Mezcla perfecta
El ojo de Cristián Molina -acostumbrado a estar detrás de una cámara captando arquitectura- se unió al de Nicole Dulanto -productora con vasta experiencia en decoración- y el resultado es excepcional. En una casa de Horacio Schmidt la pareja combinó su buen gusto, sus muebles y sus vidas.


Cristián Molina se imagina que -así como él, fotógrafo de arquitectura, especializado en hotelería- hemos estado en muchas casas con buena vista. “Pero esta casa tiene una vista que te mueres, realmente increíble”, advierte antes de que podamos apreciarla. Está en lo correcto en ambas cosas.
Antes que nadie, hace unos 30 años Horacio Schmidt construyó en el cerro Alvarado esta casa para habitarla él mismo. Juan Grimm colaboró desarrollando un pequeño parque con pinos toscanos que la ocultan de quienes miran desde abajo. Cristián cuenta que junto a su mujer, la productora Nicole Dulanto, buscaron algo así durante mucho tiempo, que un día bajó de su auto camino a Farellones buscándola, y la encontró: “Yo digo que es toscana, pero no es cierto. Me da esa impresión porque está metida en un precipicio mirando, como si fuera el Mediterráneo, al valle de La Dehesa y Lo Barnechea. Es una construcción sólida, bien hecha y práctica. Nicole y yo la decoramos para vivirla más que para mostrarla. Es una casa que te inspira todos los días. Vivo en Washington hace más de 40 años. Sigo teniendo una casa allá, en la que paso la mitad del mes. Pero esta es la que sentimos como hogar, donde vive la familia, donde están los niños y hacemos tareas”.

Terrazas y muros de piedra, cemento crudo en todos los pisos, grandes ventanales que rotan sobre ejes centrales; por toda la casa abundan los detalles impactantes, pero el que más deslumbró a la pareja es -Cristián insiste- la vista, que se puede disfrutar desde absolutamente todas las habitaciones. “Es muy segura y fácil de vivir. A pesar
de que tiene 400 m² en un terreno de 2.500, no es una casa ostentosa. Los espacios son de tamaños normales, que vas descubriendo de a poco. Vivo desde los 13 años afuera. Volví hace apenas tres y lo que veo es que en Chile hay muy buenos arquitectos, pero poca gente que se arriesgue. La mayoría opta por la seguridad de los condominios establecidos, con casas lindas, pero muy parecidas unas a otras. Esta es anterior a las modas. Yo diría que es el origen de lo que posteriormente se imitó tanto”.
Dominar el valle tiene desventajas, como la falta de agua y problemas de electricidad. Evitarlos requirió hacer un cambio total de ambos sistemas. Ahora bajo iluminación led, cálida y dimeada, luce mejor el mobiliario combinado de ambos: “Yo tenía una casa en Farellones. Mi mujer tenía la suya en La Dehesa. No queríamos botar todo a la basura y empezar de nuevo. Cuando vi esta casa supe que todo lo mío y lo de ella iba a funcionar perfecto. No hay ni un solo mueble hecho para esta casa”. En estos espacios más amplios se mezclan armónicamente los muebles tan bien como convive la familia, formada por las hijas de ella y un niño de ambos que ahora da sus primeros pasos en las terrazas de piedra.

Es lo bueno de evitar la excentricidades y preferir la sobriedad de los colores naturales, cercanos a la tierra y la madera, la suavidad de los linos y en general los muebles con historia. crismolina.com
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