Histórico

Libro recoge toda la poesía de la atormentada Silvia Plath

Antes de cumplir 31 años, la escritora estadounidense se suicidó despechada. Premio Pulitzer póstumo y leyenda de la poesía anglosajona, por primera vez se edita en español toda su poesía.

Hollywood produce mitos. O, al menos, los empaqueta en nuevos embalajes. Cuatro décadas después de su épico suicidio, la poeta estadounidense Silvia Plath resucitó en el cuerpo de Gwyneth Paltrow. Silvia, la cinta de Christine Jeffs de 2003, escarbó en su tormentosa vida. Ella misma lo hizo con maestría en toda su obra, suerte de confesión, retrato de la desdicha e historia de su vida.

La prueba está en Poesía completa, libro que por primera vez reúne en un solo libro toda su poesía en español. Publicado por la editorial Bartleby, recoge el intenso latido de Plath. Los hombres la marcaron. Dos, en especial. El primero, Otto Plath, padre prematuramente fallecido ("Papi, tenía que matarte pero/ Moriste antes de que me diera tiempo") y rebautizado por ella como "hombre-pánzer", a causa de su temperamento autoritario.

El segundo, Ted Hughes, entre los mejores poetas ingleses del siglo XX, marido de Sylvia, padre de sus dos hijos e inspirador de sus bastantes más demonios. "No son muchos los hombres que han asesinado a un genio", se autoinculpaba Hughes. "Tus poemas son como un oscuro centro urbano", la elogiaba él.

OSCURIDAD VISIBLE
Y no sólo sus poemas. La mente de Sylvia es la oscuridad visible: niña-prodigio de primer poema publicado a los ocho años, adolescente indecisa entre hospitales psiquiátricos y matrículas de honor, discípula de Robert Lowell y primer Pulitzer póstumo en 1982 (por La campana de cristal). A Sylvia nunca le bastó nada, por eso le sobró siempre todo.

Su matrimonio con Ted duró seis años e hizo de ella una mártir del feminismo: "Una muñeca viviente, la mires por donde la mires./ Puede coser, puede cocinar,/ Puede hablar, hablar, hablar./ Funciona de maravilla, te lo aseguro, sin el menor defecto./ Ahí tienes un agujero, a modo de cataplasma./ Ahí tienes una mirada, a modo de imagen. / Decídete, chaval, éste es tu último recurso./ ¿Quieres casarte, quieres casarte con esto?".

Su relación con Hughes fue como un choque de egos. Lo peor se lo llevó Sylvia: depresión abisal al ser abandonada por Ted. El 11 de febrero de 1963, a ocho meses de cumplir 31 años, metió la cabeza en un horno de gas. Su suicidio es la única leyenda capaz de competir con su todopoderosa poesía. Arte y muerte: he ahí el Icono Plath. "Soy vertical/ Pero preferiría ser horizontal". Una mujer demasiado grande para esta vida.

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