El calvario de Ronnie Spector

Ronnie Spector en 1964. (Photo by James Kriegsmann/Michael Ochs Archives/Getty Images)

La estrella pop fallecida el pasado miércoles a los 78 años disfrutó el máximo éxito, impuso un estilo, fue pretendida por John Lennon, y se emparejó fugaz con Keith Richards. Pero el matrimonio con Phil Spector, el legendario productor muerto en la cárcel hace un año por asesinato, convirtió su vida en una pesadilla.


“El acusado tiene un temperamento mezquino e ingobernable y ha agarrado a la demandante con violencia y la ha amenazado con meterle los dedos en los ojos y le ha dicho que no podía permitirle que se divorciara de él”.

La demanda presentada por Ronnie Spector en contra de Phil Spector para terminar con el matrimonio llegó rápidamente. Habían transcurrido apenas cuatro meses desde la boda el 14 de abril de 1968, aún cuando la relación sumaba años. El romance partió bajo adulterio. El todopoderoso productor tenía esposa.

A los 25 años, Ronnie había experimentado la fama en la élite del pop, atraía a los hombres con una sexualidad manifiesta y una estética que haría escuela -Amy Winehouse es imposible sin ella-, como también sabía lo que era caer rápido en el alcohol y el olvido.

El matrimonio resultó un tormento desde la primera noche legalmente unidos. Tras una pelea donde Spector le recriminó que sólo se había casado por su dinero, Ronnie se encerró en el baño mientras el flamante marido golpeaba la puerta.

Para el cumpleaños de Ronnie, Phil le regaló un Camaro. La cantante estaba feliz hasta que el marido agregó un maniquí. El muñeco era inflable e iba vestido simulando un copiloto.

“¿No lo entiendes?”, explicó Phil. “Ahora nadie te va a joder cuando conduzcas sola”.

Según la demanda, Ronnie estaba bajo tratamiento médico “por los nervios”, junto con solicitar la prohibición de Spector de “molestarla, incomodarla o perjudicarla de cualquier manera”.

Cuando el proceso culminó en 1974 tras varios zigzagueos y la corte ordenó a Phil Spector pagar pensión alimenticia por los tres hijos adoptados, cada cheque del creador de La Muralla de Sonido contenía al reverso un mensaje para Ronnie.

“Vete a la mierda”.

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Veronica Bennett, su verdadero nombre, era una belleza exótica. Criada en el Spanish Harlem de Nueva York, su madre era mitad negra y mitad cherokee. El padre, blanco. Veronica llamaba la atención desde pequeña cantando y bailando en reuniones familiares. Se inspiró en el single Maybe de The Chantels, grupo pop femenino pionero en el auge del rock & roll. Podía escuchar el hit una y otra vez junto a su hermana Estelle y Nedra, una prima de origen hispano, con quienes formó The Ronettes en 1957.

El grupo no se parecía a ningún otro. El maquillaje era recargado, los vestidos ceñidos y los peinados estratosféricos. La actitud de las Ronettes sugería iniciativa y fiesta en la conservadora era de Eisenhower. El look causó sensación entre las adolescentes, en tanto el grupo conseguía contrato en 1961.

Durante un tiempo tenían todo para triunfar, menos un sencillo escalando en las listas. Cambiaron de nombre, luego volvieron al original. Nada sucedía hasta que a comienzos de 1963 Phil Spector, símbolo de éxito en la industria, se cruza en el camino de las chicas.

En la autobiografía de kilométrico título Be My Baby: How I Survived Mascara, Miniskirts, and Madness, Or, My Life as a Fabulous Ronette (1990), Ronnie asegura que su hermana Estelle telefoneó a Phillies Records, el sello de Spector, que el productor tomó la llamada, las citó a una audición, y de ahí al éxito, como esas secuencias de comedia ochentera donde la trama avanza rápido con una canción de fondo.

La prima Nedra ha relatado una versión más verosímil. Un amigo logró llevar a Spector a un show de The Ronettes, luego el productor apareció en camerinos y acordaron una prueba.

Ya en el estudio, a Nedra le costó relacionar a ese tipo enjuto y de aspecto extravagante -acomplejado por la alopecia y la baja estatura usaba peluca y tacones-, con el genio proclamado por todos.

“No es gran cosa”, pensó.

Phil Spector reflexionó algo parecido sobre The Ronettes mientras cantaban, hasta que Ronnie entonó el fenomenal hit de 1956 Why do fools fall in love, de Frankie Lymon.

“¡Para!”, gritó.

