Avello: "El límite del humor es no dañar a otras personas"
"Al asumir Dávalos un rol público y un cargo estatal, pierde el derecho a que su honra sea resguardada con el mismo celo que un ciudadano cualquiera. (...) No puede pedir que a través de la mofa este no sea objeto de burlas, crueles o no", agrega Rafael Gumucio, director el Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad Diego Portales (UDP).

Sebastián Dávalos Bachelet presentó una demanda civil contra Canal 13 por las "injurias" que Yerko Puchento, el personaje que interpreta el actor Daniel Alcaíno, habría proferido en su contra. En su texto legal, que La Tercera PM dio a conocer ayer, el hijo de la ex Presidenta Bachelet acusa una "persecución" de la estación televisiva y pide una indemnización por $3.360 millones de pesos por las ácidas rutinas del humorista, vertidas en su mayor parte en el programa "Vértigo".
"Se ha solazado injuriándome a lo largo de tres años, burlándose de mi situación judicial, de mi familia, de mi trabajo, incluso de mi apariencia física o mi modo de vestir. Expresiones como 'el hijo del año' o 'el epidemia con aros', ladrón, y otras de peor clase han sido proferidas por este sujeto en forma sistemática, sin que jamás se le haya hecho por parte de sus superiores jerárquicos una reprensión", denunció en su escrito Dávalos.
"Dudo que otra persona de connotación pública se haya visto expuesta al escarnio y a la mofa de un canal de televisión con la persistencia y contumacia con que yo personalmente lo he sido. Sólo puedo calificar la actividad del demandado como una persecución completamente infundada en mi contra", remató el ex funcionario público.
¿Tiene límites el humor? El escrito presentado se centra justamente en las rutinas humorísticas del personaje, y abre un debate respecto de la libertad de expresión y la honra.
El humorista Juan Carlos "Palta" Meléndez -cuyas rutinas se especializan en política- afirma que "la parodia política siempre va a ser humor en base a personajes que están expuestos a la luz pública o que se han visto involucrados en casos de corrupción" y que, en ese sentido, Dávalos "tiene que tener cuero de chancho, apelar a la resiliencia y tener la capacidad de reírse de sí mismo, aun cuando ahora se comprobó que es inocente. Es por la responsabilidad de haber estado involucrado en este caso".
Sin embargo, precisa que "creo que una cosa es hacer humor con el contenido que estos personajes (famosos, autoridades) dan, pero otra es burlarse de la apariencia física de las personas o las autoridades. Se puede hacer humor con lo que está pasando con Dávalos, pero no con su gordura, por ejemplo. Eso ya es entrar a la mofa y a la burla, que es un terreno mucho más delicado y siempre trae consecuencias".
Meléndez explica que "aquí el personaje es el que está en cuestión, no Daniel Alcaíno, y todos conocemos a Yerko, que es deslenguado y es el espejo del público".
El también humorista Felipe Avello defiende la postura de Dávalos. "Creo que sí existen límites en el humor. El límite es no dañar a otras personas. Recuerdo el caso del subsecretario Tombolini: todo el mundo lo acusaba de ladrón, por el caso Coimas, a comienzos del 2000. Su nombre se asociaba a robo, al final la justicia falló en su favor, resultando inocente", dice.
Avello, eso sí, enfatiza en que "hay que ser cuidadoso aunque sé que es difícil. Empatizo con Daniel Alcaíno porque sé lo dificultoso que es hacer humor en vivo, en televisión, por años". Sin embargo, plantea que "al año 2018 las burlas al físico son recursos antiguos, extemporáneos, desagradables, no van con la dirección a la que la sociedad se conduce. Cada uno es dueño de verse como quiera".
Gumucio: "Dávalos nunca entendió los deberes de su cargo"
Otra perspectiva tiene el escritor Rafael Gumucio, director del Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad Diego Portales (UDP).
"El humor es un espacio de ficción en que el que habla no es el del todo el mismo (Yerko Puchento no es Daniel Alcaíno) y el objeto de los chistes tampoco es el mismo. O sea, Sebastián Dávalos no es el ciudadano Dávalos, sino el personaje público que eligió encarnar desde nada menos que el Palacio de Gobierno. Esta separación entre realidad y ficción es esencial a nuestra cultura y permite controlar y liberar la tensión que la sociedad acumula", explica Gumucio.
"Al asumir Dávalos un rol público y un cargo estatal, pierde el derecho a que su honra sea resguardada con el mismo celo que un ciudadano cualquiera. Al ejercer el poder, no puede pedir que a través de la mofa este no sea objeto de burlas, crueles o no. Esta es una de la esencia misma de la democracia: la idea de que el honor y el poder no pueden acumularse en una misma persona", establece el profesor de la UDP.
Según Gumucio, la misma demanda "demuestra de manera fehaciente que los chistes de Yerko solo describían de modo jocoso una realidad objetiva: que Dávalos nunca entendió los deberes de su cargo, ni las responsabilidades de su lugar en la sociedad. Que se comportó en esto y tantas cosas como un gigante de plumavit que hace reír a los niños que quiere asustar".
Y termina afirmando: "El aro es ahí solo un símbolo del poco respeto que esta querella implica por la República y sus tribunales de justicia, ese descuido por las formas que parece en Dávalos implicar una incomprensión total del fondo de las cosas".
Vea aquí la rutina que provocó la demanda de Dávalos:
https://www.youtube.com/watch?v=7v4OHxiC8FM
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