Pablo Zamora, presidente de Fundación Chile: “Hay mucha gente que trabaja en temas de innovación y que nunca ha innovado”
El bioquímico, emprendedor y actual presidente de Fundación Chile entrega su mirada para ser un país más innovador. Una clave fundamental, según el cofundador de NotCo, son las alianzas entre el mundo público y las empresas.

Bioquímico, emprendedor, empresario, científico, Scout. Pablo Zamora Cantillana es difícil de englobar en un concepto. Y aunque muchos lo conocen por ser uno de los cofundadores de la empresa chilena NotCo, en los círculos académicos es reconocido como un referente a nivel internacional en la industria biotecnológica.
Hoy ejerce como presidente del directorio de la Fundación Chile (FCh) y en paralelo es miembro del directorio de BancoEstado. Asimismo, es inversionista y socio de distintas empresas -entre ellas el restaurante Nobel, en Isla Negra, Valparaíso- y startups, siendo la más conocida Spora Biotech, dedicada a crear cuero prácticamente idéntico al de origen animal, pero basado en el reino fungi.
“Tengo una vida que se mueve entre Vitacura y Melipilla (donde vive). Entiendo los dos mundos y sus necesidades. Por eso que creo tener una visión mucho más comprensiva que otros empresarios acerca del sector público”, aclara Zamora antes de comenzar esta entrevista.
¿Qué cambió luego del reconocimiento de la OEA por su aporte a la innovación en biotecnología y agricultura sostenible?
Varias cosas. Primero, la red global que tenía se volvió a activar, que fue una de mis fortalezas cuando volví a Chile en 2015, luego de vivir siete años en EE.UU. Por ejemplo, acaban de llegar al país fondos ligados a Bill Gates, así como Softbank, y les ayudé a vincularlos al ecosistema local.
¿Cómo se logra ser científico, inversionista, emprendedor y trabajar en el sector público en una sociedad en la que estamos acostumbrados a la especialización?
Todo está en las ganas de impactar en temas complejos. Cuando veo una necesidad, tiendo a meterme y tratar de trabajarla, siempre con buenos equipos. Hoy estoy muy contento en FCh y BancoEstado, porque tengo una visión que le sirve al aparato público, al venir del mundo privado. Me autoimpuse ser un miembro activo de la sociedad chilena en todas las dimensiones. Obviamente esto es difícil de compatibilizar y es complejo de llevar. Desde la agenda, hasta los propósitos.
Si pudiera elegir un solo propósito, ¿cuál sería?
Particularmente, el propósito para Chile es poder desarrollar un país más justo y más próspero con una sociedad que valora a las personas y el conocimiento. Y para eso, no tengo ningún problema en trabajar con alguien de derecha o de izquierda. No miro ideológicamente a las personas, sino que me fijo en cuáles son sus valores. De hecho, la sociedad gringa me dio algo que me ha pasado la cuenta acá en Chile: Tener mucha confianza en el talento. Por ejemplo, hoy estoy también apoyando a la música, organizando producciones con la Orquesta del Viento, porque cuando encuentro gente que me vuela la cabeza, la apoyo. Sea ciencia, música o arte. Creo que en Chile hay más talento que apoyo a él y eso, me frustra.
¿Cree que se ha abusado del término “innovación” en Chile?
No creo que el hecho de que la innovación esté en boca de todos sea algo malo per se. El problema es que hay mucha gente que trabaja en temas de innovación y que nunca ha innovado. Es como la biotecnología, la gente entiende el concepto pero no lo ejerce. Entonces, muchas veces es mejor hablar de innovación que desarrollarla, porque la innovación requiere puro riesgo y si eres innovador en tu pega, te pueden echar. Traer gente que esté dispuesta a quemar puentes y tomar riesgos, es más fácil que tomarlos uno mismo. Ahora, en las empresas igual tienes que estar preparado, porque todos los altos ejecutivos de las compañías necesitan tener doctrinas para poder usar correctamente la innovación, sino, es un despilfarro de plata.
¿Qué herramientas son necesarias para innovar en Chile?
Primero, traer gente que esté haciendo innovación a su círculo cercano. Porque una innovación que no está bien manejada puede ser realmente nociva para una estructura o una organización.
¿Por ejemplo?
Si nos ponemos innovadores en el Estado y rompemos con todo lo que hace el aparato público, antes de cualquier transformación, generamos un daño enorme dentro de la estructura, porque todo el mundo pierde certeza. Por eso que hay que instruirse antes.
¿Cómo hay que instruirse?
Toda industria tiene su cuota de innovación. Lo que pasa es que hay algunas que terminan aboliendo a otras. Pero creo que las industrias primarias -como la minería- son las mejores candidatas, las cuales pueden aumentar eficiencia en los procesos de extracción, los concentrados o la estabilización de los metales. Pero además, tienen que haber otras industrias que se hagan cargo de la siguiente etapa de valor. Me hace falta en Chile un Codelco, pero relacionado con el uso de las materias primas que desarrolla Codelco. En Chile siempre se dice que se pueden generar grandes transformaciones con el uso del cobre, pero nos falta ese segundo piso. Y ahí el Estado es muy importante en dar incentivos para que ese segundo piso de industrias se vaya generando. Porque hoy día es más fácil quedarse en la estructura primaria. Y la secundaria, involucra, como en cualquier índole de cosas, un reto implícito.
¿Qué rol juega la educación en la innovación?
Hay que desarrollar personas curiosas con espíritu crítico, con capacidad de análisis, con capacidad de poder desarrollarse en interdisciplinas. Eso es una habilidad que se forma desde la escuela pero se consolida también en la universidad. Y hoy ninguna de ellas tiene la plasticidad suficiente para poder arrojar el perfil que se requiere para poder abordar estos problemas de complejidad mayor.
¿Cómo resolverlo?
Primero hay que ir generando más masa crítica. Teniendo mejores tomadores de decisiones en el ejecutivo y en el legislativo. Teniendo mayores formaciones en las escuelas para los profesores y a su vez, tener un método de enseñanza que permita que el talento se exprese de buena forma. Por otro, está el incentivo. Si quieres desarrollar el reemplazo del litio o al cobre, tiene que nacer de nosotros mismos como país. Tiene que nacer de los propios centros tecnológicos. Y ahí yo creo que no hemos sido lo suficientemente enfáticos.
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