El eterno deambular de la elefanta Fresia

<P><span style="text-transform:uppercase">[cautiverio] </span>A 21 años de su muerte, los restos del mayor ícono del Zoológico de Santiago por fin descansarán unidos. Su cabeza embalsamada será enterrada junto al resto del cuerpo. </P>




DURÓ menos de dos meses en exhibición. La pusieron en el descanso de la escalera que dirige al segundo piso del Museo de Historia Natural en septiembre de 1997 y no alcanzó a llegar a fin de año. La quitaron porque los visitantes quedaban en shock al ver la cabeza de Fresia, el paquidermo más querido del Zoológico de Santiago. Era como un trofeo de caza colgado en una pared. Una especie de afrenta para quienes la recordaban en vida.

Llegó a días de su fallecimiento, en 1991, a bordo de una camioneta Chevrolet color blanco de una sola cabina, directamente desde el Parque Metropolitano. Pero sólo fue embalsamada la cabeza.

"La orden de cortarla la debe haber dado el veterinario de la época", señala Mauricio Fabry, actual director del zoológico. "La gente del museo estaba entusiasmada por embalsamarla entera, pero por el alto costo se decidió taxidermizar sólo la cabeza".

El resto del cuerpo fue enterrado en el Bosque de Santiago del Parque Metropolitano, en el sector de El Salto. Es el único animal que descansa en el lugar.

El trabajo de embalsamamiento corrió por cuenta de Ricardo Vergara, taxidermista del museo y un equipo de ocho personas.

Permaneció guardada seis años antes de ser expuesta al público, simplemente porque no sabían dónde ponerla. "Nuestra exhibición era de Chile Biogeográfico y un elefante no tiene nada que ver con Chile", recuerda José Yáñez, por entonces jefe del Area de Zoología del museo. "Cuando se instaló en el segundo piso la exhibición Ecología de Chile, pensamos que era buena idea ubicarla en la subida. Claramente, nos equivocamos", añade.

Trasladando las pertenencias de un antiguo director del zoológico, personal del recinto encontró registros históricos en cine del parque. En ellos, una secuencia de película en blanco y negro que data de finales de la década del 30 donde se muestra la bienvenida a Fresia, una pequeña elefanta de la India de la altura de un ser humano que llegaba proveniente de Río de Janeiro.

Viviría cinco décadas. Su cercanía con el público la convirtió en la especie más querida del parque, pero también le ocasionó problemas hepáticos, ya que los visitantes le solían dar maní, papas fritas y dulces. En 1982 debió ser intervenida. Alguien le dio un fierro para que jugara con él y se le atascó en la trompa.

Pero lo que terminó con su vida fue una artrosis degenerativa que le impedía mantenerse en pie. La agonía duró cuatro días.

Mario Gutiérrez fue su cuidador durante sus últimos 13 años y pasó en vela todo ese proceso junto a ella: "Como se sabía que no iba a sobrevivir se le practicó eutanasia. Los días posteriores había filas de gente para despedirse de ella, incluso de noche llegaban a dejarle flores. Cuando se decidió que su cabeza iba a ser cortada, el director me obligó a tomarme un día libre para que no lo viera".

Fresia murió el 17 de mayo de 1991. Pero sus restos no han podido reencontrarse hasta hoy.

La cabeza permaneció guardada en los depósitos del museo de la Quinta Normal en espera de mejor suerte. Hasta que el año pasado, y como parte de su remodelación, se decidió devolverla al Parque Metropolitano.

"Nos dijeron que no podían seguir haciéndose cargo de algo que, en rigor, nos pertenecía", señala Mauricio Fabry.

La cabeza errante será finalmente sepultada junto al resto de su cuerpo en una ceremonia íntima, a la que asistirán los trabajadores del recinto. Para el director del zoológico, el sigilo obedece a un tema emotivo: "Fresia forma parte de nuestra historia. Hasta hoy existe un respeto enorme hacia ella. También tiene un valor histórico, pero la forma de presentar esa historia no nos gusta, queremos recordarla como era en vida y no conservar sólo una parte de su cuerpo".

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