Ignacio Briones: “Esta no es una candidatura testimonial, aquí vamos con todo”


Es jueves, 4 de la tarde, e Ignacio Briones se baja de su Vespa naranja y camina solo por la vereda de Apoquindo con una mochila amarilla colgando del hombro. Cuarenta y ocho horas antes había dejado su cargo como ministro de Hacienda para lanzarse como candidato presidencial de Evópoli. Con mascarilla y todo, los transeúntes lo reconocen. Briones –entonces académico de las políticas públicas, pero no miembro de la política activa, como lo es ahora- apareció en la escena hace poco más de un año y ya es figura nacional.

-Me invitó el Presidente Piñera a ser su ministro en ese momento que fue histórico-, reflexiona, aludiendo al estallido social que había sacudido al país. No se imaginaba entonces que tendría que lidiar con una pandemia mundial que puso por las cuerdas la economía: programas de emergencia por un lado, llamados a abrir la billetera por el otro que lo arrastraron a una fuerte crítica política cuando se opuso tenazmente al retiro del 10% de los fondos de las AFP.

-Yo mantengo absolutamente todas y cada una de las razones que di para oponerme. “Ojo, esto no es gratis, esto tiene costos futuros, tiene costos en las pensiones y ese costo se va a desnudar”. Lo estamos viviendo y lo vamos a vivir. Y eso yo lo voy a seguir diciendo, porque es la pura y santa verdad. Uno tiene que hablarles con honestidad a las personas, mirándolas a los ojos y no impostando situaciones en aras de una popularidad efímera, en aras de quedar bien con todos. La honestidad, la convicción es lo que a mí me mueven.

Y ese mismo discurso lo traslada ahora a su nuevo desafío, toda vez qe su partido lo ratificó ayer como su abanderado. Le importa ser visto como el candidato de la responsabilidad, aun cuando –él mismo reconoce- aparezca como el “anticandidato”. “Si apostara por lo sexy, sería el candidato de la irresponsabilidad”, dice.

¿Cuándo empezó a darle vuelta a esta idea de ser presidenciable?

Me empezaron a decir la posibilidad a fines del año pasado, pero no veía nada muy concreto. Ahora Felipe Kast decidió no ir y eso aceleró todo. Si doy este paso, es porque estoy convencido de que puedo seguir aportando en los desafíos que tiene nuestro país. Estamos de cara a un nuevo ciclo donde se enfrentan dos caminos: o seguir en la inmediatez, en los atajos, en las soluciones fáciles, las ventas de humo, cuestión que yo creo que sería nefasto, o vamos por un camino de reformismo potente, decidido, pero con políticas serias, sostenibles. Lo que aquí está en juego es cómo recuperamos esa confianza. Hay que definir una hoja de ruta donde tú fijes un objetivo ambicioso, a 20 años plazo, y fijes estaciones intermedias que tienen que ir siendo escrutables, cumplibles en el tiempo, para volver a ganar esa confianza.

Antes del lío del 10% era más esperable que fuera candidato, pero después bajó bastante su aprobación. ¿Cuánto le pegó eso?

Creo que esa es una manera equivocada de enfrentar el tema, porque no se trata de mirar hacia atrás, sino hacia adelante.

Sus críticos sostienen que la puerta del 10% se abrió porque no se logró articular de manera rápida una red de ayuda para enfrentar la pandemia. Usted mismo dijo que se podría haber hecho mejor.

Aquellos que enarbolan esa razón, en realidad es una excusa, me parece a mí, para impulsar una política que era súper popular. Basta ver los números en las encuestas. Pero no porque sea popular uno tiene que dejar de advertir cuáles son las consecuencias, ese es el punto.

