Editorial


La próxima semana es el primer feriado largo después de las vacaciones. Semana Santa para mí marca siempre el comienzo del otoño, aunque cambie de fecha cada año -puede haber hasta un mes de variación entre año y año-. Investigando, y según Wikipedia, “la Pascua de Resurrección es el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de marzo y se debe calcular empleando la Luna llena astronómica”; ¿cómo el aniversario de la muerte de alguien puede cambiar tanto, y estar más ligado a la Luna llena que a un día específico? Dogmas de fe, supongo...
Los días previos es un imprescindible ver al notero de matinal en la Vega encuestando a cuánto está el kilo de limón y cuánto ya han subido los pescados, y a la autoridad sanitaria dando claves para saber si este está fresco o no (parece que hay que mirarlos de tú a tú, para ver si le brillan o no los ojitos).
Visto desde un ángulo aun más pagano, para un porcentaje de la población son 3 o 4 días de relajo, de pasarlo bien y de comer rico; he visto cómo con la excusa de no comer carne, cada día son más los que aprenden a hacer pescado a la parrilla y mariscos de mil formas. Y como inevitablemente la gente se junta más y los que pueden salen fuera de Santiago, este número lo armamos pensando en esto, anticipándonos una semana. Algunas de las cosas que les proponemos: tres mujeres gourmet nos dicen cuál es la carta bajo la manga en caso de tener que improvisar algo rico y rápido, porque uno quiere ver a los amigos, pero no matarse trabajando. También armamos una guía de regalos y cosas lindas para llevar a la casa de quien nos invita, porque dejarse caer con las manos vacías nunca es bueno. Y les mostramos dos casas de playa, fáciles y bonitas, donde solo hay que abrir la puerta y empezar el relajo.
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