
Crítica de discos: Pulp, Camila Moreno y Queens of the Stone Age vuelven en grande
Pulp consolida uno de los regresos del año a nivel global, mientras que Camila Moreno vuelve a mostrar sus credenciales como uno de los créditos más inquietos del cancionero chileno. Queens of the Stone Age, por su lado, se sumerge en las catacumbas.

*Pulp - More
En la genealogía del britpop, Pulp fue el convidado de piedra. Formados en 1978, la banda de Sheffield ostentaba categoría de veterana cuando Inglaterra se atrincheró entre Blur y Oasis, y ellos se colaron en medio. Mientras sus competidores descansaban en torno al vocalista guapo y el guitarrista genio, el solitario carisma de Jarvis Cocker sostenía el atractivo del conjunto.
Sin desmerecer el correcto andamiaje musical, su pluma y la imagen de dandy deshilachado con actitud, ponía el acento en Pulp. A 24 años de sus últimas novedades en estudio, este regreso producido por el solicitado James Ford (Arctic Monkeys, Depeche Mode, Fontaines DC) refleja el paso del tiempo, dejando en evidencia que Pulp supera la casilla banda pop rock, hasta convertirse en un ensamble ambicioso de ropajes orquestales, cuya música se dispone en función del relato.
Asoma la cara más glamurosa y pistera en Spike island, el corte de presentación, con sus coqueterías disco y las cuerdas suspirando majestuosamente de fondo. Tina narra un romance que nunca sucede con aires novelescos y estribillo ensoñador. Los suburbios, la ciudad, la experiencia de la adultez y una derivada interestelar -todo narrado con fluida gracia de tinte literario-, enmarcan Grown ups, como la existencial Farmers market se envuelve de suave jazz. Pulp justifica en grande su regreso, aún quedan historias por contar.
*Camila Moreno - La primera Luz
Camila Moreno vuelve con el puño en alto y el corazón sangrante, a cuatro años del ambicioso y triunfal Rey. La galardonada cantante chilena, con media decena de premios Pulsar incluyendo dos como mejor álbum del año, publica su quinto trabajo acompañado de un manifiesto, donde atiza en contra de los algoritmos como lengua común en plataformas.
“Me niego a creer -escribió- que la única realidad posible es la decadencia hacia una cultura cada vez más superficial y numérica”. Definido como su disco “más personal” -”aquí dejé el corazón y el alma, chicos”-, La Primera luz irradia una delicada tristeza enmarcada en relaciones que delatan ternuras y tormentos, quiebres y distancias.
Las herramientas musicales retrotraen a sus inicios, a recursos más acotados en torno al indie rock y el folk, consonante con las letras taciturnas y dolientes. “Aunque ame tus ojos / de nada me sirve / igual te hago mal”, canta con fragilidad en Irreversible. La producción de Adan Jodorowsky (Natalia Lafourcade, León Larregui) subraya delicadamente este regreso cargado de sutilezas, como los cambios de ritmo del corte homónimo, y la intensidad contenida en Madre nunca niña siempre. Habla, con sus recuerdos pandémicos mezclados con el estallido social, suena algo anacrónica en esta colección de canciones donde el amor resulta amargo.
*Queens of the Stone Age - Alive in the Catacombs
Tras serios problemas de salud que lo tuvieron al borde de la muerte, Josh Homme desciende a las catacumbas de París donde yacen restos humanos del siglo XVIII, para revisitar junto a Queens of the Stone Age alguna de las canciones más oscuras de la banda con escasa o nula presencia en setlists, reviviendo una parte de su material más lúgubre en un ambiente húmedo y siniestro total.
Alive in the catacombs es un trabajo desenchufado profundamente gótico, con un eficaz acompañamiento de cuerdas y tenue percusión. Homme, de 52 años, brilla en la oscuridad.
El guitarrista que solo tomó el micrófono por necesidad cuando montó QOTSA -en Kyuss nunca cantó-, se luce por completo con la voz intacta y melódica hasta la médula. Kalopsia de Like clockwork (2013), el último gran álbum de su discografía, se reconvierte en una especie de serenata para el más allá. Suture up your future, del subvalorado Era vulgaris (2007), coge formas fantasmagóricas, mientras I never came de Lullabies to paralyze (2004) galopa suave entre las cuerdas de los violines, hasta aumentar gradualmente de intensidad. Con la veta creativa adormecida por más de una década, luego de una seguidilla de álbumes que los convirtieron en la mejor banda rock estadounidense de este siglo, Alive in the catacombs es una hálito de vida en medio de los vestigios de la muerte.
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