No alcanza con enseñar: hay que lograr que quieran aprender
La experta en gestión educativa Laura Lewin será una de las expositoras del Seminario Internacional del Colegio Villa María. En esta entrevista aborda los desafíos de la escuela actual, la evaluación, el liderazgo pedagógico y el rol del vínculo emocional en el aula.

Laura Lewin, especialista en gestión educativa, liderazgo pedagógico y neurociencias aplicadas al aula, será una de las expositoras principales del Seminario Internacional de Educación que organiza el Colegio Villa María, este sábado 14 de junio. Reconocida por su estilo directo, cercano y su capacidad de traducir teorías en herramientas prácticas, Lewin dictará la charla “Las sillas no son para sentarse, son para pensar”, donde invitará a repensar el rol de la escuela y del vínculo docente-estudiante en el aprendizaje significativo. En esta entrevista, comparte su mirada sobre los desafíos del sistema escolar, la evaluación, el liderazgo y la importancia de construir comunidades educativas que no solo enseñen, sino que inspiren.
¿Cuál dirías que es hoy el principal desafío de las escuelas en América Latina?
El mayor desafío de las escuelas en América Latina hoy no es solamente enseñar contenidos, sino lograr que los estudiantes quieran aprender. Las escuelas necesitan dejar de ser lugares que simplemente “dictan clase” para convertirse en espacios que despiertan curiosidad, acompañan procesos.
Has dicho que “enseñar no significa que aprendan”. ¿Qué errores comunes ves aún en la práctica docente?
Uno de los errores más frecuentes es confundir aprendizaje con exposición de contenidos. Muchos docentes aún piensan que si explicaron, entonces los alumnos ya aprendieron. Pero una cosa es entender y otra aprender. El aprendizaje real requiere participación activa, vinculación emocional, andamiaje cognitivo y tiempos diferenciados. Otro error es enseñar como aprendimos nosotros, sin actualizar las estrategias a los nuevos perfiles de estudiantes.

¿Cómo puede un docente lograr conexión emocional sin perder autoridad o estructura?
El secreto no está en volverse amigo de los alumnos, sino en ser una figura adulta confiable y coherente. La conexión emocional se construye cuando el docente mira, escucha y valida, pero al mismo tiempo sostiene límites claros. La autoridad no se impone, se construye. Y se fortalece cuando hay reglas claras, presencia emocional y firmeza con calidez.
¿Cómo se construye una comunidad escolar “que inspire” y no solo que enseñe?
Se construye desde la cultura escolar compartida, no desde slogans o frases pegados en la cartelera. Una escuela que inspira es aquella que cuida a sus docentes, escucha a sus estudiantes y trabaja en comunidad con las familias. Que tiene ritos, símbolos, espacios de reconocimiento y escucha. Que entiende que educar no es solo enseñar asignaturas, sino cultivar humanidad.
¿Qué mirada crítica tienes sobre la evaluación tradicional y cómo propones repensarla?
La evaluación tradicional suele centrarse en calificar, castigar o controlar, y no en mejorar. La nota se volvió un fin en sí mismo, cuando debería ser una herramienta para el aprendizaje. Además, muchas veces mide memoria a corto plazo, pero no comprensión, ni pensamiento crítico, ni creatividad. Repensar la evaluación implica cambiar la pregunta: en vez de “¿cuánto sabe?”, deberíamos preguntarnos “¿cuánto creció?”, “¿qué estrategias usó?”, “¿qué puede mejorar?”. La retroalimentación formativa, los portafolios, la coevaluación y la autoevaluación son caminos posibles hacia una evaluación más humana, más justa y más útil.
¿Qué pueden aportar las neurociencias a la escuela sin caer en modas?
Las neurociencias no vienen a dar recetas, sino a ofrecer comprensión profunda sobre cómo aprende el cerebro. Su mayor aporte es recordarnos que no se puede aprender sin emoción, sin atención sostenida ni sin memoria significativa. Aplicarlas bien implica traducir sus hallazgos al aula de manera práctica, sin caer en neuromitos. Por ejemplo, entender cómo funciona el estrés, cómo se consolida un aprendizaje o cómo captar la atención de los estudiantes. La clave está en tomar lo que suma, sin endiosar ni simplificar.
Si pudieras reformar una sola cosa del sistema escolar hoy, ¿qué cambiarías?
Cambiaría el modo en que se forma y acompaña a los docentes. No se puede pedir transformación sin sostén. Si queremos escuelas diferentes, necesitamos docentes empoderados, cuidados y formados de forma continua y con sentido. La realidad es que no hay educación posible sin buenos educadores, y no hay buenos educadores sin condiciones dignas, tiempo para reflexionar y espacios reales de desarrollo profesional.
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