Pablo Sánchez: "Si me definiera como bielsista sería un caradura"
El nuevo técnico de O'Higgins se desmarca de la escuela de moda en el fútbol chileno, aunque reconoce que admira a su compatriota.

Es raro. Si se nombra a Pablo Sánchez, pocos podrían individualizarlo. Sin embargo, si se habla de Vitamina, todas las indicaciones confluyen en el nuevo técnico de O'Higgins. El apodo, que hace rato se transformó en su marca, es creación de Damián López, uno de sus compañeros en las divisiones inferiores de Rosario Central, el equipo en que el volante se transformaría en ídolo. En esa época, el prometedor, pero esmirriado mediocampista pesaba menos de 60 kilos. "Parecía jinete. Entonces, en el club empezaron a inyectarme vitaminas para que creciera y ganara peso. El apodo me ha acompañado toda la vida", dice con la misma naturalidad con que posa para las fotografías que, en principio, había pedido evitar.
Un golpe vitamínico necesitará, también, su nuevo club. Hace una semana, los rancagüinos decidieron abortar el proceso de Facundo Sava y eligieron al ex técnico de Universidad de Concepción, cuyo primer desafío lo enfrentará hoy a un rival igual de aproblemado: Colo Colo. "Los dos estamos pasando un momento delicado. Lo de Colo Colo queda reflejado en que sólo tiene un punto en la tabla. Nosotros no tenemos mucho más. Tenemos tres puntos y se acaba de ir un entrenador. Si sucede esto en la tercera fecha es porque las cosas no partieron como todos hubieran querido. Tenemos un desafío difícil, duro. La idea es encontrar el equipo rápido, teniendo en cuenta que tenemos muchos castigados", explica. Para hoy, no contará con los suspendidos Nicolás Vargas, Braulio Leal y César Fuentes, parte de la base celeste.
En Universidad de Concepción mostró un equipo agresivo, que atacaba con tres delanteros y presionaba mucho...
Me tocó trabajar mucho tiempo en la U de Conce y pude consolidar una idea. Acá llevo pocos días de entrenamientos con el grupo, pero de a poquito vamos para eso. Lo más importante es lograr que el futbolista se sienta satisfecho. El día que me vaya de acá y un familiar me pregunte por mis jugadores, quiero decirles que dejé un grupo digno, que dejó todo en cada entrenamiento. Me gustan los equipos protagonistas y en este club necesitaremos eso. La gente se acostumbró. No está lejano el éxito de (Eduardo) Berizzo y la gente pone la vara muy alta.
¿Se identifica con alguna escuela futbolística?
No. Quizás me pueda separar de alguna, como la de los equipos conservadores. Se puede dar que un rival te sostenga en tu campo, pero la idea es estar más tiempo en el del rival que en el propio, tener la pelota más tiempo que el adversario. Así podemos tener más opciones de gol. Se puede dar, también, que tengamos situaciones en contra y que sean más que las tengamos a favor. Para eso, es necesario compensar lo que deseamos con un equilibrio. No sirve mucho protagonizar si somos desordenados y desequilibrados. Hay que evitar las locuras.
¿No teme que esa definición se encasille en el lugar común de asociarlo a Marcelo Bielsa?
Bielsa es único. Lo respeto muchísimo, admiro su trabajo y creo que le ha hecho muy bien al fútbol chileno a través de su trabajo. También a los entrenadores. Soy un agradecido de la escuela que ha dejado. Después, uno debe ir viendo qué le puede robar a cada entrenador.
Usted es un ícono de Rosario Central y Bielsa representa al archirrival, Newell's...
Es así. Pero a mí el fanatismo ni el folclore me tapan los ojos. Tengo que ver la realidad y, por suerte, la veo. A esta altura de mi vida puedo decir tranquilamente que soy hincha de Central y quiero que le vaya bien, pero también que hay muchos personajes de Newell's a quienes admiro muchísimo.
¿No siente la tentación de definirse como bielsista en un país en que todo lo que lleve ese rótulo parece valorarse más?
Si me definiera como bielsista sería un caradura. No es real. De partida, no utilizo la misma metodología de entrenamiento porque ni siquiera me siento capacitado para entrenar como él. Hay que ser él o haberlo "mamado" durante mucho tiempo, cosa que tampoco hice. Hay un montón de cosas que me faltan por conocer de él. Sí, sanamente, trato de emularlo, para tratar de aplicar esos elementos a mi manera. Pero no podría decir que soy bielsista, porque sería una falta de respeto gravísima.
¿Cuáles son sus referencias?
Muchas. A mí, el trabajo de Bielsa me gusta mucho. Yo tuve un técnico al que le debo muchísimo, aunque va por otro lado: César Luis Menotti. El va desde lo conceptual más allá de lo práctico. Es un tipo brillante, clarísimo. Para mí fue un maestro, un docente. Fue él quien me encendió la chispa de querer ser entrenador. Sentí lo lindo que es que un técnico pueda decirle algo a un jugador y que éste sea capaz de traducirlo en una acción. A partir de ahí creció mi vocación por esto.
¿Cuantas horas al día dedica a ver fútbol?
Depende. Los primeros días de la semana son los más bravos, porque debemos empezar a ver qué hicimos mal, para que se repita lo menos posible en el próximo partido. Y empezar a ver al rival, también. Con el correr de los días, se llega a la competencia y vamos descansando un poco la cabeza, que vuelve a explotar el domingo. No veo mucho fútbol de afuera. Prefiero gastar mi tiempo en mi equipo, en el rival de turno y en el resto de la liga.
¿Es partidario de llevar al futbolista al límite?
