¿Qué pasó con la idea de dinamitar cerros para descontaminar Santiago?

La idea se discutió hace décadas, pero investigador participó en sus análisis dice que hoy es inviable y que la solución pasa por desincentivar la ocupación en Santiago.




Dinamitar cerros para descontaminar Santiago parece una idea descabellada, pero desde la década del 50 que Chile analizó esta posibilidad, así lo recuerda, el geógrafo físico Reinaldo Börgel, quien participó en los estudios de factibilidad de bajar la cota del relieve de Santiago, tanto en el sector de Angostura como en una sección de la cordillera de la Costa.

“Estas teorías se basaban en los que habían hecho los chinos en la ciudad de Lanzhou, pero ese proyecto exitoso no lo pudieron repetir en otras ciudades. Por lo que siempre quedó duda de si rebajando el relieve se podía lograr una mejor ventilación de la ciudad”, dice Börgel a La Tercera.

El experto, quien hoy es académico de la U. Academia de Humanismo Cristiano, analizó la posibilidad de bajar la altura del cerro Challay en el sector de Angostura para mejorar la ventilación.

“Esa es una tesis ya totalmente fallecida, porque después de haber planteado la posibilidad de los vientos limpiaran las cuenca de Santiago, se comprobó que la cuenca de Rancagua estaba tan contaminada como la de Santiago”, explica el investigadores que en sus tiempos realizó sobrevuelos sobre el Challay junto a miembros del Instituto Geográfico Militar.

Börgel, agrega que lo que iba a pasar con el viento sur era que la contaminación de El Teniente iba a pasar a Santiago por el portezuelo de Paine.

“Después se planteó la teoría de aprovechar los vientos del suroeste que entran a la cuenca de Santiago por el valle del río Maipo y continúan por el valle del río Mapocho en dirección a Farellones. Podría aporvecharse los vientos del suroeste para limpiar la cuenca de Santiago, pero eso significaba descabezar cerros”, dice el investigador.

Otra opción que se analizó fue abrir Portezuelo en la cordillera de la Costa, Alto de Lipangue, Chicauma, que son las grandes alturas que están en el borde poniente de la cuenca de Santiago, con promedios de 2 mil metros de altura.

“¿Por qué se pensó? Porque se descubrió que en algunas quebradas que bajaban en dirección a la parte norte de la cuenca se veía un flujo de niebla que podían traspasar las alturas y caer en dirección a Santiago. Entonces se pensó que habían masas de aire capaces de ventilar la cuenca, pero se calcularon los costos por tonelada métrica por material removido y las cifras eran inconmensurables”, señala.

Börgel, quien realizó este estudio cuando estaba en el Instituto de Geografía de la U. Católica, señala que este proyecto era viable teóricamente pero no en términos financieros.

Para el investigador hoy la solución pasa por implementar una política de regionalización que desincentive la ocupación de la Región Metropolitana.

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