensiones. No es que haya una dualidad, es que cualquier movimiento de reivindicación va a tener esos elementos.

-¿Existe un miedo a la palabra feminista en Chile?

¡Sí! Y no sólo en Chile, la palabra feminista tiene una carga negativa en muchas partes. En los 60 se entendió que feminista era quien pedía sexo libre por la píldora anticonceptiva, y empieza una carga cultural de promiscuidad, luego se habla mujeres poco estéticas, mujeres que quemaban sostenes y entonces era lo “antifemenino”. Hay una serie de asociaciones negativas que ha hecho que gente tenga recelo. Además de que el mismo movimiento no siempre es bien visto, mucha gente entiende feminismo como machismo reverso y obvio que no es eso, pero además en el caso del feminismo y de la teoría feminista tiene que ver con una carga de que están peleando con literalmente milenios de patriarcado, de un sistema en que a los privilegiados les ha servido mucho, entonces cuando atacas ese privilegio, obvio, se genera todo tipo de tensiones. Hay una carga con la palabra que puede que a la gente le cueste aceptar, pero a mí me basta con que la gente entienda la importancia de la igualdad. Me da lo mismo la etiqueta que usen, a excepción de cuando dicen que feminismo es lo mismo que machismo.

Las noticias de las mujeres

-¿Cómo evalúa la relación actual de la mujer chilena y la política hoy?

Hay que considerar que históricamente la mujer estuvo fuera del espacio público, incluso del voto, el ser una candidata no era una posibilidad hasta hace relativamente poco tiempo. Sin embargo, en Chile tenemos mujeres políticas que han sido prominentes los últimos años, una presidenta dos veces, presidentas del Senado, líderes de partidos o líderes políticas prominentes. En esta ronda de candidaturas se ha hablado explícitamente del feminismo o de la causa feminista, que a los candidatos les importa la violencia de género, la desigualdad, identidad de género, temas que son avances. En Chile en el curso de quince años hubo una ley de divorcio, se aprobó el aborto en tres causales y además la ley de identidad de género. No deja de ser, creo yo. Además se aprobó una convención constituyente paritaria. Entonces ahí yo prefiero ver el vaso medio lleno.

-Según la encuesta Cadem de Febrero tres mujeres destacan entre los favoritos presidenciales (Evelyn Matthei, Pamela Jiles y Paula Narváez) ¿Cómo interpreta esto?

Algunas son bastantes preeminentes, con presencia mediática importante, porque tenemos una historia reciente de mujeres con alta figuración política. Pero ojo: la prominencia de estas candidatas no se condice con su lugar en la pauta pública; aunque lideren encuestas se les ha dado más espacio a candidatos varones que tienen menos prominencia que ellas. En términos de política todavía nos falta mucho por mejorar

-¿Qué falta?

Se ve aún esta distinción entre que las mujeres tienen que actuar femeninamente y también se ve la distinción de lo que son ámbitos políticos femeninos y ámbitos masculinos. Lo masculino tiene que ver con lo político, lo público; y lo femenino con lo doméstico. Ahí entran también los medios, que al candidato hombre le preguntan por economía y a la candidata mujer por sala cuna, a él por el cobre y a ella por los almuerzos escolares, y así. Por otro lado, hay una distinción en la imagen, en la situación familiar, el presentar a la mujer como madre de tres niños, mientras la presentación del hombre empieza con que es un gerente o ingeniero. También pasa con la visibilidad como fuentes.

-Lo que en su momento criticaron las abogadas constitucionalistas...

Exacto. Ahí las abogadas tuvieron que sacar un comunicado. Yo me acuerdo de una nota sobre los diez abogados constitucionalistas, y yo pensaba: la directora, la editora y hasta la periodista son mujeres y no se dieron cuenta. Ahí se nota lo transversal y hegemónico que es esto, mucha gente no se da cuenta que lo está haciendo

-¿Existe una responsabilidad no asumida de los medios en esta materia?

Sí, las mujeres no son tratadas igual. Ha habido algunos medios que están haciendo cosas interesantes en preocuparse de realizar este balance respecto de las fuentes que utilizan o que en los paneles haya mujeres. Pero en general se está al debe en la visibilidad, porque básicamente cuando no las incluyen como fuentes, ni las incluyen como temas, lo que estás diciendo es que su voz no es importante, su experiencia no es importante, sus vidas no son importantes o no son tan importantes como los hombres.

-En ese caso, ¿cuál es el equilibrio entre una mirada de género sin vulnerar libertad de expresión?

Yo creo en el debate, en el diálogo, en la libertad de expresión, y si bien personalmente creo que la igualdad de género es un valor deseable, también estoy abierta al debate, y creo que los medios pueden tener esa diversidad. Pero me parece que hay que ser más honestos y no provocar por provocar o porque va a generar clicks. En tanto algo sea una opinión que argumente, sí creo que debe haber espacio para conversar y opinar.

-En pandemia se habló mucho de las mujeres líderes mundiales y el buen manejo de la crisis, como por ejemplo Jacinda Ardern Nueva Zelanda ¿es posible hablar de invisibilización si son las mujeres las que hacen noticia?

Ese caso en particular para mi es problemático. Las noticias decían que lo que tenían en común esos países con buen manejo de crisis eran líderes mujeres. Pero si analizas tienen en común otras cosas, que son líderes que escucharon a la comunidad científica, que priorizaron salud pública antes que economía, que tuvieron una comunicación empática, no que son mujeres. Entonces volvemos a lo simplista, el ser cercano o estar en sintonía con los ciudadanos asumimos que es maternal, es de mujeres, pero no. Merkel o Ardern lo hicieron bien, y no es porque son mujeres. Pero aún en contextos favorables es posible invisibilizar, por el status quo, porque lo tenemos super normalizado, La mujer está tan invisible que cuando no está no se dan cuenta. Es como la canción de Las Tesis: primero dice “esa violencia que no ves”, y después cambia a “esta violencia que ya ves”. Sabemos, pero estamos acostumbrados a hacer este tratamiento diferencial y en esa normalidad es que muchas veces cuesta cambiar. Y por eso creo que hay que ser más activos al respecto, y creo que los medios tienen que ser más responsables en ese sentido, porque son constructores de realidad.

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