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Sin plan aviso

Por una de esas espléndidas sorpresas que nos da la vida, el arquitecto y carpintero Nicolás Aracena decidió hacer un par de muebles de madera que cumplieran con la función básica de sostener el cuerpo de él y sus amigos, sentados. En eso estaba cuando recibió el llamado de la galería Chamber en NY para exponer el trabajo que surgió a partir de aquella tarde con sus amigos. Madera, herramientas manuales, simplicidad.

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Llegó hace poco de la Gran Manzana y aún se pueden percibir en él esos aires de verano propios del otro hemisferio a principios de septiembre. Nicolás Aracena (31) llegó de Nueva York y trae consigo un pequeño éxito que lo hace feliz. Mostró durante casi dos meses, en la galería de arte Chamber, en Chelsea, una exposición alocada, loca en su génesis. Un día, en el taller de unos amigos en Valparaíso -el lugar era una exbarraca-, no tenían dónde sentarse. Nicolás entonces decidió hacer muebles superbásicos -solo usando clavos y serrucho- que resistieran a una cantidad acotada de personas sentadas, y los hizo con las maderas que encontró en el lugar, que según nos contó eran bonitas y de buena calidad. Lo vio de lejos, reflexionó. El trabajo le quedó gustando, y en su cabeza brotó el impulso que lo llevaría, meses después, hasta Brooklyn.

¿Qué vino después? Luego hice una segunda edición de estos muebles para Área (www.area.do/Bordes), donde me ofrecieron exponer ese trabajo. A estos les hice una variación, ya que pasé del clavo a usar uniones más complejas de ensamble, muy rústicos, pero la ejecución es muy de carpintería fina, está todo ensamblado y encolado, no tienen clavos. Luego, el dueño de la galería Chamber en Nueva York vio mi trabajo por Instagram, me contactó y empezamos las conversaciones para invitarme a su galería. La idea de él era que yo realizara allá una serie de piezas de este concepto que venía trabajando, que a su conjunto le puse Atalaya; así se llama el lugar donde empezó todo en Valparaíso, es la calle donde queda el taller de mis amigos.

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¿Qué fue exactamente lo que te pidieron hacer en Chamber? La idea de Juan García Mosqueda, el dueño de la galería, era que yo viajara a Nueva York y buscara maderas ahí para hacer mis muebles. Una vez que tuviera el material, montar un taller en la vitrina de la galería, que daba hacia la calle. En tercer lugar, trabajar ahí durante dos semanas para terminar con la inauguración de la exposición. A NY llevé unas herramientas manuales, solo trabajé con serrucho y formones que son para tallar la madera, lija y cepillo. La simplicidad en las herramientas fue una condicionante que le dimos al trabajo porque le da más valor al resultado. Además no podía ser un lugar de trabajo sucio, porque en la galería había otras exposiciones al mismo tiempo que no podían quedar con suciedad.

Es decir, ¿lo que hacías en la vitrina era parte de la exposición? Sí. El trabajo en la vitrina fue pensado como una primera etapa del todo, una performance donde se mostrara la construcción. Después vino la exhibición del resultado. Era importante que el proceso de construcción también fuera exhibido, la idea era que la gente que pasaba por afuera viera lo que estaba haciendo o entrara a la galería para conversar conmigo.

¿Y cómo encontraste todas las maderas? Trabajé 9 días para la exposición. Todo partió con un camión que arrendamos para ir a recolectar madera. Como el tiempo era una limitante y yo no conocía la ciudad, con el camión dimos una vuelta en Brooklyn, que es donde se puede encontrar más material reciclado. Recorrí 1 día para hacerlo, pasé por talleres de gente que hacía muebles y me regalaba la basura -pedazos de madera desechados de su producción-, fui a barracas de madera usada y otros lugares que se dedicaban a guardar madera reciclada. Al día siguiente me fabriqué el espacio de trabajo, hice un panel para colgar todas las herramientas y unos caballetes como mi mesón de trabajo. Al tercer día empecé a hacer unas pruebas de muebles, en total alcancé a trabajar 9 piezas, todas distintas. Son muebles mezcla de sillas, mesas y bancas.

¿Cómo es eso? ¿Un mueble con tres caras, tres usos? La ambigüedad de la forma del mueble es lo que me interesó desarrollar como concepto en Atalaya. Porque uno tiene una concepción muy clara de lo que es una silla o lo que es un banco, pero uno puede ir mezclando una silla y un banco y surgen tipologías de mueble distintas y funcionan para sentarse bien, pero son tipologías nuevas. Atalaya también es un sistema constructivo que está dado por el tipo de uniones y construcción. Por lo general las piezas parten de un bloque sólido y grueso de madera a la que se le van añadiendo elementos que son las patas o los respaldos. Fui seleccionando las maderas y me puse como obligación que cada pieza fuera distinta a la anterior. Cada una tiene una tipología distinta.

¿Cuál es el futuro de Atalaya y de tu trabajo en general? Las piezas se van a quedar en Chamber y se van a seguir moviendo en ferias de diseño a las que va la galería. Por mi parte, complementaré mi trabajo de arquitectura y diseño con este más artístico, desarrollando muebles. También quiero seguir viajando, moviéndome, construir en otro lugar. Creo que es algo que voy a repetir y voy a poner toda mi energía para que eso suceda. Porque esa experiencia de cambiar el contexto es superpotente para el resultado final. Todo partió en Valparaíso, en un viaje, y terminó en otro viaje. Eso lo quiero repetir.

Armu.co  / @nicoarmu  d

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