Histórico

Crítica de libros: Indignación, de Philip Roth

Tal vez la mayor gracia de Indignación, la más reciente novela de Philip Roth, sea que no todo está explicado, con lo que el lector pasa a compartir cierta posición de limbo que también afecta al narrador.

Según el protagonista de la última novela de Philip Roth, un estudiante judío de 19 años que recién se integra a una universidad de Ohio, la palabra indignación (indignation) es la más hermosa del idioma inglés. Proveniente de Newark, al igual que el autor y que muchos de los personajes de sus novelas anteriores, Marcus Messner no se encuentra a gusto en el campus de la Winesburg University: uno de los compañeros de habitación, por ejemplo, coloca a volumen estridente un disco de Beethoven cuando el resto quiere dormir o tan solo añora el silencio que favorece al buen estudio. Además, está obligado a asistir, al menos en 40 ocasiones, a las charlas religioso-edificantes que dicta un pastor metodista. Con el propósito de evadirse de aquella monserga, Marcus, el hijo ateo de un modesto carnicero kosher, recita sin cesar una canción marcial china que estuvo de moda durante la II Guerra Mundial, época en que los chinos fueron aliados de los estadounidenses en contra de los japoneses (la novela se desarrolla en 1951: la guerra de Corea, que enfrentó a China con Estados Unidos, ya lleva su segundo año). La canción tiene una estrofa que dice: "La indignación llena los pechos de nuestros compatriotas".

Orgulloso de no pertenecer a ninguna de las cofradías estudiantiles de Winesburg, Marcus está dedicado a convertirse en el mejor alumno de su generación; en su caso, el mérito resulta particularmente gratificante, pues es el primer miembro de su familia que va a la universidad. Aunque el joven es poco dado a relacionarse con el resto, se da maña para conocer a Olivia Hutton, atractiva muchacha que lo deja alelado tras la primera cita. Desinhibida, honesta, y a la vez ligeramente misteriosa, Olivia carga con un pasado de inestabilidad psicológica y con el estigma de un intento de suicidio, como lo delata una vistosa cicatriz en su muñeca izquierda. Pero ello no amedrenta al inexperto galán.

De un momento a otro y debido a una seguidilla de aparentes nimiedades, tales como la frecuencia con que el protagonista se muda de habitación para evitar compañías indeseables, Messner se ve obligado a explicarse ante el decano de la universidad, Hawes D. Caudwell, quien figura como el campeón del espíritu conservador, religioso y mojigato que reinaba en Winesburg a principios de los 50. A través de un diálogo notable, en el que el ilustradísimo Messner cita aquel ensayo de Betrand Russell titulado Por qué no soy cristiano, la distancia entre ambos queda definitivamente establecida. Y la conversación concluye de manera explosiva: hastiado con un acoso que le parece exagerado, entrometido e injusto, el alumno vomita en la gloriosa oficina de Caudwell.

Novela que en sus movimientos más evidentes transita entre el simbolismo y el testimonio de época, Indignación también aborda de manera explícita ciertos tópicos de juventud, como el acopio de deseo sexual, el despertar de la rebeldía universitaria y el legítimo temor de un individuo a verse envuelto en una guerra lejana. Pero tal vez la mayor gracia de la obra, además de la reconocida capacidad de Roth para escribir bien, sea que no todo está explicado, con lo que el lector pasa a compartir cierta posición de limbo que también afecta al narrador, aunque por razones muy distintas: quien narra no es otro que el fantasma de Marcus Messner, joven soldado caído en acción durante el conflicto de Corea.

Indignación
Philip Roth
Mondadori
165 páginas
$ 12.000.

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¿Vas a seguir leyendo a medias?

NUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mesTodo el contenido, sin restricciones SUSCRÍBETE