Un alivio que tardó 54 años en llegar

Esta semana se conoció el hallazgo de nuevos restos del avión que transportaba a los jugadores de Green Cross. La noticia es celebrada por los compañeros de los fallecidos.




Alfredo Gutiérrez estaba viendo televisión cuando se enteró de la noticia. Han pasado más de 50 años del episodio, pero las sensaciones fueron prácticamente las mismas: asombro, angustia y, de una manera muy compleja, gratitud.

El miércoles 4 de febrero, sentado en el living de su hogar, supo que los restos del avión en el que debió morir en 1961 habían sido encontrados en Linares. De un momento a otro, el recuerdo de Héctor Toledo, con quien intercambió pasajes aquel fatídico 3 de abril, irrumpió nuevamente.

De no ser por ese trueque, los restos recientemente encontrados, quizás, serían hoy su secreto mausoleo. De allí probablemente proviene esa noción de agradecimiento; de no haber subido a ese avión, de estar vivo, de continuar junto a su esposa.

"Para mí fue una sorpresa el hallazgo, porque creía que eso lo habían encontrado hace 54 años. Imagínate, yo debí haber ido en ese avión, debí haber muerto en esa nave y, sin embargo, estoy acá, enterándome de  todo esto", confiesa quien fuera delantero del extinto Green Cross.

En Linares, a 3.000 metros de altura, los montañistas Leonardo Albornoz y Lower López encontraron lo que por cinco décadas no fue más que una leyenda de la zona: el fuselaje de la aeronave que, en 1961, se estrelló con ocho jugadores y el DT de los Pijes a bordo.

Pero el descubrimiento no fue al azar. Ambos andinistas crecieron cerca del sector en que se produjo la desgracia y, por lo mismo, lo conocen a cabalidad. De hecho, la de febrero era la tercera incursión que hacían a la montaña, luego de aproximaciones realizadas en enero y abril del año pasado.

Aun así, pese al convencimiento que mantenían de encontrarse con los vestigios de la aeronave, no dejaron de sorprenderse. "Yo pensé que el avión iba a estar completamente desintegrado, pero encontramos gran parte del fuselaje. Fue conmovedor y emotivo", reconoce Albornoz.

Green Cross, campeón chileno en 1945, dejó de existir hace 50 años, cuando se trasladó desde  Santiago hasta la Novena Región, para fusionarse con Deportes Temuco. Pero quienes defendieron su camiseta se han encargado de mantener vivo el recuerdo de los que fallecieron en la cordillera.

Santiago García, quien se desempeñara como lateral derecho en la década de los '60, cree que con este escenario se comienza a poner fin a un ciclo. "Se cierra una etapa, ya que siempre quedó la duda de dónde estaban los demás restos. Lo que se llevó a las urnas fueron muy pocos restos reales de las víctimas", comenta.

Es allí, en el círculo familiar de los desaparecidos, donde seguramente golpea más fuerte este suceso. Está la esperanza de, ahora sí, poder realizar los funerales que sus seres queridos se merecen. "Me llamaron familiares de tres víctimas. Estaban contentos y emocionados. Nos dieron las gracias y los vamos a ayudar en lo que necesiten", confiesa Leonardo Albornoz.

En tanto, Carlos Al-Konr, jugador que no viajó, por estudios, propone un acto de simbolismo puro: "Sería bonito ir y hacer un homenaje en el lugar del último hallazgo. Pero lo que también sería bonito es que los restos de personas sepultadas hace 54 años se exhumaran, para poder determinar a quién corresponden, porque eso les daría la posibilidad a los familiares de lograr tranquilidad".

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