El día después de los rostros del 2-0 que sufrió el gobierno

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Aunque en La Moneda han insistido en que ya sabían que iban a perder la idea de legislar de Admisión Justa y que dan por hecho que revertirán en sala la derrota en pensiones, el cuadro está dejando al Presidente sin poder mostrar avance en una de las promesas de su programa de gobierno. Con el gabinete acusando un 50% de rechazo, el "lunes negro" pone el foco en al menos tres ministros. El marcador puede aumentar a 3-0 si mañana se pierde la nominación de Dobra Lusic a la Suprema.


Con el Presidente perseverando esta mañana en la tesis de tratar de endosarle costos a la oposición, volviendo a apelar a su "patriotismo" -en las formas, tal vez, menos beligerante que cuando la acusó de "antipatriota" el año pasado-, hasta ahora el gobierno no muestra un cambio de tono en este día después del lunes amargo en el Congreso. Habiéndose ido a dormir anoche con el marcador 2-0 en contra, en las palabras de sus ministros hay más emplazamientos que autocrítica, con expresiones como "portazo", "obstrucccionismo", "incomprensible" o "esperamos sensatez".

El vaso medio lleno: En La Moneda insisten en que las derrotas sufridas ayer en la reforma a pensiones (Comisión de Trabajo) y Admisión Justa (Comisión de Educación) no son terribles ni menos incapacitantes. Que la primera -aseguran en la Segpres- la pueden revertir en la sala de la Cámara, con unos 10 a 15 votos de ventaja. Que la segunda ya la veían venir. Que esta última, si la pierden en sala y han de congelarla un año, la usarán como arma de campaña al reponerla el próximo año, a meses de las elecciones municipales. Que la ciudadanía le cobrará a sus adversarios. Que su causa es justa. Y así.

El vaso medio vacío: Dos derrotas en un mismo día, con espacio de horas, es "too much", se lamentan fuera de micrófono algunos de sus parlamentarios. Que salvo otro vuelco, mañana el score será 3-0 si fracasa la nominación de Dobra Lusic a la Corte Suprema. Que así las cosas, el Mandatario no podrá celebrar en su cuenta pública del 1 de junio que Admisión Justa -que estaba en su programa de gobierno- está avanzando. Que tal vez en un año más haya otras prioridades como para reponerla. Y así.

El vaso más vacío: los dieciocho días que restan para la primera alocución en que Piñera rendirá cuenta del avance de su agenda tienen como música de fondo el trastabillante rumbo de sus proyectos de ley bandera; que pese a tener una oposición fragmentada, el apoyo al Ejecutivo no logra salir de la zona roja (35%); y que con un gabinete peor calificado (50% de rechazo en la última Cadem), más reveses en el Parlamento, será más difícil sofocar los clamores oficialistas por cambios en el equipo.

Así, la atención se centra sobre los ministros rostros de la jornada de ayer.

Cubillos: ¿Fue buena idea quemar las naves?

Amaneció remarcando que ya sabía lo que se venía. "Ya estaba rechazado desde antes que se empezara a tramitar (...) Se rechazó antes de que ingresara, se rechazó ante de que se leyera, se rechazó antes de que hubiera una audiencia pública", dijo este martes la ministra de Educación en Radio Infinita. De esa línea no se ha movido: la culpa es de la oposición.

Lo mismo dicen en el Ejecutivo, donde hasta no muchos meses atrás circulaban entusiastas voces que, luego del triunfo que obtuvo el año pasado en Aula Segura, ya la veían como la nueva ministra vocera de gobierno. Ahí dicen que desde el día uno la oposición anunció su rechazo y algunos descartan que su capital político haya quedado debilitado. "Es la oposición la que tiene que explicar", insisten.

Pero en el oficialismo hay algunos que plantean que la secretaria de Estado pudo jugar un mejor rol. Algunos en privado sostienen que fue un error no priorizar los liceos emblemáticos y que eso fue un error de Cubillos, que quizás por ahí se pudo conseguir más acuerdos con la oposición.

Esto último fue justamente uno de lo puntos de fondo: que para aprobar leyes siendo minoría, por simple aritmética hay que conseguir acuerdos con el adversario. Y allí recalcan que, con su gira veraniega, sus miles de e-mails a apoderados, con su tono frontal y su despliegue publicitario, solo galvanizó a una oposición tal vez sin muchos temas, pero que a la primera brecha que huele en un proyecto icónico e ideológico, tratará de morder.

"Honestamente, la actitud de la ministra hasta ahora ha sido poco dialogante, porque esa manera de imponer una verdad hace imposible el diálogo", hace ver el diputado DC Gabriel Ascencio. Su par Gonzalo Winter (MA) remarca que "la performance se ha devorado el debate de fondo. Y quiero decir, con todo respeto, que la señora ministra aquí presente ha sido una persona que ha contribuido mucho a que la performance y la discusión entre gobierno y oposición se ponga por sobre la discusión de cómo mejorar la educación".

