Las primeros reforzamientos tácticos de Falcioni fueron para Matías Cahais y Erick Pulgar. El argentino tras evidenciar que Esteban Paredes incomodaba con sus movimientos a los zagueros cruzados, decidió llamar al ex Antofagasta. Le pidió que no jugara en zona, si no que uno fuese a la marca del colocolino y el otro quedase libre.

Esta instrucción fue una de las tantas que debió hacer el DT durante el transcurso del partido,  debido a dudas que le hacían llegar sus dirigidos.

El segundo reforzamiento fue para Alfonso Parot. El zurdo tras ver que Pulgar y Cahais recibían consejos del DT, se acercó para obtener el suyo. El mensaje fue claro: cerrarse más y apoyar a los centrales cuando defendían.

Tras esto, y producto de un error del lateral, llegó el autogol de Álvarez, que sumergió al ex técnico de Banfield en aún más dudas. En su desesperación, comenzó a llamar a otros para hacer más modificaciones. David Llanos y Juan Pablo Gómez fueron los nuevos citados. Al primero le pidió que se recogiera más al momento que el equipo atacara, indicación opuesta a la que había entrenado en la semana.

A Gómez, le pidió que utilizara más los espacios a las espaldas de Jean Beausejour y que no reciba los pases al pie. El volante acató levantando su pulgar, pero con muecas de fastidio. Fabián Manzano fue otro que debió acercarse al DT. Era el sexto.

"¡Julio! ¡Julio! Ándate por favor!", le gritó un hincha percatado de la confusión que existía en el equipo. A esto, se sumaba un canto de la hinchada: "¡Dirigentes, a  ver si se dan cuenta, que no los quiere nadie!".

A minutos del final del cotejo, llegaron cinco guardias y tres carabineros a pararse detrás de la banca de Falcioni. "Es por un tema de seguridad. El ambiente está muy tenso y hay que reguardar la integridad  física del técnico", dijo Ricardo Medina, supervisor de seguridad del estadio.