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¿Qué hace esa gente bajo del mar?

A este museo se va en traje de baño y con snorkel. El nuevo trabajo del escultor británico Jason deCaires invita a sumergirse  en la costa del Atlántico.

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Treinta y cinco personas vestidas como tú o como yo caminan bajo el mar hacia alguna parte, un portal hacia otro mundo, un punto de no retorno, dice su escultor.

Una balsa de refugiados parece buscar en el horizonte la esperanza que los rostros de sus tripulantes ya perdieron. Son “Rubicón” y “La Balsa de Lampedusa”, dos obras que forman parte del Museo Atlántico, la instalación del escultor británico Jason deCaires cuya primera fase acaba de ser inaugurada el 25 de febrero pasado en las costas de Lanzarote, Islas Canarias.

El inusitado museo se extenderá por 2.500 m², un parque submarino de 400 esculturas que podrá ser visitado -si cabe la palabra-, o más bien nadado,  por buzos y amantes del snorkel a 14 metros de profundidad aproximadamente.

El trabajo de deCaires impresiona profundamente por el hiperrealismo de los personajes esculpidos, comunes, cotidianos, urbanos, absolutamente fuera de contexto en un universo acuático que no conoce de la vida en la superficie. Pero su mayor aporte radica en el espíritu con que impregna la obra: recompone el lazo roto entre el ser humano y la naturaleza; el viejo humano positivista y dominador por el nuevo hombre que sabe integrarse con ella.

Él hace su parte, utilizando concreto, materiales con un pH neutro amigables con el medioambiente, que además permiten y estimulan la creación de vida en ellos, se vuelven hábitats para las especies marinas.

La otra mitad la hace el océano que va mutando con la ayuda del tiempo el aspecto de las esculturas, fundiéndolas con la vida acuática. Están hechas, dice, para ser transformadas por el mar, para pasar de objetos inertes a arrecifes vivos de coral y durar siglos. Es arte y conservación marina a la vez, una instalación permanente que pone el acento en la conciencia. Por un lado, en la pérdida en las últimas décadas de más del 40% de los arrecifes coralinos, que se pronostica se doblará de aquí al 2050. Y por otro, en pensarnos a nivel mundial.

“’La Balsa de Lampedusa’ alude a la crisis humanitaria de las actuales migraciones de refugiados, pero no pretende ser un homenaje a las víctimas del mar sino un recordatorio de la responsabilidad colectiva de nuestra ahora comunidad global”.

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