La moda "Chick Lit"
<img height="15" alt="" width="50" border="0" src="http://static.latercera.cl/200811/193770.jpg " /><br /> Este género literario capturó a seguidoras de todo el mundo con íconos como Sex and the City.

"Cuando vives en una isla como Manhattan, las posibilidades de cruzarte con el tipo que te rompió el corazón son increíblemente altas... Y las de encontrártelo cuando luces como una mierda son aún mayores...". Carrie Bradshaw camina por la calle mientras pronuncia estas palabras en uno de los capítulos de la famosa serie Sex and The City. Luego se paraliza al ver, de espaldas a ella, a un hombre alto, de pelo oscuro, vestido de Armani. Pero la tortura dura sólo un momento. Éste se voltea y Carrie comprueba, aliviada, que no es Mister Big, el hombre que le quita el sueño y por el que todas sus admiradoras suspiran con ella.
La heroína podría ser cualquier mujer treintañera de una gran ciudad. Habla en primera persona. Está en búsqueda del hombre correcto o intenta recuperarse del equivocado. Posee ideas claras, es decidida; trabaja en relaciones públicas o en publicidad o como redactora de una revista de mujeres. Frecuenta locales de moda y consume, sobre todo, zapatos.
Narrada con un lenguaje sencillo, fresco y rápido de leer, la nueva literatura para chicas o "Chick Lit" (término compuesto por la forma coloquial de "chica" y la abreviación de "literatura", en inglés) es uno de los fenómenos más rentables en el mundo editorial de habla inglesa. En realidad, nació como subgénero de la literatura femenina, a mediados de los 50, con la autora Marian Keyes, una de las primeras interesadas en mostrar a "una mujer fuerte que encuentra la forma de ocupar su lugar en el mundo". Pero hay quienes sostienen que se remonta incluso más atrás, a Madame Bovary (escrita por un hombre, Gustave Flaubert, en 1857) y hasta a una de las máximas exponentes de la novela romántica de la época victoriana, Jane Austen.
El público, en tanto, está bien definido. De acuerdo con el artículo The Chick-Lit Pandemic, publicado en The New York Times, en 2006, se trata de "mujeres entre 20 y 30 y tantos, solteras, con buen poder adquisitivo, ganas de comprar y hambre de independencia y glamour". Viven solas y casarse y tener hijos no es su máxima aspiración en la vida. Son innovadoras y marcan tendencias. Y representan uno de los segmentos más atractivos para las compañías que quieren vender sus productos. Entre ellos, comida preparada y bebidas alcohólicas. Pero también vacaciones exóticas, clases de arte, idiomas, música, pilates y yoga.
La encarnación más famosa de este tipo de mujeres fue, precisamente, la del personaje de Carrie y sus tres amigas: Samantha, Miranda y Charlotte. Juntas recorrían la vibrante ciudad de Nueva York sobre zapatos carísimos, enfundadas en prendas exclusivas. Y matizaban sus provechosas charlas sobre sexo y hombres con el sabor de un Cosmopolitan.
De la mano de Candace Bushnell -autora de las columnas publicadas en New York Observer, que dieron vida a la serie de HBO-, miles de telespectadoras en el mundo se sintieron identificadas con esas profesionales solteras y atormentadas por el amor. La versión cinematográfica (2008) resultó decepcionante para algunos, pero aun así los personajes continúan siendo referentes de la soltera urbana.
Bridget Jones, personaje nacido en 1996, también de las columnas que otra escritora -la inglesa Helen Fielding- escribía para The Guardian, representó una versión distinta: la de la heroína imperfecta, con unos kilitos de más, que metía la pata cada dos por tres y al mismo tiempo era adorable. A diferencia de Sex and the City, las aventuras de Bridget fueron llevadas al cine, en 2001 y 2004, con bastante éxito.
Otro ejemplo notable del impacto que genera la "onda" Chick Lit es la película El Diablo se Viste a la Moda (2006), adaptación del libro de Lauren Weisberger que, tal como los anteriores, vendió nada menos que cuatro millones de ejemplares.
Pero, ¿qué ha hecho el Chick Lit por las mujeres que merezca tanto aprecio de parte de ellas? Según Francisco Ortega, editor del sello Aguilar, recupera el modelo de cuento de hadas y lo readapta para las mayores de 30 años. "Acá, el príncipe azul es un príncipe con defectos. Ya no hay castillos, sino que departamentos y autos de lujo en lugar de carruajes. Es algo que se ve, sobre todo, en la película de Sex and The City", opina.