La pregunta es quiénes son aquellos que tienen la fortaleza y la convicción para comprarse batallas impopulares. Yo eso no lo vi, fueron muy pocos los políticos que hicieron eso. Respecto de las ayudas, yo quiero decir con mucha claridad que ojalá hubiéramos llegado con toda la amplitud que uno hubiera querido antes. No paramos en una sucesión de medidas, más de 50 que nos tocó a nosotros diseñar y desplegar, pero en eso no basta la simple voluntad; nos topamos con las falencias que tiene nuestro Estado. Porque para que las cosas ocurran no basta con decir “las hago”. Tienes que construir un registro social de hogares que pasa por varios filtros. Y nuestro Estado, lo digo con toda franqueza, hace agua. Se requiere una reforma profunda y creo que esta es una lección de esto: no tenemos un Estado que esté a la medida de responder a situaciones de emergencia, pero tampoco las cuestiones del día a día de cientos de miles de chilenos, cuya única opción para acceder a bienes y servicios es el Estado.

Estando de ministro de Hacienda, cuando partió la pandemia, dijo a La Tercera que le preocupaban los brotes de populismo incluso en la derecha. ¿Ahora cómo lo ve en su pares competidores de a carrera presidencial?

Hay que conocer las propuestas. Pero lo que yo sí advierto, y lo estamos viendo en el mundo, es esta oferta de cuestiones fáciles que son atractivas, que apelan a las emociones, particularmente en un momento en que estamos todos muy sensibles por la pandemia, por el dolor que ha generado. Esto que hay que tomárselo muy en serio, porque Chile está viviendo un proceso con muchos cambios al mismo tiempo: tenemos múltiples elecciones y, además, enfrentar lo que pasó a partir de octubre. Ese cambio, esa conjunción de tantos cambios simultáneos, yo creo que supone un liderazgo que no se deje tentar por el populismo o las promesas vacías.

¿Eso lo diferencia del resto de la oferta en la centroderecha?

Hay que ver las propuestas. Yo creo que hay candidatos, como Evelyn Matthei, que tienen ese mismo sello: buscar cambios profundos, pero con rigor, con seriedad, sin atajos. Hay otros candidatos que tienen otras ventajas, todos acá tenemos algo que mostrar y que desplegar. Mi vida completa ha sido marcada por un sentido de responsabilidad, porque entiendo que es la única manera en que los países pueden hacer cambios sustantivos pero sustentables.

Es muy anticandidato. Todo lo contrario a encantar con el ofertón.

Todas las personas entienden que las ofertas atractivas, maravillosas, encantadoras, no son sostenibles. Yo creo que eso es lo que se juega acá. Tenemos un desafío demasiado grande como para farreárselo.

¿Está conforme con cómo se tejió la red de ayuda social del gobierno durante la pandemia o va a ser una mochila para su candidatura?

Uno nunca está conforme 100%, sobre todo con shocks de esta magnitud. Lo que sí puedo decir es que nosotros no paramos de trabajar para desplegar más de 50 medidas en distintos ámbitos, que nunca van a ser suficientes. Estoy convencido de que con la mayor calma que dará el tiempo, vamos a valorar el tremendo esfuerzo que hicimos como país. El sello nuestro en esta campaña presidencial es la responsabilidad, pero no una como solemos entenderla, como si fuera tacañería.

Ud. ha dicho que está conforme con su trabajo, y que se están empezando a ver los más de 50 planes para enfrentar la pandemia. ¿Por qué se inmola por un proyecto político que está pensando en 20 años más?

No, yo discrepo. Nosotros vamos a dar una sorpresa, estoy seguro. Lo vamos a hacer con nuestras ideas, con nuestras propuestas, con equipos diversos, jóvenes, que van a introducir sangre nueva. Acá han dicho algunos que esto es testimonial. No, aquí vamos con todo, vamos a ganar, vamos a dar la sorpresa, estoy seguro. Si usted me dijera: “Usted va a ser candidato para ir a ponerse donde calienta el sol y renuncia a sus convicciones en aras de obtener el máximo de apoyo”, yo le diría que en esas condiciones yo no soy candidato. Si soy candidato, es porque tengo el convencimiento de que lo que nos enfrentamos es tan importante, que hay que hacer las cosas con mucha honestidad y responsabilidad, para que puedan dar sus frutos.

Estoy consciente de que las herramientas para poder navegar este año estaban construidas. Pero también consciente de los desafíos que enfrenta el país, necesitamos reformas importantes económicas y me interesa hacer ese aporte al debate.

Usted cree, entonces, que la carrera está abierta.

