“Yo no puedo recuperarme esta vez”: el adiós de Virginia Woolf

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La exitosa carrera de la autora británica no estuvo exenta de períodos oscuros. La muerte fue una constante en su niñez que detonó en Woolf una bipolaridad con episodios depresivos. Su herencia a la literatura moderna está compuesta por novelas con elementos narrativos novedosos y ensayos que marcaron lo que sería el feminismo del siglo XX. A 140 años de su natalicio, repasamos la historia de una de las escritoras más importantes de la vanguardia literaria moderna. Y también su estremecedor final.


El 28 de marzo de 1941, Virginia Woolf abandonaba su casa en Sussex, Inglaterra, para dirigirse hacia el río Ouse. Allí, llenó los bolsillos de su abrigo con piedras y se adentró en el agua, con la intención de que su cuerpo no saliera a flote. En una carta dirigida a su esposo, Leonard Woolf, la autora escribía: “Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y yo no puedo recuperarme esta vez”.

Para 1940, la Segunda guerra mundial ya estaba desatada. Ese fue el año del Blitz, término con el que se conoce a una serie de bombardeos que los nazis efectuaron en el Reino Unido. Los ataques en Londres sucedieron en septiembre, y la casa del matrimonio Woolf fue uno de los edificios alcanzados por el fuego alemán.

Virginia y Leonard Woolf
Virginia y Leonard Woolf

Pero las preocupaciones de la pareja respecto a la nueva guerra no se limitaban a los daños colaterales del bombardeo. Leonard Woolf era judío y tiempo después se sabría que ambos estaban dentro de la “lista negra” de Adolf Hitler, documento que contenía los nombres de las personas que debían ser apresadas en caso de que la ocupación nazi avanzara en Inglaterra. Si la guerra terminaba siendo dominada por Hitler, lo más seguro es que ambos morirían.

Antes de la muerte de Virginia, planificaron juntos lo que sería un suicidio en pareja, en caso de que la situación bélica se volviera más compleja para el Reino Unido. De ser así, ambos se subirían al auto con la cochera cerrada, para morir a través de la inhalación del monóxido de carbono.

Todo el contexto del peligro desatado por la guerra, la fría recepción de su libro biográfico sobre Roger Fry y la incomprensión de la época respecto al trastorno bipolar –que era catalogado como una “enfermedad de artistas”- terminaron por detonar la decisión de la escritora, que antes ya había tenido un par de intentos por quitarse la vida.

Carta de suicidio de Virginia Woolf dedicada a su esposo
Carta de suicidio de Virginia Woolf dedicada a su esposo

La constante de la muerte

Sin embargo, los problemas psicológicos de la novelista comenzaron a fraguarse mucho antes del despegue de su carrera literaria. Su padre, Leslie Stephen, fue novelista, historiador y ensayista; y su madre, Julia Stephen, ofició de modelo para pintores prerrafaelistas. Ambos eran viudos, por lo que las familias estaban compuestas por los hijos que cada uno tenía de sus matrimonios anteriores. Virginia, Vanessa, Thoby y Adrián eran los descendientes nacidos en esta nueva relación.

La condición socioeconómica de sus padres era de clase media alta, y solían codearse con personajes del ámbito literario e intelectual de la sociedad victoriana, como el poeta Alfred Tennyson y el novelista Thomas Hardy. Aunque no asistió a la escuela cuando niña, y tampoco a la universidad –sólo sus hermanos varones lo hicieron-, sí recibió educación desde su casa.

Pero la desgracia llegaría al poco tiempo. En mayo de 1895, cuando la escritora tenía trece años, falleció su madre a raíz de una fiebre reumática. Su media hermana, Stella, tomó las riendas de la familia tras la muerte de su progenitora, pero murió tan solo dos años después, por peritonitis. En 1905, también fallece su padre, a raíz de un cáncer.

La muerte de su madre detonó sus primeros episodios depresivos, que con el tiempo fueron derivando en crisis nerviosas más recurrentes que la llevaron a ser internada en sanatorios por breves temporadas.

Esta presencia de la muerte en su niñez ha sido calificada por los biógrafos como una de las principales razones de lo que luego se diagnosticó como una bipolaridad con episodios depresivo-maniáticos. Sin embargo, algunas revisiones de sus obras autobiográfica A sketch of the Past y Hyde Park Gate han develado una serie de abusos sexuales que Woolf y su hermana Vanessa sufrieron a mano de sus medio hermanos, George y Gerald Duckworth.

Esta situación habría permeado no solo su obra, sino también, en parte, el arranque de sus complicaciones respecto a su salud mental.

Círculo de Bloomsbury y los primeros pasos de su carrera

Tras la muerte de su padre, sus hermanos Vanessa y Adrian vendieron la casa familiar para radicarse en una vivienda ubicada en el número 46 de la calle Gordon Square, dentro en el barrio londinense conocido como Bloomsbury. Al poco tiempo, el nuevo hogar de los hermanos se transformaría en el lugar de reunión de los antiguos compañeros universitarios de Adrian, entre los que destacan intelectuales de la talla del escritor E. M. Forster y el filósofo Bertrand Russell.

