Compañía Patogallina cumple 18 años con retrospectiva de sus obras en Matucana 100

El colectivo festeja su mayoría de edad con un ciclo que trae cinco producciones.




Todos se detienen frente al antiguo edificio de Matucana que esparce música circense por todo el barrio de la Quinta Normal. Sin embargo, no es precisamente un circo, pues La Patogallina -agrupación que despegó de las juntas de amigos en el Parque Forestal y que hoy cumple 18 años- no es sino un híbrido, un extraño animal que, entre parpadeos, cacareos y recursos escénicos revolucionó la escena teatral chilena de los 90.

La historia es conocida: en 1996, el actor, cineasta y músico Martín Erazo formó un grupo a un costado del Museo de Bellas Artes. Discutían teatro, política, cine y música. Tras muchos cambios, idas y venidas, terminaron siendo 15 miembros. Los mismos hasta hoy.

Hablar de La Patogallina implica hablar de artesanos, de dulce y de agraz. "Al principio costó convencer con nuestra propuesta. Fue un reto convocar a ver lo que hacíamos, pensando en que todo era al aire libre, que traíamos la idea del circo sin carpa, de la compañía de teatro sin una sala de teatro. También conseguir financiamiento. Tocamos muchas puertas antes de dar el salto", cuenta su director.

El primer montaje, A sangre e' pato (1996), dio luces de una identidad influida por el teatro, el cine, el circo y la música. También de un proceso creativo sin determinantes y desapegado al método. "Nos invitaron a la primera Convención de Circo y Arte Callejero en Buenos Aires, y recién en el viaje le pusimos nombre al espectáculo. Ibamos sin expectativas, pero la acogida fue tan buena, que nos dio el empujón", recuerda.

De vuelta en Chile, se encerraron a ensayar un mes en el Centro Cultural La Perrera. Hicieron fiestas y actividades para juntar dinero, y arreglaron y reestrenaron el montaje. Sólo faltaba el bautizo. "El nombre surgió cuando uno de nosotros vio un mural en la calle que decía 'Pato gallina', de cuando Aylwin no quiso debatir contra Hernán Büchi en la campaña presidencial. Nos gustó y lo adoptamos, tomando el riesgo que implicaba en esos años", cuenta Erazo. Atrás suyo, los integrantes operan como órganos vitales, cada uno con una función en este festejo de los 18 años que se extenderá hasta el 4 de mayo.

HUEVO DE ORO

Afuera del centro cultural el Kamión Gallina desborda música, color y baile. Es una casa rodante abierta al público con actividades multidisciplinarias y que vende poleras, parches y discos. Son de Kazuela y La Patogallina Saunmachín, las bandas que surgieron del colectivo en el 2001. Mientras tanto, los "patogallinas" se alistan para salir a escena.

Cuatro años de investigación arrojaron un segundo montaje. En junio de 2000 estrenaron El húsar de la muerte en la cúpula del Parque O'Higgins: narraban las hazañas de Manuel Rodríguez. Luego partieron a Europa. Le siguieron la intervención callejera Karrocerías (2002), 1907 (2004, inspirada en la matanza de la Escuela Santa María de Iquique), el montaje infantil Los caminos de don Floridor (2008) ), Frikchow (del mismo año, inspirada en el circo), y Extranjero, el último hain (2011), que cuenta cómo un joven selknam es llevado a la fuerza a Francia para ser exhibido en un zoológico humano. Estos montajes, además de música en vivo y documentales, estarán en el ciclo en Matucana.

"Estamos investigando para un nuevo montaje para el próximo año y que sigue nuestra línea de contar la historia de este país, que es una isla por sus particularidades", dice Erazo. "La compañía agarró un espíritu y nos sentimos muy orgullosos y tranquilos por el trabajo hecho. Ya no nos enfocamos sólo en un proyecto, hay todo un universo de La Patogallina. Sin embargo, la columna vertebral es la misma de siempre: contar y compartir nuestra historia a la gente y proyectarnos en esa idea. La deuda es hacer una gira por Chile" resume Erazo.

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