Estamos de vacaciones, no solo en Chile, sino que en gran parte de Latinoamérica y, en general, en el hemisferio sur.

Cuando pensamos en cómo aprovechar este período de la mejor manera, habitualmente se planifica y organiza de acuerdo a lo que se busca (descanso, aventuras, nuevas realidades) y también en base a un presupuesto. Esto de alguna manera se podría definir como "diseño de experiencia", saber de antemano lo que se quiere conseguir y lograr que todo lo que pueda influir en ello esté relativamente controlado -incluso lo inesperado-, estimulando los sentidos y obteniendo emociones positivas.

Pero,

¿qué pasa cuando la experiencia comienza o termina de mala manera?

Hace algunos días tuve que viajar fuera de Chile. El viaje estuvo marcado por un mal principio y un mal final en nuestro aeropuerto internacional. A la salida, luego de pasar por una atestada Policía Internacional, el vuelo se retrasó, sin mayor explicación, cambiando de puerta y sin ningún tipo de reembolso a los pasajeros por parte de la aerolínea, pese a no cumplir con su parte del contrato (en Europa y EE.UU. hace años existen multas por atrasos injustificados). El vuelo de regreso salió a la hora, pero la fila de inmigración fue de más de una hora. Tomé el tiempo conscientemente, ya que llegaron varios vuelos juntos y no se habilitaron más casetas de control, a pesar de existir la capacidad (solo 16 de las 32 estaban operativas); al reclamarle al agente de seguridad, la respuesta fue "hemos estado así todo el día…".

Hace ya varios años que se habla de que la capacidad de nuestro aeropuerto internacional está al límite y para este año se espera rebasar los máximos, pero la solución definitiva aún se está estudiando... Chile tiene un potencial en turismo enorme, los hoteleros así lo han entendido, Sernatur lo demuestra con el diseño de sus nuevas oficinas que reciben como corresponde a quienes buscan información para recorrer el país; lo mismo las diversas iniciativas de guías turísticas que se multiplican. Sin embargo, en algún momento hay que pasar por SCL, un cuello de botella que entorpece y desvaloriza el resto de la experiencia.