Por Fernando FuentesDel “¿por qué no te callas?” al “no olvides que heredas un sistema político que yo forjé”: las frases del libro de Juan Carlos I
Promocionado como el "fenómeno editorial del otoño", "Reconciliación", las memorias del rey emérito español, salió a la venta en Francia este miércoles. El exmonarca de 87 años rememora momentos clave de su vida.

Anticipándose un mes a la edición en español y coincidiendo con el viaje del rey emérito a Sanxenxo (Galicia) para participar en las regatas, este miércoles salió a la venta en Francia el libro Réconciliation (Reconciliación), las memorias de Juan Carlos I de España (1975-2014). Promocionado por la editorial Stock como el “fenómeno editorial del otoño”, el texto de 512 páginas ha sido recibido con división de opiniones en Francia, considerado más bien como un intento de “autorehabilitación” de su imagen que como “una mirada crítica y completa” a sus 39 años de reinado, según destaca el diario El Mundo.
Escrita en colaboración con la autora gala Laurence Debray -hija del filósofo Régis Debray-, la obra, dedicada a su familia y a quienes le acompañaron durante la Transición, hace un repaso en siete largos capítulos a la vida de Juan Carlos I, con títulos tan significativos como Una juventud caótica, Yo cambié España a pesar de todo, Mis renuncias o En la soledad del desierto.
Y se publica en un momento en que España celebra el 50º aniversario de la monarquía parlamentaria. “Mi padre siempre me aconsejó no escribir mis memorias. Los reyes no se confían. Menos públicamente. ¿Por qué ahora voy a desobedecerle? Tengo la sensación de que me roban mi historia”, dice Juan Carlos I, de 87 años, en el prólogo.

Las memorias del monarca emérito, que llegará a las librerías españolas el 3 de diciembre, es un texto “muy personal” de un ex Jefe de Estado que tiene, según Debray, “un destino europeo único”. “Reconciliación” cubre desde sus recuerdos de niñez hasta cuestiones como la muerte. También repasa temas sensibles como los regalos, el exilio o sus relaciones amorosas. Debray resalta que el rey no evita ningún tema, tampoco los escándalos financieros y sentimentales.
Juan Carlos I, nacido en Roma el 5 de enero de 1938, describe sus recuerdos de niñez, sobre todo en Suiza, donde la familia vivió unos años. Sin embargo, uno de los momentos que más le marcaron entonces fue cuando se trasladó con 10 años de Portugal a España para ser educado bajo la tutela del dictador Francisco Franco.
“Ese país que era el mío, pero que no conocía, cuyo idioma no hablaba bien”, confiesa en la versión en francés de sus memorias, según destaca Radio Francia Internacional (RFI).
Al tomar el tren, su padre, el conde de Barcelona, le dijo a su madre: “María, despídete de Juanito (como se conoce cariñosamente al emérito) porque no sabemos cuándo lo volveremos a ver”. “Al oír sus palabras, sentí un nudo en el estómago”, recuerda.
El rey emérito alude de forma comedida a otro episodio traumático de su juventud: la muerte de su hermano menor, Alfonso, de 14 años, en 1956. Ambos estaban “jugando” con una pistola del calibre 22 en la residencia familiar de Estoril, en Portugal. Juan Carlos la habría disparado accidentalmente, en un caso que no fue realmente investigado por las autoridades portuguesas ni españolas.
“Habíamos quitado el cargador. No nos dimos cuenta de que quedaba una bala en la recámara. Se disparó un tiro al aire, la bala rebotó y alcanzó a mi hermano en plena frente”, describe. “Murió en brazos de nuestro padre. Hubo un antes y un después”, narra, confesando que es la primera vez que se expresa públicamente sobre este traumático episodio. “Lo echo de menos, me gustaría tenerlo a mi lado, poder hablar con él. He perdido a un amigo, a un confidente. Dejó un vacío inmenso. Sin su muerte, mi vida habría sido menos sombría, menos infeliz”, relata en un breve capítulo titulado El drama.
En el capítulo dedicado a la reina Sofía aborda primero sus amores de juventud, hasta que un día Francisco Franco le dijo: “Es el momento de que su alteza deje de tontear y se case”. Juan Carlos tenía 23 años. Fue cuando conoció a la reina Sofía, a la que se refiere como “Sofi”. “Era una joven floreciente y cultivada (…) A pesar de la barrera lingüística, nos entendimos rápidamente. Comprendí rápidamente que era ella, que ella sería la madre de mis hijos”, relata, según consigna el diario El País.
