Agricultura orgánica en Pirque, islas en el sur de Chile, fincas en Mendoza. ¿Que tienen en común? Principalmente que quienes están detrás de cada proyecto han apostado por algo único, especial; aportes que ojalá perduren.

Sus gestores han invertido tiempo, energía y lógicamente también dinero en crear algo que para ellos está acorde con su idea de emprendimiento. Quizás podrían haber sido proyectos con retornos financieros mayores o bien podrían haber recuperado lo invertido en menos tiempo, pero claramente la visión no iba por ese lado.

En el caso de Marianne Müller en Pirque, con su proyecto ecológico y de educación que ya lleva años y que lentamente se transformó en un polo de actividad en el sector. O el de las islitas en el sur, que fueron recuperadas y planteadas como lugares de descanso en cierto modo muy boutique. Y la recuperación de tradicionales fincas en Mendoza, una mezcla inigualable de cultura y estilo de vida; todo sin apuros, cada ejemplo firme en sus convicciones.

Cuando se emprenden nuevos proyectos, al menos en mi caso, esa sensación de 'guata' dice mucho. Si uno duerme tranquilo y lo que se comienza a ver es similar a lo que se imagina, es porque se va por buen camino.

Y creo, sin haber conversado personalmente con los autores de estos proyectos, que ellos deben haber sentido algo similar.

Para innovar no se necesita parafernalia, sí una propuesta desde un punto de vista inexplorado, una mirada distinta; y si se hace con un buen guión, por así decirlo, se puede hablar de innovación. Lo que leerán en estas páginas, tiene mucho de eso.