Por Pablo Retamal N.Cuando Héctor Noguera reformó al Chacal de Nahueltoro
El fallecido actor fue parte del elenco del filme de Miguel Littin El Chacal de Nahueltoro, de 1969. Un clásico del cine nacional. Encarnó al sacerdote católico Eloy Parra, el cura que transformó a Jorge Valenzuela. Pasó de ser un campesino bruto a un hombre que sabía leer y trabajar. Así lo recordó él en sus memorias.

Miguel Littin fue a ver a Héctor Noguera a su casa en Presidente Riesco en una tarde perdida de 1969. El cineasta se acomodó en uno de los sillones del living del actor y comenzó a tratar de entusiasmarlo con su nuevo proyecto, el cual había sacado directamente de las noticias.
En rigor, de un hecho de la crónica policial de seis años antes, el caso del campesino Jorge del Carmen Valenzuela Torres, “El Chacal de Nahueltoro”, quien había asesinado a sangre fría a seis mujeres y a un bebé de meses. Quería que Noguera interpretara al padre Eloy Parra, el sacerdote quien logró el milagro de convertir a Valenzuela Torres en un ser humano reformado. Así lo recordó el mismo Noguera en sus Memorias actorales (Catalonia, 2021).

“Miguel me mira con una seguridad que me desborda, me dice que quiere que haga el papel del padre Eloy, y me lo dice como si debiera estar honrado ante su propuesta. Y sí, lo estoy, aunque no sepa aún si es una propuesta o una petición”.
“La película se llama El Chacal de Nahueltoro. Me dice que le tomó dos años y medio escribir el guion, que cuenta con los equipos de la Universidad de Chile y un cámara Arriflex de 35 milímetros, pero que aún le falta financiamiento".
Littin había llevado todo un arsenal de material al encuentro con Noguera. “Miguel muestra las actas judiciales. las cartas que piden el indulto a Alessandri, los testigos directos o cercanos, los amigos de su madre, el hijo ilegítimo perdido de su padre, el incesto con su ahijado, la carta de María Urrutia Rojas, la grabación que le hizo al padre Eloy antes de morir, la negación judicial de Alessandri que aún permanece en su mano izquierda y que se agita con cada palabra y nueva referencia”.

Así comenzaron las grabaciones al interior de Chillán, el lugar donde ocurrieron los hechos reales. Noguera recordó con vividez el trabajo de Nelson Villagra encarnando al Chacal. “Jorge Sandoval Espinoza o José Jorge Castillo Torres o el actor Nelson Villagra Garrido, oriundo de Ñuble, egresado de la Academia de Actuación del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, es un nuevo personaje ahora despojado de su pasado, Nelson espera paciente mientras le quitan su chaqueta rota, le cortan su pelo desgreñado, lo afeitan, lo visten, y la única maquilladora de toda la producción le limpia la cara después de no habérsela lavado en más de un mes. Miguel Littin, el director de la película en producción El Chacal de Nahueltoro, mira atentamente a Nelson hasta el punto de incomodarlo".
“Se sienta en un banco polvoriento en el patio octagonal de la cárcel de Chillán, entre cables, leña y canastos de mimbre, y entra en crisis. Lo sé porque lanza un grito al aire, un grito que nunca le había escuchado desde la primera vez que nos conocimos en los teleteatros del Canal 9. Lleva puesto una chaqueta sin mangas repleta de bolsillos como las que ocupan les antropólogos cuando van a investigar un terreno que desconocen. La maquilladora lo mira asustada, piensa que se equivocó, pero ese no es el problema, el problema es que hizo su trabajo demasiado bien”.

“El Chacal es ahora irreconocible, no lo habíamos visto así en más de tres meses. Nelson llevaba consigo el polvo de Chillán y las ropas del Chacal desde el primer día en que empezamos a filmar. Ahora está limpio y en esa limpieza la ficción de toda esta historia rural le llegó a Miguel como un golpe en la cara. Yo tan solo me protejo en un pasivo silencio mientras espero vestido de sotana mi primera escena al lado de mi citroneta, ahora repleta de luces, generadores y cables de poder que nos prestó el Taller Experimental de la Universidad de Chile. Un asistente acaba de escribir las frases sobre los umbrales y tiene sus dedos aún manchados con la pintura blanca del broche. Hay algo raro en esas frases. No calzan en las paredes sobre la cual están escritas, Miguel abre un maletín repleto de archivos, acude a las crónicas, a las actas judiciales, a cualquier pedazo de evidencia que lo salve de un problema que todavía no puede formular del todo”.