En sus memorias, Juan Carlos I no oculta cierta admiración por Francisco Franco, con quien mantuvo “relaciones personales y frecuentes”. Afirma que “le respetaba enormemente, apreciaba su inteligencia y su sentido político” y confiesa que “nunca dejé que nadie le criticara delante de mí”. Sobre el dictador, añade que “nada pudo destruirlo, ni siquiera desestabilizarlo, lo que, en un período tan largo, supone un gran desafío”.
A principios de noviembre de 1975 el general Franco, quien gobernó España con mano de hierro entre 1939 y 1975, está a punto de morir. El todavía príncipe mantuvo una última conversación con él en el hospital: “Me tomó la mano y me dijo, como en un último suspiro: ‘Alteza, solo le pido una cosa: mantenga la unidad del país’”. Juan Carlos I pensó que “tenía vía libre para emprender reformas, siempre y cuando no se pusiera en peligro la unidad de España”.
“He vacilado a la hora de escribir este libro. Pero, poco a poco, comprobé que los hijos y los nietos de mis amigos no tenían la más mínima idea sobre Franco y la transición democrática que siguió”, señala en sus memorias. Y agrega con precisión y orgullo: “Tras cuarenta años de dictadura, yo di a los españoles una democracia que sigue viva y es mi herencia (...) ¡La democracia no cayó del cielo! (...) Es la obra de mi vida, que yo construí, con todas mis fuerzas. Y que deseo explicar y defender".
Respecto a la transición democrática española (1975-1982), la describe metafóricamente como “un caballo lanzado al galope” donde él actuaba como “el jinete que la controlaba para impedirle que se fuera demasiado a la izquierda o demasiado a la derecha”.
Uno de los episodios clave de la historia reciente de España fue el intento de golpe de Estado militar del 23 de febrero de 1981, que fracasó gracias al ya rey Juan Carlos I. El monarca recuerda con todo tipo de detalles aquella noche, en la que pidió que su hijo Felipe estuviera presente: “Su instrucción como rey comenzó ese día”.
El monarca revela que aquella noche no hubo uno sino tres intentos de golpe de Estado: “El del teniente coronel Tejero y del general Milans del Bosch, el más conocido y visible; el de Armada, muy doloroso en el plano personal, y el de los falangistas que querían sumarse para volver al orden franquista.
Su discurso televisado se emitió a la 1:14 de la madrugada, cuando el golpe ya había fracasado tras el rechazo de Tejero a la propuesta transmitida por Alfonso Armada. Los estudios de la Radiotelevisión Española también fueron tomados y los equipos tardaron en llegar a la residencia real. “Por fin grabo mi mensaje a la nación. (...) Me puse la chaqueta de general. Para ir más rápido, ni siquiera me puse los pantalones”, rememora. “Mi discurso es sobrio y eficaz, de noventa segundos”.
Le “hervía la sangre de rabia”
Entre los episodios de política internacional, Juan Carlos I dedica especial atención al incidente con Hugo Chávez durante la Cumbre Iberoamericana de 2007 en Santiago de Chile. El rey emérito reconoce que el presidente venezolano logró “sacarle de sus casillas” cuando, en su turno de palabra, Chávez se lanzó “en una larga diatriba” con “frases injuriosas contra España” y en particular contra el expresidente José María Aznar, a quien llamó “fascista”.
A pesar de que José Luis Rodríguez Zapatero intentó frenar a Chávez invocando “el respeto democrático” e incluso “tiraba de la chaqueta” al rey para impedir que interviniera, Juan Carlos I confiesa que le “hervía la sangre de rabia”, hasta que finalmente pronunció su famoso “¿por qué no te callas?”. Este episodio, según afirma, “se convirtió en un eslogan de resistencia política” y le valió numerosos mensajes de apoyo, “no solo de la parte de la oposición venezolana”.
El rey emérito asegura que tuvo un papel en el “deshielo” de las relaciones entre España y EE.UU. tras decirle al entonces Presidente de este último país, George W. Bush, que José Luis Rodríguez Zapatero “se equivocó” por su actitud “antiestadounidense” al no honrar la bandera del país en un desfile militar en 2003, cuando le faltaba un año para ser jefe del gobierno español. Era una muestra de su rechazo a la guerra de Irak. “‘Pido disculpas por la actitud de Zapatero. Ha cometido un error político cuando era secretario general del Partido Socialista (y líder de la oposición). Pero ello no debe dañar la relación entre los dos países, que es una relación fundamental’”, cuenta Juan Carlos I en uno de los capítulos dedicados a su acción diplomática dentro de su libro de memorias.
