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Unidad vecinal providencia

¿Le tienta lo siguiente? Departamentos dúplex, asoleados, rodeados de jardines con pajareras, espejos de agua, cancha de tenis, anfiteatro y obras de arte, en el corazón de Providencia. Lo compro, de inmediato. Bueno esto existe, o existió en la idea original. Hoy quedan los departamentos, porque el concepto de lo que ha sido quizás una de las obras de arquitectura integral  más significativa, de nuestra historia moderna está tan intervenida, que simplemente ya no corresponde a su esencia.

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Encargada por la Caja de Empleados Particulares a comienzos de los 60, sobre un terreno de 12,70 hectáreas y con una superficie construida de 172.198 m², la Unidad Vecinal de Providencia es hoy un testigo viviente de lo que existió en un momento en Chile: la voluntad de construir una ciudad de calidad con espacios para habitar que no se encuentran en ningún otro lugar del país. Con una presencia impactante y prácticamente en el centro de la ciudad, muchos desconocen el valor patrimonial e histórico de este conjunto.

Los invito a dar un paseo por sus jardines, abiertos desde siempre, y mirar con calma, aplicar imaginación y visualizar cómo fue esto hace más de 40 años. Los vamos a ayudar, para que puedan ver cómo se concibió este conjunto que adhirió al movimiento moderno y a las ideas de Le Corbusier, tanto, que en cierta medida lo hace comparable a la Unidad Habitacional de Marsella de 1946.

La Unidad Vecinal Providencia cuenta con un total de 31 edificios: dos torres de 24 pisos con departamentos de un piso, seis edificios de 11 pisos y 23 de cinco pisos, en su mayoría con departamentos dúplex. Los edificios más altos, de 24 pisos, son los que dan a Av. Providencia, mientras que las construcciones restantes se ubican entre las calles Antonio Varas y Marchant Pereira. El conjunto está inserto y rodeado de jardines, originalmente con espejos de agua, pajareras, canchas de tenis, anfiteatro al aire libre y un gimnasio.

En términos de urbanismo su situación es la mejor, según el arquitecto Pablo Altikes, miembro de Docomomo (Centro de Documentación y Conservación del Movimiento Moderno en Chile), ya que "se enfrenta a la avenida principal con dos grandes torres para dar paso a edificios menores, terminando con una escala de barrio con construcciones de cinco pisos, la altura amable para las casas vecinas del barrio existente y consolidado". Los jardines proponen una situación inigualable porque, a pesar de ser un espacio privado es, sí o sí, un lugar de conexión y permanencia de tránsito público, explica el profesional.

"Este proyecto adhiere al modernismo al responder precisamente a varios de sus principios; por ejemplo, el uso de la crujía, el aprovechamiento del sol,  la existencia de zonas de esparcimiento y comercio". Para el arquitecto, esta unidad, un barrio en sí mismo, es uno de los proyectos más integrales respecto de la propuesta urbana que ha existido en nuestro país. "No sólo por la escala de los diversos edificios y la calidad estructural y espacial de los departamentos, sino porque como nunca antes y después existió la visión de lograr un proyecto de esta magnitud, considerando al ser humano en su totalidad. Porque a pesar de ser un conjunto privado, se creó un jardín de uso público, y como en ningún otro proyecto, se consideró el trabajo de paisajismo con especies perennes que dialogaban con los colores escogidos para los edificios, más las pajareras y espejos de agua; además se pensaron obras de arte que también interactuaban con los habitantes y los transeúntes", advierte.

Durante el desarrollo del proyecto se invitó a participar al artista Abraham Friedfeld, ingeniero de formación y marido de la artista Ximena Cristi. A él se le encargaron murales en baldosas para seis de los 11 edificios, además de obras para cada hall de ascensores y seis impresionantes esculturas colgantes de acero para los frontis de algunas de las torres. En total seis colgantes y 60  murales constructivistas. "Se tuvo una visión utópica de un hombre integral", señala don Abraham, hoy con más de 90 años.

Casi 30 años después basta una vuelta para ver que las pajareras no existen, los espejos de agua se llenaron de tierra, los colores de los edificios no responden a la esencia original del paisaje propuesto y, lo más insólito, las esculturas colgantes se desmontaron y los murales de mosaicos se han destruido parcialmente.

Quizás sólo queda agregar la pregunta que nos hizo el mismo Abraham Friedfeld cuando lo entrevistamos en su casa: "¿Por qué sacaron las obras de arte?" Más allá de cualquier respuesta que tenga que ver con el deterioro propio de los edificios, o los costos de limpieza y mantención, sólo hay que preguntarse bajo qué parámetro está creciendo la ciudad, si en los 60 hubo una visión de esta magnitud, ¿no podría rescatarse, difundirse?

Siempre existirá el gusto: me gusta o no, es lindo o es feo; pero lo que es irrefutable es que la Unidad Vecinal Providencia surgió de una idea, moderna en este caso, que hace suyos los postulados  de ordenamiento de la ciudad, con una voluntad y postura social enfocada como ninguna otra en la calidad de vida que establece una relación con la trama peatonal, tal como lo explica Altikes: "en comunión con una escala peatonal donde el individuo puede relacionarse con el entorno, disfrutarlo, vivirlo".

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