Derechos sin fronteras
SEÑOR DIRECTOR:
¿Cuántas historias caben en una cifra? Cada 20 de junio, el Día Mundial del Refugiado nos recuerda que detrás de cada número hay vidas en pausa, sueños truncados y una esperanza que resiste.
Se estima que, a finales de 2024, 123,2 millones de personas en el mundo habían sido forzadas a abandonar sus hogares. Casi la mitad eran niños, niñas y adolescentes, según datos de ACNUR. Se trata de infancias interrumpidas por la guerra, la violencia étnica o religiosa, la persecución política y las crisis humanitarias. Niños que, incluso antes de crecer, ya han vivido demasiado.
Para muchos, Chile ha sido el lugar donde comenzar de nuevo. Pero volver a empezar no es fácil cuando los recuerdos hieren y la realidad no consuela. Para la niñez refugiada, la llegada a un nuevo país es apenas el comienzo de otro desafío: superar afectaciones emocionales, adaptarse a un idioma distinto, recuperar el derecho a jugar, a aprender y a estar a salvo.
Muchos de esos derechos aún siguen siendo promesas incumplidas. La respuesta no puede recaer solo en unos pocos, es deber del Estado y de la sociedad en un trabajo mancomunado construir caminos de acogida reales, con políticas públicas concretas y una cultura que no discrimine, no mire en menos y reciba sin prejuicios. Porque integrar no es solo permitir quedarse, sino hacer sentirse parte.
Stephanie Coscing
Coordinadora de Proyectos Especiales (Niñez Migrante) de World Vision Chile
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