Nicolás Bourriaud, curador y ensayista francés: "El arte nos enseña que aún es posible cambiar la realidad"

Ex director de la Escuela de Bellas Artes de París, publica un nuevo libro sobre arte actual.




Desde que, en los años 90, encontrara ciertas conexiones entre artistas tan distantes como Rirkrit Tiravanija, Gabriel Orozco y Jeff Koons, el curador y ensayista francés se transformó en una especie de gurú para el arte contemporáneo internacional. Nicolás Bourriaud (1965) dio nombre a importantes transformaciones, determinando de algún modo “tendencias” vigentes hasta ahora. Estética relacional (1998) y Postproducción (2002) son libros de referencia obligada en el área.

En un contexto de globalización e interculturalismo, de proliferación de datos e hiperproducción de imágenes, en esta suerte de caos perceptual en que vivimos, el teórico trazó con brújula propia una constelación que ha dado sentido al arte de nuestro tiempo. En ambos ensayos, habla de nuevos modos de creación, donde define la obra no tanto como objeto, sino como acontecimiento, como un instrumento de vinculación con la cultura: “El arte es un estado de encuentro”.

Bajo su mirada, el canon de lo nuevo ha perdido vigencia. El artista es un “semionauta” o dj que surfea a través del pasado y el presente, y de todo el depósito de información cultural; que samplea y remezcla, que traduce y revela.

Invitado a la reciente Feria de Arte Contemporáneo de Buenos Aires ArteBA, lanzó en junio su último libro, La exforma. Editado en español por el sello Adriana Hidalgo, el texto es una relectura del arte occidental que abarca más de un siglo, desde Gustave Coubert hasta nuestra época. En un tono más filosófico, pilares son las figuras de Walter Benjamin, Georges Bataille y Louis Althusser.  El eje es un arte político en relación a un “imaginario del residuo”, es decir, las formas que restan de procesos culturales o políticos de exclusión e inclusión. Con exforma se refiere a los objetos o estéticas que, siendo excluidos del sistema, logra estar en el centro de atención. O sea,  “todo signo transitando entre centro y periferia, entre la disidencia y el poder”.

Bourriaud ha sido director del Palais de Tokyo (París), curador de la Tate Britain (Londres) y ha dirigido la Bienal de Lyon 2005 y de la Bienal de Taipei 2014.  Acaba de ser destituido como director de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, lo que provocó polémica. Bourriaud calificó la decisión de arbitraria y desmentió las acusaciones recibidas sobre la falta de un proyecto académico y de privilegiar sus intereses personales. Actualmente hay un concurso abierto que cierra el 24 de agosto. Bourriaud, a su vez, comandará -de septiembre a diciembre- como curador de la X Bienal de Kaunas, en Lituania.

En un medio donde ha proliferado la figura del “curador independiente”, el autor oficia además como ensayista. Iniciado en literatura e historia del arte, a comienzos de los años 90 derivó a un oficio que no existía, dice: “Lo interesante hoy es que hay escuelas. Pero siempre he pensado que la mejor manera es desarrollar la originalidad y una manera de pensar, de ver, que es singular… Creo que el arte es una entrevista infinita con las formas y que ese diálogo es una negociación perpetua y que ese es el motor del deseo de ser curador o de escribir. Finalmente, es como pasamos de la imagen a las palabras, de la reflexión a la acción y es ese estado intermedio que funda el oficio de curador. Creo que es difícil encontrar una escuela que trate específicamente ese tipo de cosas”.

¿Cómo se gestaron Estética relacional y Postproducción? ¿A qué se debe su repercusión?

El primer libro fue escrito con el fin de encontrar el punto común entre unos 20 artistas que conocía personalmente y que trabajaban entre sí, que exponían juntos, y nadie, ni siquiera ellos mismos, conseguía formularlo. Entonces es una teoría que nace de la observación de obras y exposiciones. Por eso tuvo semejante éxito, porque es una teoría que parte del arte, no una que se le impone al arte. Postproducción se escribió muy poco después y mi ambición era al principio hablar de otros artistas, pero me di cuenta muy rápido de que los mismos de quienes hablaba, podían ser percibidos a través de otra teoría. Es como si hubiera filmado la misma realidad cambiando el ángulo de la cámara.

El arte hoy tiene un alto nivel de teorización. ¿No basta solo la experiencia del arte? 

El arte no se explica sino que se comenta. Lo que se explica es, por ejemplo, Boticelli. Si no entendemos la cosmología del Renacimiento, desafío a la gente a que entienda sus obras. Podemos sacar algo magnífico de allí, pero si queremos entender hay que leer mucho.

¿Son siempre necesarias otras lecturas? 

Nada es necesario, pero si queremos aprehender plenamente la experiencia estética que propone Boticelli, entonces se necesita una cultura bastante profunda. Lo mismo pasa con los artistas de hoy. Es incluso más simple, porque conocemos los códigos, vivimos en el mismo universo de los artistas. Tenemos más herramientas para entender a los artistas contemporáneos. Lo complicado es que justamente vivimos en la misma realidad, entonces es menos espectacular. La distancia es menor y, como la distancia es menor, el espectador promedio tiende a no ver nada extraordinario cuando ve lo que se le muestra. El arte contemporáneo es un aprendizaje de la distancia que debemos tener respecto de nosotros mismos. Es una antropología del presente.

Ud. plantea un arte político más activo en la sociedad. ¿Cuál sería la misión del arte contemporáneo?

Desde una perspectiva más rica y compleja que la simple denuncia del acto de poder… Es hacer lo posible para que los espectadores imaginen que aún es posible transformar la realidad en que vivimos.

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