"Vino a satisfacer a una enorme cantidad de lectoras que no se sentían identificadas con las heroínas clásicas que daban todo por amor y que dedicaban su vida al corazón", afirma Florencia Cambariere, editora de Random House Mondadori Argentina. "Lectoras que querían leer historias de mujeres de carne y hueso, con problemas semejantes a los de ellas y capaces de reírse de sí mismas".
Para Luz Fuster, editora del sello Esencia de Planeta Argentina, esta literatura posee "una veta más irónica y hasta superficial. Muestra la contracara de la mujer sufriente, que espera a un príncipe azul en la novela rosa". En la novela para chicas actuales, en cambio, dice Luz, "siempre le llega el que no tiene que ser. O sea, también tiene un mensaje un poco triste. Que todas nos vamos a quedar solas y amargadas porque somos profesionales".
Carlos Labbé, editor de Planeta Chile, coincide con ella. "Es una especie de reafirmación de la sexualidad, de las emociones, de esa sensación de tribu", enumera. "Lo malo es que contiene un prejuicio y una caricatura de la mujer soltera como un ser egoísta, híper sexual y consumista".
CASI UNA PLAGA...
A pesar de que la crítica aún no la mira con buenos ojos, este tipo de literatura ha demostrado ser sumamente adaptable. Ya existe, por ejemplo, en versión masculina. Se llama Lad Lit, es decir, "literatura para solteros sobre 30, que no entienden a las mujeres y están obsesionados con el fútbol y el rock". El autor por excelencia del "rótulo" es el británico Nick Hornby, creador de personajes como el que Hugh Grant interpreta en Un Gran Chico (2002): un tipo calculador, entre 35 y 40 años, que no trabaja sino que vive cómodamente de su herencia paterna, hace cosas de niño y seduce -para seguir soltero y sin compromiso- a madres solteras, vulnerables y deseosas de conocer a un hombre.
Las edades y temáticas también están diferenciadas y clasificadas, ya que el propósito es no repetir versiones de Bridget Jones una y otra vez. De ahí que exista ficción sobre madres o "Mom Lit", mujeres maduras o "Hen Lit", adolescentes o "Teen Chick Lit", y hasta novias o "Bride Lit". En Estados Unidos, el mercado está tan sobresaturado, según los medios, que algunas editoriales se refieren al género como "la maldición de la cubierta rosa", por el color asociado a las tapas.
Pero digan lo que digan, el Chick Lit es un fenómeno que no se detiene. En el último tiempo se ha esparcido hasta la India. Allí, el libro Piece of Cake, de Swati Kaushak, muestra a una chica de 29 años que hace malabares para lidiar con su empleo de marketing en una firma de alimentos y los pretendientes que su ansiosa madre le consigue a través de unos avisos de matrimonio del Hindustan Times.
Los países de Europa del Este también han adoptado esta moda. Katya Metelitsa, columnista de la revista Bolshoi Gorod de Moscú, retrata a una madre soltera que renta habitaciones clandestinamente, se queja de la celulitis y sueña con el hombre adecuado, en The Diary of Luisa Lozhkina. En Hungría, Stop Mamma Teresa, de Zsuzsa Racz, sigue los pasos de una provinciana que se muda a Budapest, donde intenta convertirse en una chica moderna y urbana. Para ello, debe aprender a superar su "complejo de Madre Teresa".
Las autoras polacas van más lejos e incorporan elementos trágicos, como el secuestro, el suicidio o la anorexia. Y hasta la violación o el asesinato.
El mercado de habla hispana tampoco se queda atrás. En España, aparecieron recientemente las primeras representantes del género. "No explorar esta oportunidad es poco menos que locura", fue el argumento de los directivos de Planeta cuando lanzaron Esencia, rama dedicada exclusivamente a la literatura femenina. Una tendencia que están copiando otras editoriales.
La idea de estas subsidiarias es que tengan una mirada local. En el caso español, que hablen de féminas que compran en Zara y beben "cubatas" (cuba libre). Como la publicista de 27 años que delineó Rebeca Rus, autora del libro Sabrina: 1, El Mundo: 0. "Una joven creativa, con una descomunal tendencia a meterse en líos y quien lidia con los mismos problemas que tienen las mujeres todos los días".
