Europa cambia el rumbo: los autos a combustión seguirán más allá de 2035
Ante la presión de los fabricantes y varios gobiernos, la Comisión Europea planea flexibilizar su hoja de ruta ambiental y permitirá la venta de autos a combustión más allá de 2035.
La industria automotriz europea consiguió un cambio de rumbo que parecía improbable hace un par de años. La Comisión Europea presentó una propuesta para levantar, en los hechos, la prohibición total de vender autos con motores de combustión desde 2035, una medida que había sido definida como clave para acelerar la transición eléctrica, pero que terminó enfrentada con la realidad del mercado, el empleo y la competitividad industrial.
Aunque la iniciativa aún debe ser ratificada por los gobiernos nacionales y el Parlamento Europeo, el anuncio marca un punto de inflexión. La decisión reconoce que la electrificación total no avanzó al ritmo proyectado y que forzar el fin de los motores térmicos generaría tensiones económicas, cierres de plantas y pérdida de miles de puestos de trabajo en uno de los sectores industriales más relevantes de Europa.
La presión de la industria y los gobiernos
Desde hace más de dos años, asociaciones como la ACEA (Association of European Automobile Constructors), junto a países clave como Alemania e Italia, venían advirtiendo que el calendario fijado por Bruselas no era sostenible.
La exigencia de eliminar los motores de combustión interna a partir de 2035 implicaba reducir drásticamente la producción de los modelos más vendidos, mientras la demanda por autos eléctricos seguía siendo más baja de lo esperado y altamente dependiente de subsidios estatales.
Alemania jugó un rol central en el cambio de postura, condicionando su apoyo a la norma a que se permitiera la continuidad de motores que utilicen combustibles sintéticos. Esa resistencia terminó por abrir la puerta a una solución intermedia, que ahora toma forma en la propuesta de la Comisión.
Un objetivo ambiental más flexible
El giro no implica abandonar las metas de reducción de emisiones, pero sí redefinirlas. En lugar de exigir una reducción del 100% de CO₂ para autos nuevos desde 2035, la UE plantea ahora un recorte del 90% respecto a los niveles de 2021.
El 10% restante deberá compensarse mediante el uso de combustibles sintéticos, biocombustibles no alimentarios y materiales industriales de menor huella de carbono, como acero producido con procesos más limpios dentro de la propia Unión.

Además, se propone un período de transición entre 2030 y 2032, en el que los fabricantes deberán reducir las emisiones en un 55%, junto con una flexibilización adicional para las furgonetas, un segmento clave para la logística y el comercio.
Impacto global y debate abierto
La decisión europea se enmarca en un contexto global más amplio, donde varias automotrices han comenzado a revisar sus planes de electrificación total ante la desaceleración de las ventas de autos eléctricos. En Europa, el escenario es especialmente complejo por la presión de los fabricantes chinos y la pérdida de competitividad frente a otros mercados.
La determinación no cayó bien en todos los países. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez lo calificó de “un error histórico, porque la competitividad (...) se garantiza por la sostenibilidad”.
Sin embargo, algunas marcas no se lo tomaron con tanto dramatismo. Stella Li, vicepresidenta de BYD aseguró que “no nos importa el retraso de la prohibición de los autos de combustión”.
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