“Eso es. Eso es”, clamó. “Esa es la voz que he estado buscando”.

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En marzo ya era evidente que Ronnie parecía particularmente interesada en Phil y que la atracción era recíproca. Dos meses después, Spector decidió terminar los ensayos en Nueva York para iniciar grabaciones en Los Ángeles.

Phil, Ronnie y su madre Beatrice volaron a la costa oeste. Estelle y Nedra tuvieron que hacer la ruta de casi 4500 kilómetros en auto.

En los estudios Gold Star, Phil Spector se acercó a un sesionista.

“Me susurró: ‘¿Te imaginas apilando a las tres encima y simplemente... lamiendo...?’”.

Phil Spector y The Ronettes.

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La frase de la batería característica de Be my baby, el primer éxito de The Ronettes, ejecutada por el afamado Hal Blaine, fue idea de Jack Nitzche, otro genio de la producción con grandes colaboraciones para los Stones. En la sesión del 29 de julio de 1963 había otros capos como Leon Russell, uno de cuatro tecladistas, parte de la arquitectura de La Muralla de Sonido, donde los instrumentos y las voces se repetían por decenas, provocando una textura masiva, reverberante, épica y melancólica.

En los recuerdos de Ronnie, los nervios la llevaron a encerrarse en el baño para retocar el maquillaje y el peinado, calentando su voz a la par. Demoró tres días en grabar. Los agudos fueron tan intensos que la gente presente en la sala de control escapó.

En agosto el single escaló al segundo puesto. The Ronettes estaba de gira cuando recibieron de manos de Phil un cheque de regalías por 14 mil dólares.

Tarde por la noche, las llevó a celebrar con café y pastel. Cuando la camarera trajo la cuenta, Phil sacó un billete de 100. La mujer dijo que a esa hora no tenía cambio. El productor giró hacia las chicas y pidió cubrir el pago.

“Para ser millonario”, comenta Ronnie en su autobiografía, “sí que podía ser tacaño”.

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Ronnie llamaba la atención de todo el mundo en el estudio. Los vestidos cortos, el peinado, el delineador, siempre una copa en la mano, y algunas palabrotas amigables propias de Nueva York, enlazado a un lenguaje corporal cercano, coqueto y natural. La gente se sentía seducida y alegre a su alrededor, menos Phil Spector tratando de actuar impertérrito a sus encantos.

Sin embargo, la telaraña para mantenerla a su lado comenzó a hilarse a fines de 1963, cuando el grupo fue convocado a una gira y el productor ordenó a Ronnie quedarse para grabar un nuevo single, Baby, I love you. Su prima Elaine tomó su lugar, reemplazo reiterativo en los siguientes años.

Nuevamente la prima Nedra tiene una versión más realista sobre qué sucedía entre Ronnie y Phil. Conocía los gustos de la vocalista. El esmirriado Spector no calificaba.

“Mi prima sabía lo que quería”, asegura. “Ella quería ser una estrella”.

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The Ronettes viajó a Inglaterra en 1964 para una gira con The Rolling Stones como teloneros. A Ronnie, acostumbrada a los cortejos, le pareció curiosa la indiferencia del grupo hacia ellas. A esas alturas, Ronnie ya había tenido un romance con Keith Richards en la visita inicial del grupo a EE.UU.. Tratando de indagar la frialdad de los Stones, supo que el manager Andrew Loog Oldham había recibido un amenazante telegrama de Spector, advirtiendo mantener a raya a los músicos.

En paralelo, los Beatles estaban por partir a EE.UU. y brindaron una fiesta a la cual fueron invitadas las Ronettes. George se enganchó con Estella. El resto observaba embelesado a Ronnie, que bailaba y cantaba Heat wave de Martha and The Vandellas. John Lennon babeaba.

A pesar de la presencia de Spector, el líder de The Beatles la llevó a otra habitación bajo la excusa de mostrar las luces sobre Londres. Lennon jugó sus cartas remarcando su belleza e intentando llevarla a una cama. Ronnie se negó grácilmente.

Aún así, cada vez que volvía a la capital británica, John oficiaba de guía turístico. La llevaba al epicentro de la moda en Carnaby street, y salían a clubes.

Una noche le pidió que susurrara al oído Be my baby. Como respuesta, Ronnie cantó a todo pulmón la canción que la había convertido en estrella.

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The Ronettes nunca logró equiparar el éxito de Be my baby, que sólo en 1963 vendió dos millones de copias. A pesar de hits como Baby, I love you y Walking in the rain, la fórmula de La Muralla de Sonido había agotado a los programadores, ansiosos de novedades.

