Educación

Concentra el 45% de la matrícula: dan a conocer las claves de la educación técnico-profesional

En un mercado laboral cambiante, donde los conocimientos se vuelven obsoletos con rapidez y las trayectorias formativas son cada vez menos lineales, tres autoridades del mundo técnico-profesional debatieron —en el conversatorio organizado por LT Educa— cómo avanzar hacia una educación más flexible, articulada y conectada con las necesidades reales del país.

La actividad reunió a la rectora del AIEP, María Loreto Ferrari; al rector de Duoc UC, Carlos Díaz; y a la vicerrectora académica de Inacap, Catalina Iglesias.

En el marco del Mes de la Educación Técnico-Profesional, LT Educa organizó un conversatorio para analizar los desafíos de un sistema que concentra el 45% de la matrícula en educación superior, pero que sigue siendo invisibilizado en la discusión pública.

La actividad reunió a la rectora del AIEP, María Loreto Ferrari, al rector de Duoc UC, Carlos Díaz, y a la vicerrectora académica de Inacap, Catalina Iglesias. Los tres coincidieron en un punto de partida: la formación técnica ya no es un camino de ida, sino de ida y vuelta.

El debate se abrió con María Loreto Ferrari, quien apuntó al gran desafío: mejorar la productividad del país, tarea en la que la educación técnico-profesional tiene un papel clave. Recordó que las carreras técnicas, por ser más cortas, no solo facilitan el ingreso al mundo laboral, sino que también permiten actualizar a trabajadores que hoy ejercen sin contar con formación superior.

En la misma línea, Carlos Díaz advirtió que la tensión permanente está en equilibrar la formación inmediata con la preparación de habilidades para el futuro. “Estamos tratando de formar capacidades que permitan al estudiante trabajar hoy, pero también proyectarse. Eso es complejo, porque muchas veces no tenemos profesores que puedan enseñar trabajos que todavía no existen”, planteó. Allí, el reskilling se vuelve central: “Nuestros estudiantes van a tener que volver muchas veces, como ocurre en países desarrollados como Singapur o Suiza, donde la capacitación continua es parte del ciclo laboral”.

Por su parte, Catalina Iglesias remarcó que la única manera de asegurar calidad es vinculando la formación con las necesidades reales de la industria. Expuso la experiencia de Inacap con sus consejos empresariales sectoriales y regionales, espacios donde se definen hojas de ruta junto a gremios y empresas. “El indicador más ácido de calidad es la empleabilidad, y esta solo se logra si las carreras que ofrecemos son pertinentes a lo que demanda la industria”, enfatizó.

El panel coincidió en que la lógica de “estudiar una vez y para siempre” ya no responde a las dinámicas del mercado laboral. Los cambios tecnológicos, la rápida obsolescencia del conocimiento y la creciente presencia de adultos en la matrícula exigen itinerarios flexibles que permitan volver, actualizarse y reconvertirse.

El gran ausente: el Estado

Los tres participantes coincidieron en la falta de una estrategia país de largo plazo para la educación técnico-profesional. Señalaron la ausencia de una prospección nacional que identifique las carreras del futuro y criticaron la fijación de aranceles que no alcanzan a cubrir los costos reales de una formación de calidad.

“El mundo nuestro es algo invisibilizado. Todo el mundo habla de las universidades, pero cuando el mundo técnico-profesional levanta la mano, cuesta que lo escuchen”, advirtió Carlos Díaz. El rector de Duoc UC recordó además que “en Suiza, el 75% de los jóvenes opta por formación técnica. En Chile, aún estamos lejos de eso”.

Nuevos estudiantes, nuevos formatos

El conversatorio abordó también el cambio en el perfil de los estudiantes: más del 50% de la matrícula técnico-profesional corresponde hoy a mayores de 24 años, con una fuerte presencia en modalidades online o semipresenciales.

María Loreto Ferrari advirtió que los programas deben adaptarse a esta población adulta y reconocer el capital formativo que cada persona ya trae consigo. Por su parte, Catalina Iglesias puso el foco en la brecha de género en áreas STEM, donde la participación femenina sigue por debajo del 20%. “La industria pide mujeres y el sistema aún no logra dar respuesta suficiente”, alertó.

Mirada de futuro

La formación técnica no es un plan B —coincidieron los panelistas—, es un plan A con múltiples versiones, capaz de acompañar a los estudiantes a lo largo de toda su vida laboral. El desafío ahora es que Chile lo reconozca y lo transforme en política de Estado.

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