Estudio señala que el hombre provocó la extinción del Tigre de Tasmania
Los expertos descartaron la teoría de que una enfermedad similar al distemper causara la extinción del marsupial en 1986.

Investigadores australianos que analizaron la extinción del Tigre de Tasmania (también conocido como Tilacino) han concluido que el humano fue el único culpable, descartando así la histórica teoría que indicaba que una enfermedad podía ser la causa.
El último tigre conocido murió en el Zoológico de Hobart en septiembre de 1936, pero debido a los varios avistamientos del animal en la naturaleza no fue declarado oficialmente extinto hasta 1986.
Cuando los europeos llegaron a la Isla de Tasmania en 1803, la población del Tigre de Tasmania, un marsupial tímido y carnívoro que tenía un cuerpo similar al de un perro, un pelaje a rayas y una cabeza de lobo, se extendía por todo el territorio.
Hasta ahora, la extinción de la especie había estado asociada a una enfermedad similar al distemper que acabó con los últimos tigres, pero expertos de la Universidad de Adelaide señalaron que la enfermedad no habría sido la causa principal.
"Muchas personas creen que los cazarrecompensas no causaron la extinción del tilacino, y por tanto señalaron que una enfermedad epidémica y desconocida debía ser la causa" señaló Thomas Prowse, investigador principal del estudio, el cual fue publicado en la última edición de la revista Journal of Animal Ecology. "Encontramos que podíamos simular la extinción del tilacino, incluyendo la baja poblacional luego de 1905, sin la necesidad de invocar una enfermedad misteriosa".
El equipo de Prowse utilizó modelos de interacción de nuevas especies para estudiar cómo la llegada de los campesinos europeos afectó al tilacino en varias formas, incluyendo las cazas de cazarrecompensas que ocurrieron entre 1830 y 1909.
"También consideramos los efectos indirectos de la reducción de la presa del tilacino, canguros y ualabíes debido a las cosechas realizadas por personas y la competencia de millones de ovejas importadas", señaló Prowse. "Descubrimos que el impacto negativo de los asentamientos fueron lo suficientemente poderosos para que, incluso sin una enfermada epidémica, la especie no pudiera escapar de la extinción".
Hace siglos, el tilacino vivía por toda Australia y Nueva Guinea, y se cree que los dingos, una subespecie del lobo, contribuyeron a su extinción fuera de Tasmania.
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