¿En qué sentido, en el entrenamiento? Le pedimos intensidad. No sé si al límite. Hay trabajos y trabajos. Hay algunos más conceptuales, en que requerimos que nos escuchen. En los otros les pedimos intensidad.
Si un jugador le advierte que siente dolor y usted considera que puede seguir entrenando, ¿le pide que siga?
Obviamente, nosotros hablamos mucho con los médicos. Un facultativo está mucho más capacitado para determinar si un jugador debe o no seguir. Puedo tener alguna noción respecto de alguna lesión, porque me tocó vivirlas. Pero son las mínimas en relación a la cantidad de lesiones o dolores que puede sentir un futbolistas. Entonces, no me siento capacitado como para juzgar el dolor ajeno. Debo dejar ese lugar en manos de los médicos.
En ese contexto, ¿cómo siguió la polémica en torno a las lesiones de Crisitán Suárez y Jaime Valdés en la Selección?
Me enteré hace muy poquito, porque mis colegas me lo comentaron. No estoy interiorizado de qué pasó, qué lesiones tienen ni en qué contexto se produjeron. Tampoco sé cómo llegaron los jugadores.
¿Qué impresión tiene de Sampaoli?
Me gusta. No lo conozco. Quiero tener la posibilidad de conversar con él. Pero en este medio lo que podemos hacer es hablar con gente que ha compartido con él, en este caso jugadores. Y todos hablan bien de él y de su trabajo. Los resultados están a la vista. Entonces, en principio, debo decir que me gusta.
En dos procesos, Chile pasa de ser un equipo mediocre a transformarse en protagonista. ¿Cómo lo percibe desde afuera?
En principio, debo decir que a muchos argentinos que estamos trabajando en Chile las puertas se nos abren a partir de lo que hizo Marcelo Bielsa y a lo que Sampaoli le ha dado continuidad. Le permite a los dirigentes confiar en entrenadores argentinos. En principio, debemos ser muy agradecidos de la gente que, a partir de su trabajo, le abre puertas a sus colegas. A nosotros nos sirve porque nos une la profesión y la nacionalidad.
¿Ve a la Roja con opciones de ganar la Copa América?
Sí. Argentina, que es un potencial ganador, viene con un cambio de entrenador. Chile viene con un proceso que ha sido bueno y saludable. Ojalá lo corone con el éxito que anhelan todos
¿Quién elige los refuerzos en sus equipos?
La decisión es consensuada. A mí me tocó venir a O'Higgins con el equipo armado. En la U de Conce siempre nos manejamos a través del diálogo, de los debates de verificar los puestos en que nos sentíamos más débiles. Muchos jugadores los pedía yo. Otras veces los dirigentes han acercado nombres que podían ser útiles. Por eso mi decisión de alejarme cuando las cosas dejaron de ser de esa manera.
Entonces, a Sebastián Roco no lo pidió usted.
A Sebastián no lo pedí. Se lo dije a la cara. Me hubiese gustado dirigirlo, es un jugador que respeto, pero en el contexto en que se dieron las cosas, no me quedó más alternativas que irme. La realidad es que no lo pedí y llegó para tapar a un jugador al cual, de mutuo acuerdo con la dirigencia, habíamos quedado en que continuaría con nosotros. Uno de los dirigentes, quizás el de más peso, tomó la decisión de que no continuara y contrató a Roco. A mí no me consultaron. Habíamos tenido una reunión y acordamos el plantel. En la posición de Roco no había que reforzar.
Si Ricardo Abumohor le sugiere un jugador, ¿haría lo mismo?
No creo que me lo sugiera. Este tema ya lo hablamos y yo sé cómo se maneja la institución. Debemos asumir que éste es un fútbol gerenciado, que no se maneja como hace 20 años. Hoy hay un mánager que está viendo todo el día fútbol, hay una secretaría técnica que está viendo jugadores todo el tiempo. Eso nos alivia mucho. Tenemos la posibilidad enriquecedora de detectar necesidades y recibir un abanico muy grande.
¿Está dispuesto a transar esa autonomía para llegar a un equipo grande?
Cuando uno se sienta, en el diálogo surgen estas cosas. Que son así o así. Si uno acepta que sean de una manera, no está ni bien ni mal. Son así. Si lo aceptaste, lo aceptaste. Tampoco creo que sea transar. Si uno se siente con la capacidad de hacerlos funcionar, bienvenido sea. Siempre que sean habladas, las cosas no deberían generar problemas
¿Se alcanzó a ilusionar con la opción de ir a la UC?
Sinceramente, en esta profesión, donde hay tan pocas posibilidades de puestos de trabajo, más que ilusionarse, uno se enorgullece. A mí me pasa eso. Con el club que sea. A mí me llamaron varios clubes cuando me fui de Universidad de Concepción y les dije que no.
Como jugador también sonó siempre en los grandes. ¿Lo supo?
Sí. Yo tuve posibilidades concretas de jugar en Católica. Lo hablé con Harold Mayne-Nicholls. Yo jugaba en Feyernoord y no estaba teniendo lugar y terminé recalando en Alavés. No fue la mejor opción. Con el diario del lunes, le erré y debí haber venido a jugar a Católica.
¿Qué lo convenció de O'Higgins?
Cuando llegué a Chile, uno se impacta por los buenos momentos de los clubes. En ese momento, O'Higgins era el equipo que atrapaba, que tenía una idea definida. Sus jugadores se entregaban. A todo eso bueno que sabíamos, se suma este predio (El Monasterio Celeste). Da una satisfacción muy grande saberse parte de esto. Ni siquiera lo dudamos, más allá de que la situación no es la ideal. Ahora, yo no me puedo agarrar de eso. La situación es la que es. De mí, no escucharán excusas. De lo contrario, debí haberles dicho que no y esperar otro momento que quizás no habría llegado.
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