Econciencia
Efjaristo, Athina
Hace unos días di una charla en un congreso internacional de arquitectura sustentable en Atenas, Grecia. A este evento, organizado por la UIA, concurrieron arquitectos de diversas partes del mundo, quienes expusieron las distintas experiencias locales para el ahorro de energía en edificaciones.Muchosmostraron casos de proyectos con energías alternativas, otros se refirieron a cómo la arquitectura recoge o se adapta al clima, unos pocos a las políticas necesarias para fomentar una verdadera arquitectura ecológica. Yo presenté casos que dan cuenta de que en los edificios, más que buscar alternativas, hay que evitar que éste gaste energía, o sea, que no cometa errores con el clima. Al principiome pareció algo débil comparado con las otras ponencias, era como obvio. Más tarde me dio la impresión contraria, pues en general en otros países también se han olvidado que el ahorro de energía en arquitectura puede ser simple. Quedaron pensativos, al menos, respecto a cómo un sudamericano tiene esta postura radicalmente simple; por ello, supuestamente, me seguirían invitando.
También tuve la oportunidad de recorrer la ciudad de Atenas (latitud 38º N y 4millones de habitantes aprox.);me sorprendiómucho que todos los edificios son bajos, no hay torres que causenmolestos reflejos o sombras, todos tienen colectores solares para agua caliente en sus cubiertas, nuevos o viejos. Casi no vi fachadas acristaladas; obviamente no conviene pues consumen mucho aire acondicionado; obvio, pero hay que explicarlo en Santiago, pensé. Todos tienen control solar en las ventanas, que son ya demenor tamaño, y todas las fachadas blancas: conocen su clima y cómo evitar gastos innecesarios en energía.
El sistema de transporte es sumamente eficiente, en base ametro, buses, tren y tranvías interconectados. Los boletos se obtienen de unas máquinas automáticas, nadie revisa luego (por lo menos no lo vi), todos pagan (eso sí lo vi). Salvo en el centro, nunca vi policías, ni cercos de alambre, ni lomos de toro, ni hoyos, hay muchísimos autos y casi sin tacos. Una de las máquinas tenía mala la alternativa en inglés, y jamás le hubiera apuntado si no fue porque unos jubilados me ayudaron ymás encimame regalaron dos boletos, todo con señas, sólo dije “efjaristo”, gracias. Llevan allí 3.000 años, a nosotros nos faltan 2.800 al parecer para entender algunas cosas de la civilización.
El día de mi regreso esperaba que la nube de polvo del volcán islandés continuase hacia Grecia, lamentablemente no sucedió, el avión estaba listo para llevarme a la densa capa de esmog.
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