De su relación con la aristócrata y empresaria alemana Corinna Larsen, admite que fue la “debilidad de un hombre”. Estaba con ella cuando, durante una cacería de elefantes en Botsuana en 2012 y en plena crisis económica en España, se cayó y se fracturó una cadera, un comportamiento por el que pidió disculpas. “No quiero que ella tenga la última palabra, que su versión se considere la única verdad” en este asunto que “tuvo un impacto desafortunado en mi reinado y mi destino”, escribe el monarca emérito, que se define como un “hombre herido”.
Y entona el mea culpa con la reina Sofía. “Sofi es una mujer excepcional, de justicia, bondad, rigor y amabilidad. Es la encarnación de la nobleza del alma. No le gusta que la califique de gran profesional, pero España no ha podido tener una reina más dedicada e irreprochable”. “Estoy convencido de que tendrá su lugar en la Historia contemporánea de España, un lugar merecido, como el que ocupa en mi vida: un lugar más elevado”, señala.
El escándalo sentimental de Corinna, que califica de “error”, sumado a los judiciales y financieros, obligaron al emérito a abdicar en Felipe VI, que estaba “más que preparado”, dice Juan Carlos en sus memorias. “Durante mucho tiempo presumí de tener al príncipe heredero mejor preparado de Europa (...). No quería que se marchitara esperando su momento”, confiesa.
Menciona los rumores de relaciones con mujeres como Lady Di, de la que dice: “Me parecía fría, taciturna y distante salvo en presencia de los paparazis”; o con Sara Montiel, a la que dice solo haber saludado “un par de veces” en toda su vida. “¡Incluso se dijo que tenía hijos ilegítimos!”, protesta.
En uno de los pasajes más reveladores sobre su relación con su hijo, el rey emérito cuenta lo que le dijo a Felipe VI cuando este le retiró su asignación anual y renunció ante notario a su herencia en 2020: “No olvides que heredas un sistema político que yo forjé. Me puedes excluir sobre el plano personal y financiero, pero no puedes rechazar la herencia institucional sobre la que reposas. Entre los dos solo hay un paso”.
Letizia “no ayudó a la cohesión”
Su creciente impopularidad en España y sus achaques físicos lo llevaron a abdicar en 2014, pese a que su padre le solía decir que un rey “muere con las botas puestas”, y seis años después se exilió a Abu Dhabi para no perjudicar a la Corona. “Pensaba alejarme unas semanas como máximo”, reconoce el exmonarca, quien lamenta que cinco años después la reina Sofía no lo haya visitado y el “ostracismo” al que habría sido condenado. “No hay un solo día en que la nostalgia no me invada”, agrega.
“Ante la presión de los medios y del gobierno, tras la revelación de la existencia de una cuenta en Suiza y de la acusación totalmente infundada de comisiones, decidí partir para no complicar el buen funcionamiento de la Corona y complicar la tarea de mi hijo en sus funciones de soberano (…) Verme forzado a tal desarraigo y soledad no es fácil para mi vida. Estoy resignado, herido por un sentimiento de abandono. No llego a contener mi emoción cuando pienso en algunos miembros de mi familia. Ni cuando pienso en España, sobre todo, que me falta tanto. Hay días muy duros que abruman, ensombrecen mi vida”, admite.
Respecto a su futuro, Juan Carlos I expresa su deseo de “tener una jubilación tranquila, retomar una relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, regresar a España, a mi hogar”. El monarca emérito achaca el alejamiento de Felipe VI tras el escándalo de los pagos de Arabia Saudita -el “regalo” de 100 millones de dólares del rey Abdullah- a presiones gubernamentales, y lamenta no haber podido establecer una relación más cercana con sus nietas Leonor y Sofía, como la que mantiene con el resto de sus nietos.
Sobre la reina Letizia, señala que su entrada en la familia real “no ayudó a la cohesión” de las relaciones familiares. En contraste, menciona las visitas de sus hijas a Abu Dhabi como algo “precioso”, que alivia lo que considera una vida de aislamiento, y destaca la compañía de su nieto Felipe Juan Froilán de Marichalar como una “satisfacción” que ilumina su día a día lejos de España.
Sobre la monarquía en España, “más reciente y frágil” que en otros países, Juan Carlos I asegura que “hará todo lo posible para que (su) hijo, el rey Felipe, triunfe al frente de la institución y que su hija, la princesa Leonor, extremadamente preparada, lo suceda”.
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