Yo creo que está abierta, muy abierta, yo creo que es sano que haya varios candidatos, es sano que haya una renovación de rostros. Un tremendo activo que tiene Chile Vamos de tener varios candidatos, que tenemos nuestras diferencias naturalmente, pero que encuentra una oferta programática diversa que combina la experiencia con la renovación de rostros.

28/01/2021 FOTOGRAFIAS AL CANDIDATO PRESIDENCIAL, IGNACIO BRIONES Mario Tellez / La Tercera

Hay varios exministros –Desbordes, Sichel y usted- que son candidatos en este minuto, pero por el hecho de haber sido de Hacienda, ¿es el más oficialista de los tres?

Evidentemente voy a defender lo que hemos hecho en materia económica, lo cual no implica reconocer que ante un shock de esta magnitud todo siempre puede ser insuficiente. No sé si es ser el más oficialista, pero voy a defender lo que hemos hecho; nunca me va a ver ser desleal con el gobierno.

Ahora, no tiene mucho sentido acá hablar de gobierno de continuidad o de candidato de continuidad, porque lo que le pasó al gobierno es que le tocaron dos shocks que no estaban en los planes de nadie. El 18 de octubre y luego la pandemia. Y todo lo que ha pasado desde que yo llegué era navegar ese shock exógeno. De lo que se trata en esta campaña es proponer una visión país, una visión de futuro, una hoja de ruta de mediano y largo plazo para Chile, para volver a crecer de manera inclusiva, para hacernos cargo de las demandas sociales, y para hacernos cargo también de la grieta más permanente que va a generar la pandemia.

Por lo mismo que usted dice, se le cuestionó que estaba dejando solo al Presidente. ¿No abandonó a medio camino? ¿Cómo lo tomó Piñera?

No, porque el abandono sería si usted se va y deja todo a mitad de camino. Acá las herramientas están diseñadas y desplegadas, y llegó Rodrigo Cerda, que es una persona extremadamente competente y la más indicada para poder ocupar estas herramientas. El sentido de responsabilidad país sigue plenamente vigente e incluso es más fuerte, porque lo que uno apunta es a contribuir en un segundo y tercer momento que me parecen decisivos para el futuro de Chile.

Esto no es para emprender una aventura personalista, como que me sentí macanudo y ahora quiero ser candidato. No, acá de verdad hay un convencimiento de que uno puede aportar en esta visión país de navegar a través de reformas exigentes, pero de manera responsable. Hacer las cosas con rigor, con claridad, con ambición. Y en esa tecla, en esa tónica, yo me sentí bien respaldado por el Presidente y fue lo que él también manifestó el día de mi salida.

¿Cuál es la idea fuerza de su candidatura? Lavín apuesta por la idea del gobierno de unidad nacional y la integración social. Desbordes tiene este énfasis en la derecha social, Sichel tiene un tema fuerte con el emprendimiento…

Hay más de una, aunque el tiempo de las propuestas está por venir, porque dediqué todo mi tiempo a mi rol como ministro. Pero yo creo que hay varios temas. Primero, la modernización del Estado. Me parece que es una urgencia y una causa preciosa, porque implica poner al ciudadano al centro. Por otra parte, hay que generar una estrategia de desarrollo, de crecimiento inclusivo, en el cual uno fije estaciones intermedias, porque nada resulta de la noche a la mañana.

Usted ha planteado esta idea de las estaciones para hacer una reforma tributaria. ¿Cuán profunda tiene que ser? ¿Tienen que dar más los que tienen más?

Vuelvo al concepto: uno no se puede saltar estaciones. Uno no puede pretender tener la carga tributaria de un país desarrollado sin serlo. Ahora, lo que sí sabemos es que conforme los países se van desarrollando, conforme van creciendo, su carga tributaria también va creciendo. Eso va a pasar en Chile. Lo segundo es que yo creo que es equivocado pensar en mayor recaudación como sinónimo de aumentar los impuestos necesariamente. Hoy día, teniendo tasas altas en el papel recaudamos poco. Eso admite sólo dos explicaciones. Una, que hay mucha evasión.

Se hace trampa.