Luego de pasar por el King’s College de Cambridge y de Londres, la escritora entabló amistad con personajes que también conformarían el llamado círculo de Bloomsbury: Lytton Strachey, Clive Bell y Leonard Woolf fueron algunos. Con este último, la autora se casaría unos años después.

El círculo de Bloomsbury
El círculo de Bloomsbury

Y es que una de las características de este grupo de amigos fue que las relaciones no solo eran intelectuales, sino que también florecieron conexiones personales y amorosas. Los miembros del grupo compartían ciertos principios estéticos, entre ellos, un cierto rechazo a la clase media alta –a la que ellos también pertenecían-, una corriente de pensamiento liberal –por ejemplo, cuestionaban la exclusividad en las relaciones de pareja- y se consideraban herederos de la obra del ensayista Walter Pater.

En términos profesionales, la carrera de Virginia Woolf se inició en 1905, año en que comenzó a escribir para el semanario Times Literaty Supplement. Su primera novela fue Fin de viaje, publicada en 1915 en la editorial de su medio hermano. Allí, la autora ya mostraba los primeros indicios de su tendencia a romper los esquemas narrativos de la literatura que le era precedente, pero su debut literario no tuvo mucha resonancia en la crítica.

Con la publicación de las novelas La señora Dalloway y Al faro, Woolf comenzó a atraer el interés de los críticos literarios, que reconocían en su obra una gran originalidad narrativa. Las historias de la autora se caracterizaban por una maestría técnica y un atrevimiento a la hora de experimentar nuevas formas narrativas, como su interés por el trabajo de los tiempos narrativos y el desarrollo de los estados de conciencia en sus personajes, usualmente expresados en extensos y profundos monólogos practicados por sus protagonistas.

La bisexualidad y el despojo de los prejuicios epocales

Su cuñado, Clive Bell, fue quien le comentó que una poeta aristócrata estaba interesada en conocerla. Era Vita Sackville-West, escritora conocida en su intimidad en Londres por tener una vida amorosa bastante concurrida con otras mujeres.

Según consigna un reportaje de El Mundo, Bell le dijo a Woolf: “Vita es una lesbiana declarada, ten cuidado”, a lo que su cuñada le habría respondido “pues con lo esnob que soy, no sabré resistirme”.

Así comenzó una relación amorosa entre ambas que se iniciaría en 1923, que se extendería por el resto de esa década y que quedó registrada en el intercambio epistolar entre ambas. Por su parte, ninguna de las dos familias tenía problemas con la relación de amantes que mantenían Woolf y Sackville-West.

Virginia Woolf y Vita Sackville-West
Virginia Woolf y Vita Sackville-West

El recelo por parte de Leonard Woolf no estaba en el temor de que ella fuese a alejarse de él, sino más bien por las emociones que, en este contexto, podían afectar la estabilidad psicológica de la autora. Y es que Sackville-West era reconocida por ser una persona más bien promiscua, que solía tener bastantes parejas.

Sin embargo, el tiempo se encargó de enfriar las pasiones. Vita sentía que Virginia no se entregaba por completo, y que, por el contrario, siempre parecía estar inmersa en su naturaleza de narradora, tomando nota de todo lo vivido. Aun así, el término de la relación amorosa no significó un quiebre en la amistad entre ambas escritoras, la que se mantuvo hasta la muerte de Woolf en 1941.

Entre actos, el manuscrito terminado antes de morir

Aunque sus problemas psicológicos habían gatillado nuevamente hace por lo menos un año, la escritora no planificó su suicidio sin antes dejar terminado el manuscrito de lo que sería su última novela. El texto se titula Entre actos, y fue la novena obra de Virginia Woolf. Fue publicada de forma póstuma, el mismo año de su muerte.

La novela está clasificada como un libro cargado de significados y referencias al propio estado en que la autora estaba al momento de escribirlo. La historia describe el montaje, representación y público de una obra en un festival realizado en un pequeño pueblo de Inglaterra, justo antes del estallido de la segunda guerra.

Portada libro Entre actos de Virginia Woolf, editorial Debolsillo
Portada libro Entre actos de Virginia Woolf, editorial Debolsillo

En un pequeño pueblo alejado de la urbe de la ciudad, la premonición de lo que vendrá se manifiesta a través del paso de los aviones por el cielo. Su narrativa está caracterizada por ser una de las historias en que la autora empleó más elementos de la poesía, escribiendo una buena parte del libro en verso.

En este, su último libro, la escritora inglesa dejó consignadas sus preocupaciones antes de morir: cómo se transforma la vida a través del arte, la ambivalencia sexual y la reflexión sobre el flujo del tiempo y de la vida

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