La cuarta dirección
La cercanía con el mar hace más grato habitar su primer departamento. Acá en Santiago, después de remodelarlo a su medida y explotar todo el potencial de sus espacios, necesitó llenarlos con materiales nobles y sus agradables aromas.
Cuando el arquitecto Enrique González se acercó a la sala de ventas de un edificio que se construía cerca de su casa, en Vitacura, sector Vespucio Norte, le contaron que el proyecto contemplaba departamentos tipo penthouse de uno y dos dormitorios en los últimos pisos. “Había empezado a soñar con algo así por el año 2007, en plena crisis subprime y cuando apenas estaba saliendo de la universidad, sin pega aún. Un terreno baldío, construcción detenida por crisis, nada concreto. Un par de años más tarde se definió el proyecto y después de mucho insistir me embarqué en esta aventura. Un penthouse de dos dormitorios en el último piso de un edificio de mediana altura con grandes terrazas; en una zona muy central y estratégica, con rápidos accesos a autopistas, parques, restaurantes, centros comerciales, muy cerca de donde vivía y también de la oficina, ambos a cuatro cuadras: todo eso para mí era muy atractivo”, recuerda Enrique. Compró en verde y después, revisando la planta, se dio cuenta de que la distribución no lo satisfacía, que no aprovechaba el potencial de los espacios.
En esa época estaba partiendo. Los recursos de tiempo y dinero para una remodelación no estaban disponibles. Tuvo que arrendar el departamento hasta que en 2014 pudo meterse de lleno en el proyecto de hacerlo a su medida. Hablamos de 70 m² más 40 de terraza; dos dormitorios en suite, living, comedor y cocina americana. “Una de las primeras cosas que hice fue ver cuál de los muros podía botar para integrar los espacios. A pesar de que era americana, la cocina tenía un pilar con un clóset al medio; lo eliminé y extendí el mesón; ahora se pueden sentar ocho personas ahí. Las puertas eran correderas, las cambié por abatibles, las ubique en otras partes y las dejé hasta el cielo. Cambieétodos los revestimientos. Por ejemplo, las ventanas eran de madera oscura y el piso flotante era claro. Lo quité y puse una madera rojiza, lo más parecida posible al color de las ventanas. También eliminé el granulado del cielo y lo dejé liso. Buscaba así unificar los espacios”, explica Enrique. La cerámica que escogió la inmobiliaria para los pisos de la cocina fue reemplazada por la misma madera del resto del departamento, y en los muros, por el mismo granito de las cubiertas. De esa manera se evitó la sensación de no estar terminada.
Siempre pensó en usar el segundo dormitorio como escritorio porque a veces se lleva cosas de la oficina para revisar allá: “Necesitaba un mueble que se apropiara del espacio e hice una biblioteca empotrada para los muchos libros de arquitectura que tengo. Logré tener un departamento de dos dormitorios bien integrados y entré en la tarea de amoblarlo. No me gustaron los muebles que hay en el mercado y decidí que lo mejor era diseñar la mayoría. Está la biblioteca que hicimos en cedro boliviano. Mandé hacer los muebles del dormitorio en coigüe, con los veladores integrados al respaldo para dejar espacio disponible, buscando la idea de horizontalidad. La mesa del comedor es de un amigo italiano, que estuvo acá haciendo su magíster en la PUC, es el prototipo”.
El primer departamento de Enrique está en Viña del Mar y en pocas palabras se describe como limpio, pulcro, blanco, moderno y liviano. Para Santiago, donde pasa más tiempo de marzo a diciembre, quería un lugar acogedor, cálido, pero a la vez moderno: “Por eso busqué trabajar con harta madera en los muebles, materiales naturales, como las sillas Valdés que son de cuero, el piso de madera, otro sillón de cuero en el escritorio. Quise tener todos los muebles en su versión original. Santiago es una ciudad contaminada, es increíble cómo los materiales originales aportan, además de sus texturas, con los aromas de lo que son. Todo eso crea una atmósfera más acogedora. La gente se acostumbra a los materiales sintéticos, que no aportan esa cuarta dimensión que tienen las cosas que es el aroma, las sensaciones que producen. Es un privilegio poder disfrutarlos”.
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