La vida en la cárcel de Martín Pradenas

A un año exacto de la presunta violación que habría empujado a Antonia Barra al suicidio, Martín Pradenas sigue aislado en una unidad sanitaria de la Cárcel de Valdivia. Sin contacto con el resto de los internos, pasa sus días leyendo la Biblia y haciendo videollamadas. Sus cercanos dicen que está más tranquilo, porque ya no lo pueden ir a funar. En paralelo, habría una nueva denuncia por acoso sexual en su contra.


Los vecinos de calle Los Arrieros están tranquilos. Por fin, dicen, se respira algo de normalidad en aquel barrio al sur de Temuco. Hace tiempo que se habían acostumbrado a las cámaras de televisión, a los autos de la PDI y a grandes grupos de personas haciendo manifestaciones y funas masivas. Pero todo eso se acabó. La familia que generaba el repudio se fue de la casa, con rumbo desconocido. Nadie lo admite públicamente, pero las cosas se calmaron de inmediato en el vecindario.

En esa calle vivía Martín Pradenas Durr (28). Su actual domicilio, sin embargo, no está con su familia, sino en la Cárcel de Valdivia. Allí permanece en prisión preventiva desde el 24 de julio, justo tres días después de ser formalizado ante el Juzgado de Garantía de Temuco por seis acusaciones de abuso sexual y violación en su contra. Entre las denuncias, está la violación a Antonia Barra Parra, el 18 de septiembre del año pasado, en Pucón. La joven les contó lo sucedido a algunos cercanos y se suicidó tres semanas después.

La causa ha movilizado a la ciudad entera en búsqueda de justicia. Pradenas niega haber cometido algún delito, pese a los audios que Antonia les envió a sus amigas contando que había sido violada durante Fiestas Patrias, en un viaje a la zona lacustre. Tampoco pese a una conversación que ambos tuvieron semanas después, cuando la joven le pidió que reconociera lo sucedido. Los dos no se conocían previamente y se encontraron en una fiesta nocturna. Hay videos y testigos que los vieron juntos en Pucón.

Personal de la PDI fue la encargada de retirar de su domicilio a Martín Pradenas. Foto: Agenciauno

Las demás denuncias ocurrieron entre el 2010 y el 2019. Una de las víctimas era menor de edad al momento de los hechos.

La formalización de cargos, el martes 21 de julio, fue seguida por un millón de personas que se conectaron a los canales de internet del Poder Judicial. La cifra es un récord. Nunca antes en la historia del país habían sido tantas las personas que seguían un proceso. En principio, los jueces dictaron arresto domiciliario y descartaron dos de los cargos, pero luego de un recurso de fiscalía, la Corte de Apelaciones de Temuco revocó el sobreseimiento de esas denuncias y decretó la prisión preventiva para Pradenas.

Exactamente a un año de los hechos, el imputado pasa sus días aislado en el área de salud de la Cárcel de Valdivia. Su detención fue transmitida en vivo por televisión y varias personas llegaron a gritar en su contra. Fue trasladado por la PDI vistiendo una chaqueta y un polerón con capucha. Al penal entró con su ropa, cigarrillos, fotos familiares, un inhalador, guantes y una mascarilla dentro. Originalmente iba a estar en aquella unidad hasta cumplir con los 14 días de cuarentena preventiva, pero se ha quedado por más tiempo. De esta manera, no tiene ningún contacto con el resto de la población penal y es vigilado todo el día. Debido a las múltiples manifestaciones en su contra, Gendarmería lo ha calificado como un interno que podría ser objeto de agresiones, por lo que debería permanecer ahí hasta el juicio.

Pradenas también fue autorizado a ingresar una radio para entretenerse durante el encierro y un ejemplar de la Biblia. Estaría recibiendo orientación religiosa.

Quienes han conversado con Pradenas cuentan que está mucho más tranquilo, ya que no debe lidiar con las funas que vivió durante sus últimos meses en libertad. A lo largo de todo el año transcurrido desde la supuesta agresión a Antonia Barra, los manifestantes fueron a su casa y a un local de sushi que pertenecía a sus hermanos. También lo siguieron por Licán Ray y Pucón, donde, supuestamente, se había trasladado para evitar el asedio.

Por el protocolo Covid-19, no recibe visitas en la cárcel, aunque tiene derecho a hacer videollamadas en horarios restringidos. En su mayoría, son conversaciones con su familia y amigos; la frecuencia de estos contactos suele ser de tres a la semana.

Martín Pradenas fue detenido por la PDI cuando se le revocó el arresto domiciliario.

A pedido de su defensa, se ha entrevistado con un especialista para establecer un perfil psicológico. Sería una prueba para el juicio, cuya realización dependerá de lo que determinen las partes el próximo 21 de noviembre, cuando se cumplan los 120 días decretados por el tribunal para la investigación.

