Cartas al Director

Pensamiento crítico

SEÑOR DIRECTOR:

En tiempos que exigen claridad y buen juicio, hablar de pensamiento crítico se ha vuelto habitual. Lo difícil es enseñarlo. No por falta de interés, sino porque no se trata de una habilidad que pueda transmitirse en abstracto.

A menudo se supone que el pensamiento crítico puede enseñarse por separado, como si bastara con reglas generales. No es así. Para pensar con rigor, hay que conocer el tema. Las preguntas pertinentes y los juicios bien fundados dependen del contenido. Si el alumno no domina el asunto, dudar no le sirve; cuando sí lo domina, la duda mejora su razonamiento.

El otro desafío es aplicar esa forma de pensar fuera del aula. Analizar un argumento en clase no garantiza poder hacerlo frente a una noticia, una afirmación que circula en redes o un problema práctico. Ese paso requiere práctica constante.

Pensar críticamente también implica revisar las propias ideas, no solo las ajenas. No es un gesto natural. Todos tendemos a proteger lo que creemos. Someterlo a prueba exige disciplina y honestidad intelectual.

En un entorno con afirmaciones rápidas y conclusiones apresuradas, enseñar a pensar con cuidado es parte de la formación cívica. Una sociedad que no cultiva esa capacidad queda expuesta a confundir opiniones con hechos y convicciones con fundamentos.

Fortalecer el pensamiento crítico no significa desconfiar de todo, sino distinguir, razonar con calma y sostener las ideas propias con la responsabilidad que exige la vida pública.

Jorge Babul C.

Director

Programa Académico de Bachillerato

Universidad de Chile

Más sobre:ArgumentosFormación cívica

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