Mejor que un plan B
No hay que ser experto, simplemente observador: cada vez vemos menos abejas y mariposas. Ellas, como otros insectos benéficos, están desapareciendo por nuestra visión de progreso cortoplacista. La ONG Plan Bee surgió para enseñarnos que hay acciones simples, que todos podemos hacer, para evitar un desenlace fatal.


En esta colmena vive una colonia de abejas tan grande que si fueran personas repletarían el Estadio Nacional. Pero eso no es raro.
Hubo que agregarle otra alza, otro cajón de madera que contiene los marcos donde ellas tejen los hexágonos que habitan. En la de abajo vive la reina, poniendo dos mil huevos diarios. En la superior, las súbditas se reparten tareas como hacer aseo, recolectar néctar, almacenar miel, alimentar las larvas y proteger la colmena. Pero eso tampoco es raro.
Lo inusual es que esta colmena esté en un área urbana como Las Condes; que cuente con una floración tan abundante, como para regodearse entre flores, plantas aromáticas y árboles frutales, y que la persona que cuida de ella -así como del jardín y la huerta- no es experta en apicultura, agronomía, ni paisajismo.
“Ella se acercó a nosotros. Una de las formas en que se financia nuestra ONG, Plan Bee, son los socios, que hacen un aporte mensual de dos mil pesos. Teníamos esta iniciativa de crear colmenas urbanas y ella nos dijo que quería una en su casa. La trajimos y le prestamos una pequeña asesoría respecto a cuáles son las plantas que aseguran a las abejas una alimentación apropiada, cuáles son los repelentes naturales para controlar las plagas que puede sufrir su jardín, los remedios para las babosas y caracoles sin aplicaciones químicas; lo mismo con las garrapatas y pulgas”, cuenta Paula Pedreros, junto a Antonio Bogdan, cofundadora de Plan Bee. Actualmente la ONG asesora cuatro colmenas urbanas en espacios menos generosos que este jardín de Las Condes e incluso más céntricos, como Ñuñoa.
“Vivo en un piso 12. No sé si plantar porque me imagino que ningún insecto va a llegar a esas alturas”, “Tengo una huertita. Leí la etiqueta de un producto y me di cuenta de que es dañino para las abejas. ¿Qué otra cosa puedo usar?”’. Son algunas de las preguntas que reciben en su sitio web (www.ongplanbee.com). A las que Paula responde siempre: “¡Planten!, a la altura que sea. Yo he visto a las abejas y las mariposas llegar hasta ahí. En terrazas, en balcones, incluso en las ventanas, solo basta tener plantitas de lavanda, albahaca, romero, cualquiera de las que se usan para cocinar, y el aroma atraerá insectos benéficos. Si además pones un plato con agua y piedras para que no se ahoguen, van a llegar. Para las plagas hay muchos repelentes naturales, preparados con ajo o colillas de tabaco”.
Paula Pedreros es una ingeniera agrónoma a la que siempre le gustó el trabajo de campo, pero de forma orgánica; que decidió hacer algo ‘importante’ y se dedica a enseñar a la gente a convivir nuevamente con la naturaleza. “Eso me llevó a Plan Bee, hace ya ocho años. Esta es una de las cosas importantes que hacemos, hacer entender a la gente que todos podemos aportar a la conservación de las abejas. También damos asesoría a apicultores orgánicos y hacemos talleres con niños”.
Color de hormiga
Pero, ¿qué tan grave es la situación? En sus investigaciones en terreno, Plan Bee ha observado una tasa de mortalidad de un 8% anual. Las principales causas son los insecticidas, la sobreexplotación, las torres de alta tensión y las antenas de telefonía celular -que perturban el comportamiento de las abejas-, y los monocultivos, algo que no existe en la naturaleza. “Muchos apicultores poco conscientes no les dejan miel para sobrevivir el invierno. Además sufren enfermedades como la varroa, una especie de piojo que les hace más daño cuando están débiles por mala alimentación”, explica Paula.
Todos hemos oído que cuando las abejas se extingan la humanidad no podrá sobrevivir más de cuatro años. Aun así el modelo de agricultura tradicional no da signos de cambiar. En países como EE.UU., de donde lo copiamos, ya han perdido aproximadamente el 40% de sus colmenas, y en el caso de las abejas nativas la cifra llega al 60%. En otros lugares como Francia y Alemania la ciudadanía ha comprendido la gravedad de la situación y se ha manifestado llevando las colmenas vacías hasta las casas de gobierno. Esa preocupación generó nexos y Francia está incluida en la campaña ‘Sembremos vida’ de Plan Bee: “Julie Hernández, que vive allá, aportó con una investigación de flora apícola y gracias a eso en nuestra página ellos pueden conocer la floración apropiada de acuerdo a la región en que viven”.
En nuestro territorio la campaña trata de incentivar a la gente a tener huertas orgánicas en sus casas o departamentos: “Proporcionamos toda la información sobre la flora nativa de interés apícola y la flora introducida que también atrae insectos benéficos. Te pones en la región donde tú estés y puedes encontrar la especie más apropiada. También nos contactamos con productores de semillas orgánicas que además son biodinámicos y tienen buenos resultados, con guardianes de semillas para que la gente se comunique con ellos y obtenga semillas sanas”.
A diferencia de las plantas transgénicas, las orgánicas producen semillas. Son finalmente lo único que las abejas piden.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
2.
4.
Este septiembre disfruta de los descuentos de la Ruta del Vino, a un precio especial los 3 primeros meses.
Plan digital + LT Beneficios$3.990/mes SUSCRÍBETE