“Está bien, está trabajando para lograr un cambio importante. Estudiando el sobreseimiento, estudiando la forma. Yo creo que pronto habrá más novedades, porque la investigación sigue donde está y no hay ningún cambio”, dice su abogado, Gaspar Calderón.

La estrategia de la defensa está centrada en las pruebas que ya reunió el Ministerio Público. “Lo que estoy haciendo es reconfigurar la causa con base en las pruebas legales que ya están en la carpeta -comenta Calderón-. Repetir, como dicen los jueces, que no hay delito. En todos los casos”.

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El trabajo de la familia de Antonia ha sido arduo. Han sostenido varias reuniones con abogados de Santiago y Temuco para determinar los pasos a seguir.

“Ya hemos descansado unas semanas después de lograr que el imputado Martín Pradenas mantenga la prisión preventiva, de acuerdo a la ley según los delitos formalizados. Seguiremos trabajando profesionalmente para llegar igualmente preparados a un juicio justo; en representación de mi hija Antonia, de las otras víctimas del imputado, de las víctimas en que la justicia ha sido esquiva y de toda una sociedad cansada de abusos”, dijo Alejandro Barra, padre de la joven, tras la formalización.

La investigación ha podido reunir nuevos antecedentes para probar que la mujer fue víctima de una violación. Se han revisado un computador y un teléfono que pertenecen a Martín Pradenas. De ahí se obtuvo un audio en que el imputado reconoce que se infiltró, usando un nombre de mujer, en grupos feministas de Facebook y WhatsApp para saber qué tipo de acciones tomarían en contra de su familia. Sin embargo, aún no se han podido recuperar los archivos guardados en un celular que fue destruido por la madre de Pradenas dos días después del suicidio de la víctima. La mujer no ha explicado la razón de dichas acciones.

22 de Julio de 2020 / TEMUCO Resguardo policial en la casa de Martin Pradena luego que el juez Federico Gutiérrez del Juzgado de Garantía de Temuco, tras rechazar la prisión preventiva, investigado por delitos sexuales cometidos contra cinco víctimas, entre ellas la presunta violación de Antonia Barra FOTO: MARCOS MALDONADO / AGENCIAUNO

“Después de la formalización se han podido comprobar una serie de cosas que sospechábamos sobre el imputado”, dice Alejandro Guzmán, abogado de Alejandro Barra.

Fuentes cercanas a la investigación comentan que en julio llegó una nueva denuncia por abuso sexual en contra de Martín Pradenas, la que no alcanzó a ser parte de la primera formalización. Es la séptima mujer, incluyendo a Antonia, que lo acusa en menos de un año. Ninguna de ellas se conoce entre sí y todas han relatado un patrón de conducta similar. El Ministerio Público solicitó un informe policial al respecto y se encuentra, por ahora, decidiendo si corresponde reformalizarlo o no.

“La familia está bien, preparándose para lo que viene. Todo ha sido muy agotador. Imagínate que Alejandro Barra presentó la denuncia pocos días después de la muerte de su hija. Casi no han tenido tiempo para hacer luto, se concentraron en encontrar justicia”, comenta Guzmán.

En agosto, después de la formalización, la familia Barra tuvo que soportar una situación desagradable, una de las peores desde que decidieron buscar justicia por su hija: varios perfiles de Facebook, la mayoría falsos, compartieron un video que pertenecía exclusivamente a la investigación judicial. Eran las imágenes grabadas desde un supermercado Lider, en Pucón, donde aparecía Martín Pradenas junto Antonia Barra. El registro estaba editado, cortado en varias partes y con secuencias en cámara lenta.

La edición tenía clara intención de desacreditar la versión de la mujer al mostrar una relación de pareja normal. Lo compartieron, de manera simultánea, en un grupo llamado “Justicia para Antonia”, que es administrado por la familia de la víctima. Algunos de los perfiles que compartieron el material eran de familiares directos de Pradenas. Entre ellos, su madre y una tía.

La familia de la joven ha optado por bajarle el perfil al incidente, aunque reconocen que no esperaban el golpe.

“Estamos trabajando profesionalmente para lograr justicia por nuestra hija. La defensa, últimamente, en forma reiterada ha tratado de mostrar un video editado en el cual copian y pegan reiteradamente una imagen para causar la sensación que ellos necesitan. La justicia se ve en tribunales; la justicia social ya se pronunció. No van a revertir con la estrategia que hagan lo que ya está impuesto. El delito se cometió”, dice Alejandro Barra.

Por ahora, su energía está concentrada en el juicio que se avecina y en preparar la conmemoración de otra fecha importante: el primer aniversario de la muerte de Antonia Barra se cumple el 13 de octubre.

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