ANTIGÜEDAD PRESTADA
En palabras de la arquitecta que la diseñó, esta casa -en una zona rural de la V Región- tiene una arquitectura simple, que se la juega por la materialidad, espacialidad y diversos elementos que fueron rescatados.


Aunque comenzó a diseñarse en 2009 y se terminó de construir en 2011, la historia de esta casa parte muchos años antes, a principios de los años 80, cuando su dueña compró en un remate todas las puertas y los ventanales de un hotel de Zapallar, derrumbado tras varios terremotos.
Todo ese material permaneció en una bodega hasta el momento en que Olimpia Lira terminó sus estudios de arquitectura en la PUC y su mamá le encargó diseñar su casa en el campo familiar, en la V Región: “Todo comenzó con el inventario. Después de ese registro, de contabilizar y medir, surgió la idea de una casa rectangular que integra todas esas puertas y ventanales en sus fachadas. Esos elementos determinaron la arquitectura, a partir de ellos apareció el diseño”, recuerda Olimpia. Ella cuenta también que ese espíritu de rescate y reciclaje no quedó ahí, que otros elementos estructurales de la casa también llegaron desde otros lugares, con ese carácter que solo da el tiempo y que no se puede falsear: “Hay unas columnas de fierro fundido que encontramos en una demolición, que venían de una salitrera del norte. El parqué del piso viene de la casa de una amiga, que lo estaba desechando después de una remodelación”.

La dueña de la casa es artista. Olimpia sabía que debía ser pensada como taller a la vez. “El espacio central, el común, el más grande, tiene la entrada, living, comedor y taller. Es su taller de verano, donde hace acuarelas y trabaja en papel”.
Otras preocupaciones fundamentales fueron las alturas y los acabados de los muros. La primera busca dar continuidad y flexibilidad, especialmente en el espacio central: eventualmente, si la dueña lo quiere, el living podría estar en otro lugar. Todo es movible. Las texturas, por otra parte, permiten reconocer la estructura de la casa desde adentro o desde afuera: “Es albañilería reforzada -es decir ladrillo y hormigón- y se dejó en evidencia, sin estucar, para lograr una textura mucho más cálida que el muro enlucido. Finalmente la orientación también fue clave. Mientras goza de una vista privilegiada al cerro y su bosque nativo, el espacio central -con orientación norte- además recibe luz del sur, el poniente y el oriente, la que va cambiando la percepción del espacio de acuerdo a las horas del día y las estaciones del año.

Gracias a la unión de todos estos elementos, con la marca de nobleza que dejan los años, cuando estuvo terminada muchos visitantes dijeron tener la sensación de que la casa llevaba ahí muchos años. Las puertas, las ventanas, las columnas y el parqué le prestaron su historia. m olimpialira@gmail.com w olimpialira.com

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