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Los aseos

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Antes que todo no hay que olvidar que este planeta se llama Tierra, y lo más probable es que por ello haya tierra por todas partes: autos, camisas, zapatos, vidrios, techos, cabezas y en todos los espacios interiores. Es muy normal, es imposible eludirla, de hecho somos terrícolas, no abuse de la limpieza. Lo anterior es especialmente notorio en lugares secos, pues al no haber humedad en el aire se levanta muy fácil y tarda más en caer. Esto se acentúa si en el lugar corren brisas o bien transitan muchos vehículos, los cuales vuelven a levantarla. Esta tierra además se combina con un sinnúmero de otras partículas tóxicas generadas por los seres humanos (producto de una mala combustión, p.ej.), sumando un total llamado ‘partículas en suspensión’, en donde se combina nuestra tierra con productos cancerígenos que quedan atrapados en nuestros pulmones. Estos son los que se deben evitar.

Hoy, lo normal son los ambientes limpios, básicamente por aspectos higiénicos, pero el asunto es cómo lograrlo sin complicaciones y disminuyendo los daños ambientales. Para esto deben preferirse todas las superficies que no atrapen tierra (polvo es su versión fina) y, por otra parte, deben limpiarse idealmente con un trapo (podría ser húmedo), nunca productos dañinos. Si se desea complicar el aseo, una mala idea es tener alfombras, pues atrapan todo y su limpieza es complicada, ya sea por el empleo de aspiradoras (consumen mucha electricidad y por su desesperante ruido, fuera de normas acústicas en general) o por su lavado (con productos tóxicos y secados complejos). Otra pésima opción es contar con superficies que se deben encerar (en general las ceras son muy tóxicas en su composición).

Muchos edificios no contemplan que las ventanas se abran (de gran utilidad en recintos dedicados a la salud p.ej.), así esta suciedad no entra, lográndose ambientes sanos. Pero para este fin se deben contemplar sofisticados sistemas de filtrado de aire, a los cuales debe hacérseles mantenciones profundas (como en los autos, que se les cambia el filtro de aire), de no realizarse el efecto sería peor, pues en ellos podrían proliferar bacterias que viven de esa suciedad y humedad que se capta del aire (elemento que no era problema inicialmente).

Las fachadas de los edificios deben ser fáciles de limpiar, para ello lo ideal es no contar con vidrios inclinados, usar materiales que no necesitan aseos (ladrillos, enchapes de piedras, etc.). Elija  colores ‘tierra’ (si están sucios no se notarán), si va a usar vidrios en abundancia, provea la fachada con sistemas de limpieza incorporado.

Usted elige: tierra fácil de limpiar, barata y no dañina, o un sistema tecnológico caro de primera calidad al cual se le deben realizar minuciosas mantenciones y más limpiezas. d

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