Otra autora es la chilena Mariana Jara. Ella, al igual que la creadora de Sex and the City, alcanzó el éxito gracias a las columnas (Tacones Urbanos) que publicaba en el diario Metro de Madrid. Éstas se convirtieron en dos libros. Y ahora acaba de publicar una tercera entrega llamada Besos con Sabor a Kir Royal, para editorial DeBolsillo. "El mensaje de mis libros es siempre la esperanza, porque para cosas duras ya está la vida", le dijo hace dos meses sobre su trabajo al diario El País.
CHICK LIT "SUDACA"...
En Sudamérica, las ventas de los libros Chick Lit aún están asociadas a una serie o un hit cinematográfico. "Creo que esto ocurre porque son libros leídos por mujeres que, generalmente, buscan entretenimiento y no son asiduas visitantes de librerías", dicen en Random House Mondadori Argentina, donde ya cuentan con una colección Chick Lit que publican bajo el sello Plaza & Janés y esperan se pueble de títulos propios. "Queríamos encontrar voces locales, con textos bien trabajados, porque nuestras referencias culturales y nuestra realidad difieren mucho de Sex and The City, obviamente. Además, las traducciones son bastante inverosímiles".
En Esencia Argentina (de Planeta), en tanto, mientras comienzan a publicar sus primeros títulos con sabor local, apuestan a lo seguro, con autoras como Cadance Bushnell, quien con Mujeres en Manhattan y Tras la Pasarela -novelas que publicó después del éxito de Sex and The City- les reporta ventas de unos 6 mil 500 ejemplares. "Los libros tienen buena respuesta, pero no son un aluvión. No todas las minas que andan con tacón y compran ropa exclusiva en la Recoleta o en Palermo corren tras ellos", explican.
¿Qué pasa en Chile? Los primeros intentos locales surgieron en 2003. Entonces, Alejandra Parada publicó Estoy Agotada (Norma), con su experiencia como mamá primeriza, y Claudia Aldana reunió parte de las columnas que firma como Consuelo Aldunate, en Happy Hour (Planeta). "Pero es difícil encontrar autoras. Aldana es lo más cercano a algo local y fresco, aunque no ha sido explotada", señala el editor de Planeta, Carlos Labbé. Según dice, la literatura para chicas "es un mercado interesante, porque la chilena es muy lectora de mujeres, desde Isabel Allende, pasando por Marcela Serrano a Carla Guelfenbein". Y hay una tendencia a la estratificación por edades: veinteañeras, treintañeras, cuarentonas, que se puede potenciar en el futuro.
En editorial Aguilar este año inauguraron el Chick Lit para separadas con Lenka Carvallo y su libro Desencantadas... Y el Príncipe se Convirtió en Sapo. "Se ha vendido muy bien, con dos ediciones en menos de cuatro meses", asegura el editor del sello, Francisco Ortega. "Ella llegó a nosotros, pero estamos en una búsqueda de fenómenos locales". Para él, un indicio del "vuelo" que está tomando el género es que el libro mejor vendido del año en Chile es Crepúsculo (Alfaguara), de Stephanie Meyer, "un Chick Lit adolescente pero con vampiros".
Sergio Gómez, editor general de Grupo Editorial Norma Chile, no opina igual. "Esta literatura es algo que pasó hace tres años y nunca encendió en Chile", subraya. "Nosotros no sólo hemos editado Estoy Agotada, y ahora lo vamos a reeditar como libro de bolsillo, sino que hemos traído otros títulos, entre ellos, Cómo Ser una Chica Hot, pero tienen poca salida".
A su juicio, no es un nicho "apreciable", porque los chilenos son compradores de novelas de ficción, de autores reconocidos o best-sellers y no de testimonios de vida actual.
Sin embargo, en Estados unidos los editores aseguran que el género llegó para quedarse, "porque las historias y los personajes reflejan a la sociedad". En ese sentido, posee, además, un valor sociológico. Y no sólo eso: también llena un espacio e incentiva la lectura, opinan algunos. "Alguien puede empezar leyendo a Jane Austen y llegar a Shakespeare". En otras palabras, también se puede llegar a amar los libros apuntándose al Chick Lit.
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