Si bien es cierto que nuestro mercado no es un gran consumidor de autos híbridos, es justo aclarar que desde que aparecieron en 2007, poco a poco la oferta ha ido aumentando (y también los precios). Sin embargo, el Toyota Prius sigue siendo el más vendido en nuestro país, igual como sucede en el resto del mundo.

La cuarta generación del híbrido japonés busca ser más auto, y si bien su diseño es lo primero que llama la atención, para bien o para mal, la idea de la casa japonesa es poder hoy ir a buscar un cliente que presuma de que tiene un Prius e ir a pelear con modelos premium.

La verdad es que mis expectativas eran altas, principalmente porque tenía en el recuerdo la segunda generación muy latente aún. Personalmente, me es atractiva la silueta, esa mezcla de modernidad y salir de lo común lo hacen especial. Una vez adentro, es otro mundo. Si bien la versión testeada tenía una terminación blanca nacarada en el centro que se veía demasiado austera, el diseño limpio y simple del tablero, consola central y panel de instrumentos se agradece. Lo justo y necesario, sin elementos que sobren o que falten hacen que el uso sea simple.

La postura de manejo ha mejorado notablemente, en gran parte por los asientos, que tienen mejor sujeción lateral y que ahora se pueden ajustar en altura. La visibilidad hacia adelante es excelente, pues el amplio parabrisas y el capó inclinado hacia abajo ayudan a poder mirar sin problemas. Hacia atrás cuesta acostumbrarse al corte que tiene el portalón. El tablero, además, se encuentra un poco más bajo que antes.

Cuando se aprieta el botón de encendido sólo nos damos cuenta de que está prendido gracias a la información de la pantalla digital que indica &"ready&". Es que, como es de costumbre, no pasa nada y no se siente nada. El Prius es un auto hecho para la ciudad. Los primeros metros se hacen en completo silencio, hasta que entra en acción el nuevo motor 1.8 litros de gasolina, ese que es capaz de erogar 98 Hp y que aparece sólo cuando es estrictamente necesario: una subida larga, un adelantamiento o cuando se va a más de 100 km/h. Hay que destacar aquí que se trabajó muchísimo en la asilación del auto y es poco lo que se siente el bloque de bencina.

Construido sobre la nueva plataforma GA-C, le permite entregar algo que nunca tuvo: entretención al volante. Es cierto, no es un deportivo, ni un auto de gran caballaje, ni de gran aceleración, pero es tan distinto a lo que nos tenía acostumbrado Toyota, que este Prius se disfruta bastante, y no sólo en ciudad. Su suspensión mejorada, la reducción del centro de gravedad y la rigidez torsional del chasis ( 60%) permiten tener una conducción más dinámica, lo que se agradece. Y es que esa es la mayor novedad de este Prius, su comportamiento y lo que logra comunicar al conductor. Ya no hay tanto subviraje ni se balancea en exceso; la dirección es comunicativa y bastante precisa. En resumen, su chasis se siente bien puesto sobre las ruedas. Ojo con los modos de conducción, pues se puede sorprender con el Power Mode, donde el motor eléctrico asiste siempre al de combustión y se puede disfrutar aún más.

Lo mejor, su consumo, que en ciudad supera los 28,5 km/l, mientras que en carretera ronda los 21 km/l. El espacio, perfecto para una familia pequeña, y el nivel de equipamiento es justo. Al final, un híbrido mucho más entretenido y amigable con el medioambiente.

A favor: Su consumo en ciudad y su nueva plataforma lo hacen ser un vehículo mucho más dinámico.

En contra: La poca visibilidad hacia atrás, la falta de más equipamiento y su alto precio.