En paralelo, los esfuerzos del productor por aislar a Ronnie se hacían burdos. En un almuerzo con el productor Herb Alpert, la vocalista advirtió que cada vez que Alpert intentaba hablarle, Spector se interponía. Incluso antes, en plena grabación de Be my baby, montó una rabieta arrojando cintas por doquier, porque Ronnie, Nedra y Sonny Bono fueron por unas hamburguesas sin avisar.

Tiempo después, la sacó a rastras de un local nocturno donde se había ido a bailar con Cher.

La artista en 2016. (Photo by Jamie McCarthy / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / AFP)

Hacia 1966 The Ronettes fueron invitadas a la que sería la última gira de The Beatles. Spector negó el permiso a Ronnie porque tenía planes de grabación. La prima Elaine tomó nuevamente el puesto en vivo.

Nunca hubo sesiones.

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Visitados por Elvis y The Beatles en su mansión en California “seríamos el rey y la reina del rock and roll, y nuestra vida sería una fiesta interminable”, escribió Ronnie en la autobiografía. Las fantasías despertadas en marzo de 1968 cuando Phil le propuso matrimonio tampoco sucedieron.

Al contrario, Ronnie vivía una especie de régimen carcelario en una casa llena de intercomunicadores para mantener un cerco de vigilancia, guardaespaldas, alambres de púas en los prados, cercos electrificados, focos, perros entrenados, puertas cerradas hacia el exterior de las que no tenía llaves, y un sinnúmero de armas.

Con personal a sus órdenes para que no hiciera absolutamente nada y sin planes de grabación, Ronnie se dedicaba a leer revistas, ver teleseries y beber. Phil pasaba todo el día fuera y cuando llegaba por la noche, se encerraba a ver El Ciudadano Kane (1941), llorando siempre en la secuencia final del clásico cinematográfico.

No podía evitar la identificación con el personaje de Orson Welles, otro genio que había quemado sus cartuchos tempranamente.

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Bebiendo como de costumbre y mirando la tevé, Ronnie vio un programa sobre niños no deseados. Entonces tuvo una idea: un bebé podría dar sentido a su vida.

Gracias a su poder y contactos, demoró la nada en agenciar la adopción de Donte. Intentó engañar a su entorno diciendo que había tenido un parto prematuro. Spector se unió alegremente a la farsa. Mandó imprimir tarjetas “presentando la exitosa producción de Donte Phillip Spector”. En paralelo, desconfiado de las habilidades maternas de Ronnie y alarmado por su evidente alcoholismo, contrató a una enfermera para criar al niño.

El problema con la bebida sirvió de excusa a Phil Spector para internar reiteradamente a Ronnie en clínicas psiquiátricas y someterla a sesiones de Alcohólicos Anónimos.

Intentó volver a la música con un fallido single en 1969, y tiempo después con una canción compuesta especialmente por George Harrison -Try some, buy some-, que hablaba del desapego material. Para una mujer como Ronnie, que adoraba el dinero y las posesiones, el tema carecía de sentido.

Antes de los 30 años, la cotidianidad de Ronnie Spector consistía en emborracharse y aparecer de tarde en tarde en algún evento en la mansión, donde Spector la mostraba por un rato como quien exhibe un lujo.

Un día el legendario productor y ejecutivo Don Kishner, que sostenía una relación con más odio que amor hacia Phil Spector, estaba invitado en la casa cuando escuchó reiterados golpes. Preguntó a qué obedecía el ruido y Phil respondió despreocupado.

“He encerrado a Ronnie en el armario”.

Kirshner abandonó la partida de billar que jugaban y subió las escaleras hasta dar con la cantante, hecha un ovillo encerrada.

“Estaba furioso”, relató. “La saqué de la casa de inmediato”.

Ronnie Spector siguió bebiendo y chocó el Camaro. En un intento por reparar el matrimonio, adoptaron dos niños de seis años.

“Cuando las cosas se ponían feas en casa”, contó la cantante, “me emborrachaba a tope, me desmayaba y luego pasaba diez días en rehabilitación”.

“Ronnie pensó que era inteligente casándose con Phil”, reflexiona la prima Nedra, “pero tenía a alguien más inteligente que ella, jugando con ella (...) jugó con ella al apartarla para que no tuviera amigos; jugó con ella al internarla en el hospital. Ella tenía su propio problema con la bebida; pero (...) si estás con una persona loca durante el tiempo suficiente y tienes tu propio lado loco, entonces te volverás realmente loco”.

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