Y la otra son las exenciones, y a mí me parece que son pocas las justificaciones para que haya. Las exenciones, al final del día, son privilegios tributarios. Hay que ir eliminándolos de forma gradual. Y el sistema tributario tiene que ser simple y tiene que ser justo. Dos personas que ganan lo mismo, tienen que pagar lo mismo.

Llama la atención que todo esto, que suena tan sensato, no se haya hecho antes. ¿Por qué se siguen permitiendo estos niveles de evasión?

Por grupos de interés. Por eso hay que llevar la reforma al Congreso y que tengamos ese debate honesto y que aparezcan los grupos de interés y den sus argumentos, a ver si son plausibles. Pero que no podamos seguir haciéndonos trampa en el solitario.

Aborto no, eutanasia sí

En su proyecto político, ¿cuál es la derecha que quiere ver en este país?

Yo adhiero a una centroderecha liberal. La palabra liberal va siempre acompañada de un liberalismo de una preocupación por lo social, porque el liberalismo tiene su génesis en que las personas sean las autoras de sus proyectos de vida y, por lo tanto, no hay uno que debiera primar sobre el otro. Pero para poder desplegar esos proyectos de vida se requiere un piso social exigente, de lo contrario esa libertad pasa a ser una apariencia de libertad solamente, una libertad puramente formal. Y ahí es donde entra la política pública, cuando tú tienes que nivelar la cancha de las oportunidades para que esos proyectos puedan desplegarse con igualdad de chance, con la riqueza y la diversidad que eso supone. Mi mirada es liberal también en lo económico. Necesitamos más y mejores mercados, con más competencia, sin cartas marcadas, sin la percepción de que hay grupos de interés que tienen privilegios o tratos distintos, o que tienen exenciones tributarias.

¿Y en materias valóricas? ¿Está a favor del aborto libre?

Yo creo que la clave está en que las personas puedan desplegar con libertad sus proyectos de vida, mientras no haya un daño a terceros. En materia de aborto yo fui y soy muy partidario de las tres causales. Pero no soy partidario del aborto libre; pareciera haber bastante consenso en que hay una vida que está en el vientre, que merece ciertos resguardos importantes del Estado.

¿Matrimonio igualitario?

Sí, full de acuerdo, con adopción también de acuerdo.

¿Eutanasia?

Por supuesto, está en el ámbito de las definiciones personales.

¿Y en la legalización de las drogas? Hay varios en el liberalismo que plantean que abriendo el mercado baja la delincuencia.

Es un tremendo tema. Hay muy buenos argumentos económicos para estar a favor de la liberalización, eso sin duda. Cuando usted lo prohíbe crea mercado negro, que es lo que vemos, genera grupos de poder que son los traficantes, la violencia. Sí hay buenas razones económicas para liberalizar eso, pero eso es en el papel, desde la teoría pura y dura. Es un tema difícil, no tengo un pronunciamiento taxativo.

¿Es agnóstico?

No soy creyente.

¿Tiene tatuaje?

No, no tengo. Tampoco voy a tener. Tengo un lunar, jajaja.

¿Libros preferidos?

La sociedad abierta y sus enemigos, de Karl Popper, me marcó mucho. Otro libro increíble, que yo creo que debiera ser lectura obligatoria en todas las escuelas es Sobre la libertad, de John Stuart Mill. Y, por supuesto, Adam Smith.

¿Le acomoda el acuerdo electoral con José Antonio Kast para la elecciones de constituyentes?

No, no es cómodo para Ignacio Briones ni tampoco para mi partido. Pero se señaló que era un acuerdo extraordinario para una elección extraordinaria. Los propios presidentes de partidos dijeron que el acuerdo llegaba hasta ese plano, no al plano de un pacto electoral, en las primarias o en las parlamentarias. El Partido Republicano, con mucha legitimidad, se planteó como opositor a este gobierno. Creo que Chile tiene que apuntar no a los extremos, tiene que apuntar a la moderación, a los acuerdos y no a los extremos que exacerban posiciones.

La analista Stephanie Alenda planteaba justamente que la profundidad del acuerdo es mayor tratándose de los candidatos para escribir la Constitución. ¿Si hubiera estado en la mesa de negociación, lo hubieras permitido?

Yo no estaba en la mesa negociación.

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