“Miguel busca pedazos de realidad y solo se encuentra con la cara irreconocible de Nelson Villagra. Nelson, que aún pareciera no recuperarse del todo después de filmar la escena de los asesinatos. Es como si Miguel, al ver la cara del Chacal ahora apresado, hubiera caído en cuenta de que esta es una historia más que ocupa los mismos mecanismos ficticios que ocupa cualquier otra historia, por real que sea o por real que pretendamos que sea”.
En sus memorias, Noguera alternaba el recuerdo del filme con la reflexión. “‘La redención por el trabajo’, ‘Redimir y no deprimir’. Ahora que el Chacal puede hablar, cuáles son las palabras que vamos a poner en su boca. Miguel hizo que escribieran esas dos frases sobre los umbrales de la cárcel. porque comprendió más por necesidad que real entendimiento, que el sentido penal de la cárcel de Chillán tiene que estar soterrado en función de su sentido educativo. Solo así veremos la contradicción que Miguel quiere que veamos. Para qué nacer de nuevo si el Estado poco después decide matarte”.

“La cárcel entonces va a tener que ser el lugar de ese segundo nacimiento, y el Chacal el mártir con el cual ahora hay que identificarse. La pregunta ahora no es qué hace el Chacal después de sonreír por primera vez, sino cuáles son las condiciones que permiten esa sonrisa y, entonces, transformamos la historia de un personaje en la historia de una contradicción”.
También, unió su pasado como alumno del colegio San Ignacio con el rol del padre Eloy. “Un sacerdote flaco, guapo, aristócrata y narigón lo mira en el taller de la cárcel con una condescendencia un poco exagerada, pero al Chacal le gusta esa condescendencia. También le gusta que al sacerdote le guste su nueva guitarra. Es una linda guitarra. Y a mí me gusta que el Chacal aprenda cosas nuevas. Me gusta porque soy jesuita, porque creo en esa nueva iglesia de los años sesenta. Porque soy el padre Eloy. El Chacal dice que está recién aprendiendo, y con eso, también aprende por primera vez lo que es la falsa humildad”.

En el banquillo
Además, Noguera recordó la escena del fusilamiento del Chacal. “Ya está todo listo. Los fusiles han sido cargados y repartidos al azar. El pelotón se viste con los atuendos reglamentarios. Ya se insertó una bala de goma en la recámara de una de las armas. Ya se clavó el banquillo en el patio de la cárcel y el ataúd está guardado en una de las bodegas que están en el subterráneo”.
“El Chacal se peina y se lava la cara. Lleva puesta su mejor chaqueta. Se quita el polvo de los pantalones. Se saca las pelusas de las hombreras. El padre Eloy le da la última hostia en un último plano subjetivo. Cien periodistas y fotógrafos rodean el patio principal de la cárcel de Chillán. Dos gendarmes conducen al Chacal vendado y engrillado hacia la empalizada”.
“Hay atisbos de lluvia. El padre Eloy lo acompaña firme a su lado y reza en voz alta. Lo sientan en el banquillo al frente de uno de los muros de la cárcel. Le ponen una venda por sobre el paño blanco que le cubre los ojos. El médico se acerca y le pone una marca en su corazón. Ninguno de los reos puede dormir. Escuchan atentos acostados en sus camas. Los fusileros corren en silencio con sus zapatos de goma hacia sus respectivas posiciones”.

“No puedo parar de rezar a su lado, repito las frases una y otra vez de la misma manera que mi tía rezaba el rosario frente al pequeño altar en la casa de mis abuelos en la calle Londres, con una misma respiración y exhalación. Un gendarme se acerca para alejar al padre del punto de mira. Un general de lentes oscuros y mirada terca tiene su espada en alto. El Chacal no ve nada. Ya no se puede liberar de sí mismo. Todos siguen el mandato de una palabra. Todo rima. Ya no hay frases que lo ayuden entre él y la oscuridad”.
“El Chacal de Nahueltoro piensa en su promesa. Les prometo ser un hombre humilde y trabajador. Un hombre que ayuda a su madre. Eso es lo último que aprende el Chacal. También es lo último que aprendí yo. Lo último que aprende el Chacal es que hay frases que hacen daño. Y quizás por eso nosotros hacemos teatro. Porque hay frases que pueden hacer daño”.
“La espada desciende. El pelotón dispara. Nelson Villagra Garrido se hace el muerto. Tenía veintitrés años. Lo perforaron tres balas. Quedaron incrustadas en distintas partes de la caja toráxica. De la bala falsa no se sabe”.

¿Y cómo le fue al filme? Noguera lo recuerda: “La película la estrenamos el 4 de mayo de 1970 en todo Chile. El Chacal de Nahueltoro ha sido vista por más de veinte mil espectadores. Es la película más exitosa en cartelera. La pregunta que nos hicimos durante la filmación, la razón de su parálisis, es qué sucede cuando un Chacal aprende a hablar. Sucede un golpe de Estado”.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
¡Aprovecha el Cyber! Nuestros planes a un precio imbatible por más tiempo 📰
Plan Digital$990/mes SUSCRÍBETE

















