Recife & Olinda: Perlas nordestinas
Ambas forman un potente destino brasileño que combina historia, gastronomía y tibio mar.
¿Voce nao conhece Maria Bonita? El vendedor de artesanías me mira con cara de extrañeza cuando le pregunto por la figura de madera que cuelga en su puesto en una adoquinada calle del poblado de Olinda, situado a siete kilómetros de Recife. Y luego, en un portuñol de cepa, me explica que ella, María Gomes de Oliveira (nombre de nacimiento) es la protagonista de la más hermosa y poética historia de amor y bandidaje de Brasil. Su contraparte es Lampião, un maestro de historia con fuerte espíritu de justicia social que, junto a ella, lideró un movimiento que pretendía derrotar a la elite del estado de Pernambuco a comienzos del siglo XX. Como suele suceder con estas empresas, perdieron, pero en la negra cultura nordestina del Brasil, ellos encarnan los afanes de resistencia y justicia.
Todo esto lo relata mientras miramos los edificios de Recife, una ciudad de 1,5 millón de personas, situada a unas tres horas y media en avión desde Sao Paulo y puerta de entrada -por su conectividad- al estado de Pernambuco y algunos de los más bellos lugares del nordeste brasileño, como el archipiélago Fernando de Noronha. Es, por los muchos atractivos cercanos, que tal vez el paso por Recife y Olinda merezcan sólo un par de días y el lugar para comenzar un recorrido es Cidade Alta: el punto más alto de Olinda, que tiene ese desorden vernacular de las colinas sobre la que está construida (con un cierto aire a Valparaíso). Aquí proliferan centenarias iglesias, callecitas adoquinadas, restaurantes, atelieres de artistas, coloridas fachadas y rincones que la convirtieron en Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad. Y el mejor momento para visitarla (así como el más atestado) es durante el carnaval de febrero, cuando por sus calles y laderas desfilan muñecos gigantes y cientos de agrupaciones que palpitan los ritmos del maracatú y el fevro, típico baile en el que pequeños paraguas de colores son sus principales artículos decorativos.
Imaginar tamaña fiesta abre el apetito, y el lugar para saciarlo con la más clásica comida pernambucana es Oficina do Sabor (Amparo, 335), donde el reconocido chef Cesar Santos prepara manjares del tipo camarón con mango servido en una calabaza. Imagine el posalmuerzo, con la fresca brisa llevándose las migas de pan y la satisfecha vista de Olinda y Recife mientras un café (de verdad) humea sobre la mesa. Imperdible.
Bajamos de Olinda para conocer el llamado Recife Antiguo, lugar que marca el inicio de la ciudad en el siglo XVI debido a su ubicación portuaria. Son varios los atractivos del sector, pero el principal es su arquitectura y la rua Do Bom Jesus, llamada en otro tiempo la calle de los judíos, puesto que aquí se ubica la primera sinagoga de América. Durante la visita la calle está totalmente adornada con banderines de colores, indicios de la Fiesta de San Juan, que en el nordeste es una de las principales celebraciones del año y que permiten hacerse una idea (mínima) del carnaval que durante febrero recorre con sus tríos eléctricos las calles de Recife y que lo transforman en uno de los más grandes, y democráticos, de Brasil.
Paseamos por la ciudad mirando sus puentes, islas y ríos que la recorren -y que le han dado el apodo de la "Venecia brasileña"- para conocer, primero, la Casa da Cultura. Instalada en una imponente construcción del siglo XIX, fue una antigua cárcel y tiene todas sus celdas, a excepción de una, transformadas en talleres donde se exhibe y vende la más típica artesanía del nordeste (Rua Floriano Peixoto s/n). Pero sin duda que la principal atracción de Recife es la famosa y exclusiva playa de Boa Viajem, con sus edificios de estética ochentera, ocho kilómetros de arena a unos cuantos metros y sus barreras de arrecifes que forman piscinas de 28 grados Celcius (ojo con la ciclovía cuando cruce la avenida). Es un soleado miércoles y algunas familias aprovechan la tarde para descansar y dan ganas de ser uno más, comer un queijo asado y darse un chapuzón a pesar de los letreros que anuncian la presencia de tiburones. Aunque el riesgo de un ataque es tan alto como sentirse un extraño en estas cálidas latitudes.
TRES DESTINOS A UN PASO
1. Porto de Galinhas: Varias veces elegida la mejor playa de Brasil, se ubica a 60 km de Recife y se trata de uno de los principales destinos de Pernambuco.
2. Praia dos Carneros: Está a 100 km al sur de Recife y es de esas playas de postal: cocoteros, agua tibia y finas arenas.
3. Fernando de Noronha: Descubierta en 1503, es un santuario ecológico en formato archipiélago, situado a 550 km de Recife. Su mayor atributo, además de sus 17 hermosas playas, es su variada fauna submarina.
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