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Herencia

Aquí la historia se percibe a cada paso. Hasta el susurro del viento parece contar algo. Pero fue la misma casa patronal bautizada como San Roberto de Almahue que hizo eco de algunos de sus pasajes. Cada puerta abierta, cada corredor, cada una de las 21 habitaciones relata el amor incondicional por lo suyo, por su pasado, sus antepasados y nuestras costumbres.

Casa Patronal, Valle de Colchagua,Santa Cruz, VI Region, Revista Mas Deco, 29 de Enero de 2012. Foto Alfonsina Riffo

Las tierras de Almahue, en la comuna de Pichidegua, ubicada a 160 km al sur de Santiago, pasaron de los picunches a la encomienda de Inés de Suárez y Rodrigo Quiroga durante la Colonia. Juan de Quiroga la tomó en 1603. Luego vinieron Juan Bautista de Ureta, la familia Irarrázaval, Pedro de Lecaros Berroeta, la familia Ortúzar, Francisco Ignacio Ossa y sus hijas como dueños. De ahí se traspasó al Arzobispado de Santiago antes de que en 1892 se rematara la propiedad en $1.380.000 y pasara a manos de Roberto Lyon, bisabuelo de la actual propietaria, Mónica Lyon, quien heredó la hijuela correspondiente a las Casas Viejas de San Roberto de Almahue hace 6 años.

Para que las tierras de Almahue pasaran a la familia Lyon transcurrieron casi tres siglos y varios dueños desde que la primera escritura de la propiedad diera como propietario a Juan de Quiroga en 1603.
 
Junto a Alejandro Bañados, su esposo, se han encargado de restaurar y preservar la casa patrimonial de manera intacta -antes y después del terremoto-, en un homenaje a sus antepasados, para mostrar la vida y las tradiciones del campo chileno y, por supuesto, de nuestra historia.

Muros. La terminación es muy similar al adobe gracias al revoque de barro y paja de los tabiques.
 
Corría el año 1642. Las casas de barro y techo de totora, típica construcción del pueblo indígena, se transformaron en un modesto rancho. De ahí evolucionó a la gran casona patrimonial que es hoy. A principios del siglo XVIII toma la arquitectura de una casa chilena, típica de la Colonia. Sus muros de adobe están fundados sobre robustos cimientos de piedra extraídas del cerro Valdovino de Almahue. Los techos, cubiertos con tejas de arcilla, descansan sobre coligües amarrados con cuero, apoyados sobre vigas y pilares de roble, ulmo y canelo, maderas nativas de la hacienda. Sus pisos son de arcilla en los corredores, y de madera en los recibidores y dormitorios. Alrededor del patio principal posee un antiguo y cuidado pavimento de piedra huevillo, escogidas del río Cachapoal.

Ancestros.

En el comedor principal figura un cuadro pintado al óleo de Roberto Lyon Santa María,  quien adquirió la propiedad en 1892. En otro salón se observan una serie de fotografías antiguas de la familia.

Además de la capilla, la casa convivía junto con otras construcciones. Desde pesebreras para   caballos fina sangre, las cocheras, una llavería, pasando por una escuela, gallineros, corrales y potreros, y aparte de las cerca de 200 casas de inquilinos. Se acostumbraba a preparar las galletas, como se le llamaba en esos tiempos al pan. Eran para todos sus trabajadores y la familia. Así también las velas, hostias, ollas, escobas, muchas herramientas y hasta las herraduras se fabricaban en la propiedad. Hoy todavía se conservan muchos de esos moldes, aunque no se usan. El vino, en cambio, lo siguen produciendo como en aquella época. Es la viña Almahue. Y las misiones tampoco cesan. Cada año la alameda de plátanos orientales se traslada a más de doscientos años, repitiendo una y otra vez la romería, como si no pasara el tiempo. Siempre bajo la mirada de dos imponentes leones, símbolo de la familia Lyon. Así es Almahue.

La recuperación de la propiedad contempló no solo la arquitectura de la casa, a cargo del arquitecto Eugenio Joannon, sino también la restauración de los muebles y del paisajismo original.

INSPIRACIÓN

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