Crítica de cine: Los fantasmas de mis ex

Este redactor confiesa que, cada vez que ha terminado de ver alguna adaptación del Cuento de Navidad de Charles Dickens -hasta con Mr. Magoo o con los Muppets-, ha sido con una lágrima en la garganta. Más allá de un sentimentalismo sospechosamente desarrollado, esto habla de la predisposición hacia Los fantasmas de mis ex.
Ahora, el avaro Ebenezer Scrooge de la obra original es un mujeriego impenitente y fotógrafo de la revista Vanity Fair, alquien cuya existencia es objeto de una revisión tras ser invitado al matrimonio de su hermano, acaso el único con quien tiene una verdadera relación. En el lugar, donde adicionalmente hay una amiga de la infancia con la que el contacto no es fácil, se le aparece el fantasma de su chacotero tío Wayne y el de una chica con la que ligó brevemente en la secundaria y que lo lleva a recorrer su vida afectiva, a advertir, en función de lo que vivió, de lo que vive y lo que vivirá, que tiene un corazoncito, por más que lo niegue.
La línea gruesa argumental es conocida, lo que no debería ser un problema, atendido el volumen de comedias románticas que llegan hasta donde sabíamos, pero que algún daño nos han hecho de todos modos. Lo que desgraciadamente ocurre acá, que también es un hecho recurrente en la producción industrial, es que la cinta descansa en gags y personajes muy irregulares: tienen sus momentos, como se dice, pero ni las risas ni el lagrimón cobran vuelo. Y contra eso es difícil batallar, más allá de la "química" entre los protagonistas.
Dirección: Mark Waters.
Con: Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Michael Douglas.
Duración: 100 minutos.
Género: Comedia romántica.
Producción: EEUU, 2009.
Calificación: Mayores de 14 años.
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