Editorial

Los términos de la paz en Ucrania

Por valiosos que sean los esfuerzos por poner fin a la guerra, los términos de la paz no pueden acabar validando el uso de la fuerza para anexar territorios, porque ello debilitaría el derecho internacional y abre la puerta a futuros conflictos.

URS FLUEELER/Pool via REUTERS URS FLUEELER

A menos de tres meses de que el conflicto desatado tras la invasión de Rusia a Ucrania entre en su cuarto año, Estados Unidos parece haber redoblado los esfuerzos para intentar llegar a un acuerdo que ponga fin al conflicto. Sin embargo, las señales hasta ahora están lejos de ser alentadoras, no solo por las dudas que siguen despertando en la Unión Europea y en la propia Ucrania los términos del plan propuesto, sino también por los recelos sobre el verdadero compromiso de Vladimir Putin de avanzar hacia un entendimiento que ponga fin a la guerra. La semana pasada el Presidente ruso dijo que la propuesta presentada por Washington “podía ser la base de un acuerdo futuro”, aunque precisó que cada uno de los puntos debía ser “trabajado en forma intensa” y que por ahora un acuerdo con Ucrania “es imposible”.

El plan al que hizo referencia el líder del Kremlin es una iniciativa de 28 puntos filtrada a la prensa hace poco más de diez días y que despertó serias suspicacias de parte de la Unión Europea y las autoridades ucranianas por contener la mayoría de las exigencias hechas por Moscú en los diversos encuentros mantenidos con representantes de Estados Unidos desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Contemplaba, por ejemplo, la entrega a Rusia de toda la región del Donbas y Crimea, incluyendo un porcentaje de territorio que aún se encuentra en poder de Ucrania. Reducía a poco más de 400 mil hombres el ejército ucraniano y exigía a Kiev incluir en su Constitución que desistiría de cualquier intento por unirse a la OTAN, renunciando así uno de sus mayores anhelos.

La difusión del texto motivó una reunión de urgencia de los principales líderes de la UE y una posterior cita en Ginebra durante el fin de semana pasado, en la que se intentó aunar posiciones y elaborar un texto que recogiera también las exigencias ucranianas. El plan se redujo así a 19 puntos y llevó al Presidente Volodomir Zelensky a asegurar que estaba dispuesto a avanzar y que la nueva propuesta podía derivar en “acuerdos más profundos”. Sin embargo, seguían pendientes dos temas centrales para Ucrania y para la propia Unión Europea: las garantías de seguridad que se le darían a Kiev y el estatus de los territorios ocupados por Moscú. Trascendió, por ejemplo, un eventual intercambio de territorios, pero sin claridad sobre sus términos.

Pese a lo anterior, el Presidente de EE.UU. ha insistido que el acuerdo está “muy cerca” y solo falta avanzar en algunos detalles que “no son insalvables”. Sin embargo, a la luz de lo conocido hasta ahora el plan sigue despertando suspicacias y llama a la cautela. Por valioso que sean los esfuerzos por alcanzar la paz, esta no puede construirse sacrificando principios básicos del derecho internacional, que han favorecido la coexistencia pacífica entre las naciones, como la inviolabilidad de las fronteras. Un acuerdo que ceda territorio ucraniano a Rusia terminará validando el uso de la fuerza como mecanismo para anexar territorios, hipotecando así la seguridad internacional y dejando abierta la puerta no solo a acciones similares de Moscú en el futuro, sino eventualmente también de otros países.

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