SEÑOR DIRECTOR:

El Senado despachó la llamada reforma al sistema político que establece un umbral del 5%, sanciona con pérdida del escaño a quienes renuncien al partido y facilita la fusión de partidos para alcanzar el umbral. Más que una reforma al sistema político, se trata de una modificación puntual a la elección parlamentaria, para dejar fuera a los grupos chicos (a menos que se fusionen con otros) y obligar a los legisladores electos a permanecer en su partido, para evitar el transfuguismo.

La baja valoración ciudadana que tienen hoy el Congreso y los partidos hacen necesario mejorar la calidad de la representación política. Sin embargo, la literatura sobre reformas electorales concuerda en que modificar las reglas ad portas de una elección suele ser mala idea. Los intereses inmediatos impiden evaluar adecuadamente lo que no funciona y priorizar respuestas de largo plazo. La politóloga Nerea Palma calculó que con el umbral de 5%, en 2021 hubieran quedado fuera de la Cámara el PPD, el PDC y los partidos que entonces formaban el FA. ¿Hubiera resuelto los problemas un Congreso formado solo por RN, la UDI, P. Republicano, PDG, PC y PS? Hemos visto representantes de estos partidos desobedecer a sus directivas sin necesidad de renunciar. La pérdida del escaño por renuncia es completamente insuficiente para generar disciplina interna.

Este proyecto de ley no dice nada sobre la grave personalización de la política y su insuficiencia programática, y sobre lo engorroso que es para el elector saber dónde va a terminar su voto en el actual esquema de pactos y subpactos. Si queremos una reforma que aborde estas y otras deficiencias, discutamos en serio y a la luz de la evidencia los problemas de nuestro sistema político. Hoy no tenemos un diagnóstico adecuado. Sin él, es imposible ofrecer soluciones.

Claudia Heiss

Doctora en Ciencia Política