Admisión Justa quedará congelada un año si la sala de la Cámara ratifica la derrota. En La Moneda dicen que la repondrán el próximo año, en campaña municipal. Y que la aplicación del Sistema de Admisión Escolar (SAE) en la Región Metropolitana va a reabrir fuerte el debate, y que ahí se podrá hacer pagar costos políticos a sus rivales. Pero, la ministra estará más expuesta, y nadie tiene cómo garantizar que no habrá otras prioridades o urgencias en doce meses más.

"Todo lo que hizo la ministra en las últimas semanas no estuvo dirigido a conseguir una mayoría parlamentaria. Les debería servir como lección acerca de su manera de hacer política", recalca el cientista político Cristóbal Bellolio.

Blumel y Larraín, ¿dialogando con el viento en contra?

"Se impuso el obstruccionismo" y que "es absolutamente incomprensible" lo que hizo la oposición, criticó esta mañana el ministro secretario general de la Presidencia. Acusó que el sector solo quería "provocarle una derrota política al gobierno". Bueno, es lo que hacen las oposiciones. En el conteo del secretario de Estado, una de las derrotas es reversible y la otra no, y hoy en la mañana en Mega ha recalcado que "nosotros hemos buscado construir acuerdos amplios y constitucionales, pero no podemos obligar a nadie".

Se revierta o no, y cómo se revierta el marcador de ayer, incidirá en el rendimiento del joven jefe de cartera, que así entra a los meses decisivos de su cometido, en el último año de estos cuatro en que no tendrá la presión electoral encima. El año pasado ya vivió meses tambaleantes cuando se le cuestionó su muñeca, y el episodio del ministro Chadwick tratándolo de "es como mi hijo", no lo ayudó. Menos cuando el Presidente ha tratado de antipatriota a la oposición (veamos qué sucede después de que reviviera hoy esa idea). Y para la sufrida tramitación del salario mínimo, su rol y el de sus pares Felipe Larraín (Hacienda) y Nicolás Monckeberg (Trabajo) fue tan "reforzado" por el jefe de Interior que a algunos les sonó a subsidio.

En esta vuelta, Blumel y su subsecretario Claudio Alvarado, veterano del Legislativo, se han encargado de conversar con parlamentarios y mantener puentes activos. Y en el caso de Pensiones, Larraín ha gastado suelas en explicar los parámetros que sustentaban el financiamiento integral del proyecto. Han dialogado, sí, pero con el viento en contra.

"Blumel y Larraín vienen saliendo del éxito de lo que fue la reforma tributaria. Algo que no salió mal y algún mérito habrá que concederle a estos dos personajes. Pero más allá de las estrategias y formas de hacer política de cada ministro, no hay que olvidarse de que estos debates están marcados por profundas diferencias ideológicas", observa Bellolio.

Blumel también ha sido mencionado en los mentideros oficialistas más de alguna vez como merecedor de un nuevo o más "sexy" -como decía antaño la ex ministra Evelyn Matthei- destino en el gabinete. Pero eso dependerá de cómo avance esta agenda. "Blumel está en un posición que no es nada de fácil. Estás rodeado de todos tus ex jefes, en un escenario en que supuestamente eres un par pero estás con los tipos que tenías una relación de subordinación, hasta el mismo Larroulet, que en teoría está debajo de él, pero seamos sinceros: es el jefe más largo que ha tenido en su vida. Blumel está en un posición bien compleja para jugar con autonomía y brillar con colores propios", recalca Bellolio.

La cuenta "antiflagelante"

Si bien en el gobierno reconocen que no es el escenario ideal que querían con respecto a la reforma de pensiones y que querían que se zanjara en la Comisión de Trabajo, aseguran que no se puede hablar aún de derrotados en esta reforma en particular. Esto, principalmente, dicen las mismas fuentes, porque aseguran que la estrategia de La Moneda siempre contó con un "plan a y un plan b", siendo el primero el que se aprobara en la comisión y que Soto fuera "capaz de aguantar las presiones del resto de la oposición", mientras que el segundo se apruebe en Sala.

Así, en el Ejecutivo aseguran que el plan b sigue en marcha y que, por esta razón, los ministros que encabezan la negociación han cumplido bien su rol. Además, atribuyen el fracaso en la comisión al diputado de la DC Raúl Soto, quien votó en contra. De hecho, aseguran que había un acuerdo previo con él y que no lo respetó. Una postura que sinceró hoy el titular del Trabajo, Nicolás Monckeberg. En entrevista con Radio ADN, el titular de la cartera afirmó que "la verdad es que nosotros no nos esperábamos que (Soto) votara en contra. Tuvimos un contacto fluido con él en los momentos previos, y con todos los parlamentarios la verdad".

En ese sentido, en el gobierno dicen que Soto puede verse como un triunfador en ese minuto, pero cuando la bancada DC vote en su mayoría a favor quedará expuesto. Además, dicen que se aprobará con holgura la iniciativa. "El escenario de hoy está dentro de las opciones que se conversaron la semana pasada", repiten como mantra en el gobierno, recalcando que aún no se puede hablar de fracasos.

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