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Aravena, el héroe

Benedetta Tagliabue desde Barcelona y Juan José Ugarte, del Centro UC de Innovación; una de los jurados del premio y su profesor de título nos cuentan por qué Alejandro Aravena es el Pritzker 2016.

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El miércoles 13 de enero, desde Chicago la noticia recorría el mundo: Aravena era el ganador del premio Pritzker 2016. El primer chileno en obtenerlo, el cuarto latinoamericano de una lista formada por tres colosos como Mendes da Rocha, Niemeyer y Barragán.  ¿El premio en sí? US$ 100.000 y una medalla de bronce, premiación que se efectuará en el edificio de las Naciones  Unidas, en Nueva York, el próximo 4 de abril.

¿La trascendencia del asunto? Ya se sabe, que el Pritzker es como el Nobel de la disciplina, el reconocimiento más grande que un arquitecto puede alcanzar en vida (alguna excepción  póstuma ha habido) por las “contribuciones consistentes y significantes a la humanidad”. ¿Cuáles serían estas contribuciones de Aravena, con una trayectoria tan corta si se le confronta con antiguos ganadores como Otto Frei el año pasado, Toyo Ito el 2013, Peter Zumthor, Jean Nouvell, Rem Koolhaas o Renzo Piano, por mencionar  algunos?, ¿o si se piensa en los otros postulantes al premio de este año,  Diller Scofidio + Renfro, Calatrava o Libeskind?

El peso que le da el jurado a Aravena pasa más por su planteamiento que por el grueso de obras realizadas. Benedetta Tagliabue lo explica bien en las próximas líneas.

Con una trayectoria corta, pero meteórica -es también el director de la XV Bienal de Arquitectura de Venecia a sus 48 años-, lo que conquista de Aravena en el mundo es el rescate que hace del rol social de la arquitectura, desde un diseño simple y en una modalidad única, dicen, que logra involucrar a los distintos sectores de la sociedad para lograrlo.

Aravena se plantea como el nuevo héroe que todos queremos. Viene a decirnos que es posible e interesante hacer casas dignas para los menos pudientes, que funcionan y no se caen a pedazos.  Desde Venecia pone el acento en el centro del tapete, la calidad de vida de las personas. Baja al cotidiano, a la práctica, los temas obvios de los cuales la arquitectura debiera ocuparse. Habla de peleas, desde el frente, como un soldado rebelde -y de look rebelde- que lucha por los ideales que creemos perdidos y por una arquitectura fuera del statu quo. “Aún hay muchas batallas que ganar y muchas fronteras que es necesario expandir para poder mejorar la calidad del ambiente edificado y en consecuencia la calidad de vida de las personas...”, decía presentando el tema de la  XV Muestra de Arquitectura, Reporting from the Front. Y si este discurso, fascinante por sí mismo,  se suma a un diseño purista, al hueso, efectivo y libre de edulcorantes, el resultado es lo anunciado el miércoles 13 de enero: el Pritzker, el primero chileno.

El rol del arquitecto

Benedetta Tagliabue, jurado Pritzker 2016

¿Cuál ha sido el elemento fundamental  para elegir a Aravena y no a otro con una trayectoria más amplia, como Diller Scofidio o Calatrava, por ejemplo? Escoger a Alejandro se sabía que era por encima de arquitectos que quizás habían tenido más tiempo para demostrar más cosas, pero lo que es fantástico de él es que realmente ha reinventado un poco el papel del arquitecto desde el punto de vista de su compromiso social. Yo creo que el compromiso que tiene con mejorar la sociedad y hacerlo realmente utilizando todos los medios que tiene un arquitecto a disposición, el mundo académico, la posibilidad de estar en contacto con políticos y darles teorías nuevas y después a través de los usuarios llegar realmente a actuar, eso es algo único, es algo que Alejandro ha empezado solo y muy joven, y está teniendo unos resultados que pueden ser ejemplares para todo el mundo. Yo creo que esto es lo que realmente ha gustado al jurado y lo que nos interesa indicar.

Se ha criticado que Pritzker generalmente ha escogido como ganadores a  hombres y europeos, ¿esta elección busca dar una señal en el sentido contrario? Yo creo que sí, también un poco intenta ampliar la visión a una arquitectura más del globo, más abierta a otros lugares, otros continentes, que no tenga un punto de vista privilegiado.

¿Y que tiene Aravena que encanta a todo el mundo, director de la Bienal de Venecia, ha estado en  MoMA, Ted Talk, ahora el Pritzker? Aravena encanta (se ríe). Es difícil encontrar un hombre que sea tan seductor, tan guapo, tan inteligente, tan talentoso, se merece un premio porque sí, por como es -dice bromeando-. Pero bueno, ha hecho este trabajo que es muy único, muy serio y muy pionero, porque empezó muy pronto con toda esta investigación desde Harvard pensando que desde las universidades se pueden hacer cosas muy concretas que se pueden realmente realizar y cambiar las sociedades. Eso es maravilloso, o sea que un 10 a Aravena.

Sentido común y potencia en el diseño

 Juan José Ugarte, profesor de Arquitectura y director del Centro UC de Innovación en Madera.


¿De qué trataba su tesis de título? Yo fui el profesor guía del proyecto de título de Alejandro, él desarrolló como tema el puerto de Puerto Montt, en una época en que se exportaban desde ahí estas toneladas de chips y había un gran impacto urbano y sobre los recursos ecológicos del país. Alejandro, que siempre ha girado sobre temas de gran relevancia social, desarrolló un proyecto absolutamente innovador sobre cómo enfrentar el tema del puerto, combinar la actividad económica con la turística y a través de operaciones muy simples generar las condiciones de habitabilidad; por ejemplo, poder circular por el puerto a pie seco, independientemente de las lluvias, poder hacer una marca en el territorio, que define una frontera del continente, una mirada muy innovadora, con gran talento en su síntesis de diseño que obtuvo la calificación máxima que entrega la universidad y con ello el premio al mejor egresado de su generación de Arquitectura de la Católica.

¿Qué lo hace tan particular y contundente? La gran relevancia de la acción profesional, inventiva, de Alejandro ha estado en plantearse preguntas de gran relevancia social que tienen que ver con la calidad de vida en los conjuntos de vivienda social o ocuparse en lugares centrales de la ciudad por donde pasan grupos muy grandes de población. Esa interacción con la vivienda o la ciudad afecta directamente la calidad de vida de las personas. Respondiendo a esas preguntas, desde coordenadas arquitectónicas muy rigurosas y tal como dice el nombre de su grupo, elementales, dice mucho de su obra, ocuparse primero de preguntas que tengan gran relevancia social y responderlas bajo este criterio de acciones elementales que generan máximo impacto. Por ejemplo, cómo le responde a una familia que tiene proyectado ir ampliando la casa sin que signifique un deterioro ni para el  barrio, ni el entorno, ni para ellos. Él responde con este concepto de la media casa y el ADN, las huellas para que la pueda ampliar de modo armónico y que satisfaga todas las necesidades de la familia. Responde con un gran sentido común, elemental y con gran potencia en el diseño.

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