Banda Sonora de Corazones

Desde que empecé a pensar este placer que ando cantando "Corazón de melón, de melón, melón, melón… corazón". Pegote la cancioncita que me llevó directo a pensar en el discazo Corazones (1990) de Los Prisioneros y me lo he recordado, cantado y bailado todo con uno de los grandes hitos musicales de la historia chilena. Como varios ya lo han dicho, sobre todo después de su presentación en El Abrazo, Jorge González es un maestro indiscutido, y este disco está tan cargado de realidad chilena (como La Voz de los 80 y Pateando Piedras), que da para gritarlo y aplaudir a su creador. Por mi parte, creo que Estrechez de Corazón debiese ser un himno, y que Tren al Sur fue visionario para su época con un sonar electrónico remarcable para la escena nacional. Bravo, Los Prisioneros ahora y siempre.

Para los amantes del comer

Está corazondealcachofa.cl, una comunidad de gozadores donde se comparten recetas y experiencias basadas en lo que más nos gusta: comer. Digo "nos" porque soy parte de ella, y ésta es una invitación para que se metan, copucheen, comenten y se les haga agua la boca y nos tiriten las manos con puras cosas ricas. Aquí se trata de casi salivar escribiendo del goce que nos produce comer; y ¿qué más rico para el corazón que ver, estar y ser parte de algo que nos gusta? Advertencia, es sólo para golosos.

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Queso de corazón

Y nada menos que de camembert francés. Tal como lo ven y seguro querrán devorarse, la nueva tienda Barbillon Gourmet tiene demasiadas cosas ricas para cualquier momento. Y vaya que me han sorprendido con este queso delicioso, cremoso, suave pero con carácter. Delicioso, como comerse un mordisco de Normandía, donde nace  esta maravilla que tan rica nos ha hecho la vida. Para comerse el corazón hasta en galletitas.
Dirección: Alonso de Córdova 4280 L. B
Web: Barbillon.cl

Caro Cuore

Me fascina esta marca de lencería argentina. Fue la marca de los primeros ropajes una gota más sexi, los de buen algodón y los que permanecen en el tiempo a base de calidad y simpleza seductora. No sé por qué se fue de Chile, y sufro, la verdad, porque desde sus pijamas a su calzón, todo me parecía bueno, cómodo y femenino. En Argentina está hasta en el aeropuerto. Espero que aquí  aparezcan corners con sus bellezas.

Carocuore.net

+D Quiero comerte, corazón

Asumiendo que puedo parecer la mujer caníbal que quizás soy, declaro abiertamente que soy fanática de los corazones y que me puedo comer miles e insistir por probadas a los reticentes. Créanme, el mundo comestible cambia cuando un buen pedazo de corazón, sobre todo aliñado a la peruana, entra a la boca y hace que ese pedazo interior sea realmente una delicia. Dos recomendados:

Anticucho de corazón:

como les contaba, es lejos lo más rico que existe en cuanto a anticuchos. Aquí, el mejor fue el del restaurante Astrid y Gastón, que los tenían en su antigua carta y hoy son parte de un delicioso recuerdo. En una escala de precio menor, La Casa del Chef (Tel. 6651161) también los prepara, bastante más duros a decir verdad, pero no despreciables.

Si quieren hacerlos deben sacar todo tipo de grasa del corazón, dejarlo impecable, pegarle unos buenos golpes y adobarlo mínimo por 3 horas en ½ taza de vinagre, puré de ají panca o ají cacho cabra, pimienta negra, 1 diente de ajo machacado, pizca de orégano y chicha de jora o cerveza. Lo cortan en trozos y lo ponen en un anticucho a fuego alto (ojalá brasas) dándolo vuelta varias veces. Debe quedar a punto, de lo contrario parecerá chicle.

El corazón peruano:

si están en Perú, sí o sí tienen que comer anticucho de corazón de la mano de los que mejor lo hacen. A ojos cerrados, Doña Grimanesa, la que partió como puesto callejero y hoy es una eminencia que sigue humilde y sabrosísima. La misma que en la feria Mistura tiene filas kilométricas esperando por sus anticuchos perfectos. Está siempre en Lima y es considerada la mejor anticuchera. Por otra parte, el restaurante Panchita, de Gastón Acurio (Av. Dos de Mayo, Miraflores), especializado en parrilla y comida tradicional peruana, tiene unos anticuchos perfectos, y como gracia, otros de corazón de pollo, para desmayarse de la maravilla que es. Yo ni siquiera puedo escribirlo porque se me hace agua la boca y partiría corriendo a comerlos.