Crítica de cine: Mi vida en ruinas

Hace ocho años, la canadiense Nia Vardalos se convirtió en un suceso que nadie esperaba y su comedia, Mi gran casamiento griego, le entregó estatuto de celebridad. Desde ese temprano triunfo hasta ahora no ha dado pie con bola y Mi vida en ruinas prueba que sigue confundida. Georgia es una mujer que vive en Grecia y quiere ser profesora. Está postulando a varios trabajos en EEUU, pues lo único que desea es emigrar. Para pagar las cuentas trabaja en una agencia de turismo de segunda categoría que odia y donde siempre le son entregados los turistas más estrafalarios o impresentables. Como es obvio, su vida va a cambiar con el nuevo grupo de turistas asignado y con el apolíneo chofer que le adjudican. Con gruesos estereotipos, la cinta transita sin mucha gracia en dirección a lo más obvio, sin atreverse a provocación alguna. El único que anda bien es Richard Dreyfuss, a pesar de tener en el Oráculo de Delfos una de esas escenas que en verdad dan vergüenza ajena. No es una cinta que destruya el alma, pero tampoco la alimenta.
Director: Donald Petrie
Con: Nia Vardalos, Richard Dreyfuss, Alexis Georgoulis.
Duración: 95 minutos.
Género: comedia romántica.
Producción: Estados Unidos, 2009.
Calificación: todo espectador.
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