Histórico

Salar del Huasco: bellezas altiplánicas

A dos horas de la ciudad de Iquique, en pleno Altiplano chileno, es posible descubrir un lugar diferente y atrayente, habitado por flamencos, guayatas, llamas y guanacos. Es el Salar del Huasco, que asombra por la belleza de sus paisajes y que puede ser visitado especialmente en esta época del año, ya que un refugio aimara recibe a los turistas.

Lucas Ticona y Lucas Bello son las únicas familias que habitan permanentemente los desolados paisajes del Salar del Huasco.

Una vida admirable y envidiable al mismo tiempo, ya que no es nada fácil pasar los días a cuatro mil metros de altura en un clima seco y completamente cordillerano. Sin embargo, su recompensa está en los inmejorables paisajes altiplánicos de los cuales son testigos cada mañana, cada tarde y cada noche; en la increíble y siempre deseada quietud y paz que los rodea a cada momento.

Disfrutar de estas bondades que ofrece el salar no es fácil, debido a que el camino es extenso. Para llegar, es preciso tomar la ruta pavimentada que construyó la minera Collahuasi desde Iquique, hasta las alturas de los Andes. El camino es excelente y, a poco andar, se pasa de las áridas llanuras pampinas a las serranías con los primeros manchones de vegetación y señales de antiguos habitantes, los que dejaron pircas y corrales de piedra donde es necesario detenerse para aclimatarse, ya que fácilmente se han pasado los tres mil metros sobre el nivel del mar. En Alca, que es un sitio de pastoreo invernal y que aún es usado por los habitantes de Huasco, hay corrales y rústicas habitaciones para capear el intenso viento y frío. Resulta interesante que la moderna ruta asfaltada copia el camino de las antiguas huellas troperas, desde donde se tiene siempre una visión panorámica de las pampas y donde el Desierto de Atacama se mira hacia abajo, como una planicie polvorienta e interminable. La vegetación achaparrada y aplastada por el viento es principalmente paja brava, la que aparece peinada en una sola dirección hacia las montañas.

Fauna en las alturas

Siguiendo el camino, se llega repentinamente al salar. Surge tras unas colinas sembradas de chachacoma, yerba que, aunque resulta extremadamente amarga, se debe ingerir como brebaje para evitar los síntomas de la puna o mal de altura.

Después de avanzar algunos kilómetros por una explanada de piedra laja, súbitamente se abre un anfiteatro entre cerros y un cielo deslumbrantemente azul, que dejan ver al gigantesco salar. La radiación en la puna es altísima, ya que la luz es intensificada por el blanco de los minerales sobre la superficie brillante de la planicie.

Aquí, en este Santuario de la Naturaleza, conviven las tres especies de flamencos que habitan en Chile: el andino o parina grande; parina chica o flamenco de James y el flamenco chileno, los que llegan a contarse por cientos a principios de la época cálida, en septiembre.

Cuando ya comienzan los fríos andinos, estas aves migran hacia lagunas y salares más cálidos, a niveles más bajos, donde los cambios térmicos no son tan extremos. Aun así, en verano es posible encontrar tormentas de lluvia y granizo, influencia de las tempestades tropicales amazónicas que llegan hasta los altos Andes chilenos, fenómeno popularmente conocido como "invierno boliviano". Agradable resulta sin dudas salir a caminar por las inmediaciones del salar, aperados con binoculares y cámaras a la hora del atardecer, cuando el viento ya se ha calmado.

Los cerros cambian de color pasando desde el ocre al lila en cosa de minutos y las aves revolotean sutilmente sobre la superficie del agua. Guanacos y llamas son posibles de observar, estas últimas, en rebaños dispersos y pertenecientes a un par de familias que cohabitan en estas soledades con  la fauna endémica.

Al mirar esta escena uno se pregunta cómo es posible impedir que vaguen libremente y se pierdan en esta inmensidad, pero, al contrario de lo que se cree, estos animales nunca van muy lejos y siempre regresan a sus corrales de piedra.

Yerbas y pasadizos
A 15 minutos en vehículo de la entrada del salar se encuentra un refugio aimara que se inauguró el año pasado, totalmente ecológico. Está compuesto por una serie de contenedores unidos entre sí, cubiertos de paja brava y arcilla, para no impactar el entorno, donde están dispuestas habitaciones con literas, muy cómodas y luminosas. Su valor es a convenir con la familia dueña y los precios pueden ir de $9.000 a $15.000. Si se pide con antelación, aquí podrá probar una serie de recetas locales, destacando la patasca, una especie de cazuela, pero más contundente y espesa, típica de los habitantes de la puna.

Recomendable, sin embargo, es comer liviano en la noche, pues la falta de oxígeno es algo que el Altiplano nos recuerda constantemente. Antes de acostarse, es de rigor salir a mirar el firmamento en este cielo transparente, negro y con millares de estrellas.

El amanecer aquí llega tempranísimo, y un buen paseo es ir a la quebrada de Diablomarca, donde se puede ver, acompañado de los guías locales, las huellas frescas dejadas por pumas y sus cachorros. En la quebrada también aparecen yerbas de uso medicinal, como la tola, que crece sobre los cuatro mil metros y que, aseguran, ayuda a quienes quieren adelgazar, o el árbol que se desarrolla a mayor altura del mundo: la queñua, cuya corteza es usada por sus propiedades para curar afecciones bronquiales. Sin embargo, el mayor atractivo de Diablomarca son sus rocas de siluetas dinámicas. Antiguamente, cuando se formaron, estos requeríos estaban en estado líquido y gaseoso, magma hirviente que adoptó estas peculiares formas al enfriarse drásticamente, creando laberintos y pasadizos entre las serranías.

El refugio aimara del salar, abierto hace menos de un año, cuenta con cómodas habitaciones y comida local. Quedarse acá permite contemplar la noche y el amanecer, dos momentos únicos.

Refugio

El refugio no cuenta con comunicaciones. Desde este mes tendrán comunicación satelital donada por Collahuasi y, a mediados de año, dispondrá de Internet. Si quiere reservar, llamar a Ximena Lucas (97857511), quien vive en Pica y puede dar aviso a Laguna del Huasco vía radio.

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